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Eugenio de Mora sigue en racha

El diestro toledano sale por la puerta grande al cortar cuatro orejas en Madridejos

JULIO GARCÍA ORTIZ

Iván Magro agradó a los tendidos, sobre todo en su primero, con un bello rejoneo y manejo de los caballos lidiando de costado. Después de dos desiguales rejones de castigo, clavó tres banderillas al quiebro de gran plasticidad, para rematar la faena con dos cortas.

En el segundo de su lote, con menos fuerza y recorrido que el anterior, el de Aranjuez lo cuidó, colocándole un solo rejón, para luego torearlo con soltura y colocar simultáneamente cinco banderillas largas y dos cortas. Pero uno de los caballos perdió las manos, dando con el jinete en la arena, por fortuna sin consecuencias.

Un desconocido torero mexicano apodado «El Conde», que sustituía al lesionado Gómez del Pilar y abría la lidia ordinaria, manejó el capote con arte mediante verónicas ajustas, subiendo de tono en el tercio de banderillas con tres formidables pares en todo lo alto. Debido a la mansedumbre del astado, con arrancadas impetuosas, a pesar de intentarlo no logró nunca encontrar el sitio adecuado, resultando incluso lesionado en el tobillo derecho.

En el quinto, con el diestro cojeando visiblemente tras un excelente recibo con el capote, de la faena de muleta cabe destacar una serie de muletazos en redondo y la voluntad de agradar del diestro, que alargó la faena cuando en realidad estaba todo hecho.

Eugenio de Mora anda sobrado de facultades, ya lo demostró el sábado en Los Yébenes y lo puso otra vez de manifiesto en Madridejos. A su primero, que doblaba las manos de forma continuada, lo tuvo que mimar para, sin apenas bajar la mano llevarlo prendido en el engaño, en una faena basada principalmente en tandas de naturales, rondando de cerca los pitones.

En el que cerró plaza, luego de un buen lanceo con el percal, lo sometió a profundos derechazos; pero el toro se apagó muy pronto y le fue imposible repetir al natural. En ambas ocasiones el moracho no falló con la espada, por lo cual el éxito estaba asegurado.

Si el festejo resultó entretenido, no se puede decir lo mismo de las suertes de varas, pésimamente ejecutadas, ocurriendo otro tanto en las banderillas, que salvo las colocadas por El Conde.

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