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El granjero chino que cuida de su madre pese a no tener brazos

Chen Xingyin, sin brazos desde los 7 años, es un ejemplo de lucha y amor

El granjero chino que cuida de su madre pese a no tener brazos

BITÁCORAS

Cuando una madre y un hijo se aman, hay pocas cosas que no estén dispuestos a hacer el uno por el otro. En esta sección ya te hemos contado historias que demuestran que las madres pueden ser super-heroínas ; y también hazañas como la de Lexi Shymanski, una niña de cinco años que trepó un precipicio para salvar a su familia tras un grave accidente de tráfico. El relato que hoy te traemos, sin embargo, va un paso más allá: no sólo nos habla de amor, sino que es además un ejemplo de superación personal .

Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Probablemente, nada de lo que podamos escribir describirá mejor el vínculo entre Chen Xingyin y su madre que la foto que encabeza este texto, que hemos encontrado en « Kindness Blog ». Chen es un granjero de 48 años residente en Tongxin, en pleno corazón de China; y lleva más de cuatro décadas viviendo y trabajando sin ayuda de sus brazos. Los perdió en un accidente cuando tenía tan sólo 7 años, pero eso no le ha impedido seguir adelante e incluso asumir responsabilidades.

Cuando Chen era apenas un adolescente, el fallecimiento de su progenitor le dejó solo con su madre, cuya salud estaba ya muy deteriorada tras una vida de durísimo trabajo. El joven se propuso darle los mejores cuidados posibles hasta el fin de sus días. Para cada cosa que no podía hacer por no tener brazos buscó una solución utilizando otras partes de su cuerpo, principalmente boca y pies. Su determinación fue tan firme que encontró maneras de superar cada uno de los obstáculos que encontró en su camino.

En la actualidad, la madre de este granjero tiene 91 años y su capacidad de movimiento está muy mermada, por lo que pasa la mayor parte del tiempo en una cama. Chen se encarga de cocinar para ella e incluso le da de comer. Como puedes ver en la fotografía, lo hace sosteniendo la cuchara con sus labios . Y eso no es todo: también ha aprendido plantar y recoger vegetales y a llevar a cabo las tareas del hogar. Juntos viven humildemente, pero con ejemplar dignidad.

Muchos vecinos de la zona han sugerido a Chen acercarse a una estación de tren cercana y pedir limosna a los pasajeros. Él siempre se ha negado a recurrir a ese extremo. «No tengo brazos con los que trabajar, pero puedo utilizar mis pies», explica con naturalidad. Seguramente sea eso lo que hace de él un auténtico héroe: no pierde un segundo en lamentarse, ni en dar importancia a lo que hace, por admirable que pueda resultarnos a los demás. Tan sólo lucha por aquello que ama .

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