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ANÁLISIS

Dragon's Crown Pro: ¿jugaste en las recreativas? Éste es tu videojuego

La remasterización del clásico de Vanillaware aterriza en PlayStation 4 con la misma estética 2D y el gusto por el rol y lo épico

PATRICIA BIOSCA

Existen videojuegos que nada más ver la carátula piensas «no está hecho para mí», y vuelves a dejar en el estante. Puede incluso que lo comiences en tu consola porque ha sido un regalo o que te hayas lanzado en un arrebato a adquirir ese título en concreto que te hace pensar «¿y en qué momento me daría a mí por cogermelo?». Esta situación pasa a menudo. Sin embargo, hay algunas (contadas) ocasiones en las que, de repente, te ves jugando desde hace horas y horas en un universo fascinante que, a priori, habías desechado por completo. Esto es precisamente lo que pasa con «Dragon’s Crown Pro», un videojuego de rol de acción que vuelve remasterizado para la consola PlayStation 4.

Desde el principio sabes que se trata de una remasterización: a nadie en su sano juicio se le ocurriría hoy en día realizar un videojuego en estética 2D bastante básica con controles que recuerdan a las máquinas recreativas de los noventa: mapas planos, movimientos muy limitados y matar a todo bicho que aparece ante nuestras narices mientras recogemos tesoros.

La historia, también muy manida : Hydeland, un reino mágico y con estética medieval, necesita de la ayuda de feroces guerreros que se enfrenten no solo a los peligros monstruosos y desconocidos de las mazmorras, sino también a los complots internos para hacerse con la corona del país. Sin embargo, una vez que escoges entre los seis personajes (por supuesto, con habilidades diferentes que van desde el combate cuerpo a cuerpo a la magia y la hechicería), el mundo de Hydeland se va haciendo cada vez más y más complejo, más y más adictivo, gracias a un manejo sencillo y desarrollo fluido que hace que el tiempo vuele entre batalla final y culebrón en palacio.

Se trata, por tanto, de un «RPG» -juego de rol- de acción que combina el toque vintage de la imagen plana y los dibujos de seres tremendamente musculados e hipersexualizados (es inevitable pensar en el Conan de Arnold Schwarzenegger en las primeras imágenes), narrados en estilo de juego de rol que pasan de aburrir a meternos de lleno en la aventura. Por el camino, nuestra misericordia tendrá que ir recogiendo huesos de guerreros caídos en la batalla (y que en el modo cooperativo será el esqueleto de nuestro propio avatar) para resucitarlos en el templo al terminar la misión.

Después de este guiño a Lázaro, los encontraremos en la taberna (bares, qué lugares), donde podremos reclutarlos para nuestro equipo y que nos ayuden en las siguientes misiones. También es posible enterrar los huesos de nuestros compañeros en vez de reanimarlos, lo que hará imposible que resuciten pero lo que nos podría otorgar pingües beneficios.

A partir de aquí, la mecánica se repite: según avanza la trama, desvelaremos intrigas de palacio, tendremos encargos del Gremio de Caballeros para buscar objetos antiguos y poderosos, ayudaremos a magos que utilizan la magia de las runas y nos acompañarán desde ladrones que fuerzan puertas y cofres a arqueros, enanos, hechiceros e incluso hadas que harán más fácil el camino entre zombies que vomitan líquidos corrosivos, setas que emiten veneno o harpías y vampiros (algo que, dicho así parece un «batiburrillo», pero delicioso a la hora de jugar). Además, con cada mazmorra conquistada (a la que podremos volver siempre que queramos para descubrir sus pasillos ocultos) iremos subiendo de nivel, lo que nos permitirá mejorar nuestro equipo de armamento, subir habilidades y, por supuesto, de nivel.

En cuanto a la banda sonora, es uno de sus puntos fuertes: acompaña en epicidad a la historia y a los personajes gracias a una orquesta en directo que se luce de manera sobresaliente cuando salimos de Hydeland para descubrir nuevos mundos pintados en la acuarela del mapa que ya lo habría querido Willly el Tuerto para sí.

Se trata de una sorpresa para aquellos que no jugaron en su momento el título lanzado en PlayStation 3 y PS Vita en 2013: la remasterización no tiene apenas cambios (salvo que ahora aguanta la resolución 4K desde PlayStation 4 Pro y la mejora de gráficos y banda sonora), pero lo bueno de esto es que se permite el juego de plataformas cruzadas en multijugador: quien tiene el título original para las anteriores consolas podrá jugar con aquellos que se suman desde PlayStation 4, lo que supone un punto fuerte para el apartado colaborativo, muy importante para disfrutar del juego : la inteligencia artificial es efectiva y entretenida, pero el combate se vuelve un caos en el caso sobre todo de los jefes finales y provoca que sea la máquina quien prácticamente se pase la mazmorra.

Aún así, se trata de un homenaje al mejor arcade de los noventa que si bien podría parecer corto en desarrollo y disfrute en los primeros diez minutos, a los quince nos tiene enganchados durante horas. Sin duda, quien se atreva a desentrañar los misterios de «Dragon’s Crown Pro» no se arrepentirá de entrar en sus dominios.

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