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«Hay una burbuja en el 'ecommerce'»

Triitme es una «startup» española que vende productos de diseño a nivel europeo. La compañía nació para albergar una selección «diferente y exclusiva»

«Hay una burbuja en el 'ecommerce'»

J.M.SÁNCHEZ

Nombre tanto complicado de recordar, pero que responde a la filosofía para el que nació. Viene del inglés «treat me», se pronuncia igual aunque se escribe diferente. Triitme es una nueva tienda «online» en la que se venden productos de diseño en todo el territorio de la Unión Europea. En definitiva, un lugar donde poder darse un capricho.

La plataforma, creada en España por el vigués Álvaro Portela, de 28 años, recoge una selección de productos objetos de diseño «especiales» y «pensados» que no se suelen encontrar fácilmente. Desde sillas hasta relojes de mesa o lámparas increíbles que pueden anidar entre la decoración de una vivienda con cierto aire reivindicativo y elegante. Aquí tiene cabida cualquier diseñador que quiera vender sus creaciones a un consumidor exigente que desea tener un producto «diferente y exclusivo».

«Nuestros productos son novedad, no somos un 'outlet'. Vendemos un producto actual, que se lanza este año, no tenemos que hacer estos descuentos para que el producto sea atractivo», explica a este diario su fundador. Además del espacio de venta, en el que se pueden encontrar diversos productos de todo tipo, incluye una revista especializada en diseño, «un complemento muy importante», en la que se muestran novedades en este área así como los procesos de creación de los productos.

Para poner en marcha Triitme ha sido necesaria cosechar una cierta experiencia por parte de este ingeniero gallego amante de los objetos de diseño. De su paso por una «startup» de EE.UU. le picó el gusanillo para intentar probar suerte como emprendedor, algo que le venía de familia, dado que su padre se lo ha inculcado de pequeño. Sus dotes empresariales y sus deseos de ver crecer un proyecto le vienen innato. Pero para ello se requiere de esfuerzo. Recuerda una frase de su abuelo quien decía: «Yo abro a mis empleados desde dentro y los cierro desde dentro. O trabajas el que más, o no hay nada que hacer». Su caso es como el de muchos.

Para ponerlo en marcha la «startup» necesitó de gran apoyo. «Conseguimos tres inversores, todo inversión privada. Ayudó mucho tener contactos y un exhaustivo plan de viabilidad para convencerles. El dinero vuela, abrir la puerta mensualmente ya son 20.000 euros. En Estados Unidos es fácil encontrar un inversor, en España la crisis inmobiliaria ha ayudado a que los inversores dejen de invertir en ladrillo y piensen en invertir en empresas jóvenes serias. Si el inversor ha partido de la nada, generalmente confía en empresas que parten de la nada», matiza.

Al principio su entorno de amistades y familia trató de quitarle la idea de la cabeza pero, por si fuera poco, ha querido crear un proyecto a nivel europeo. «Viendo los costes de gestión y la creación de la plataforma, hacer esto 27 veces nos costaba más», comenta. Con esas bases, se ha querido lanzar al ruedo para desarrollar un proyecto de «ecommerce», un nicho de mercado que está comenzado a crear saturación y en el que en los últimos años han venido naciendo numerosas propuestas.

¿Hay una burbuja «ecommerce»? «Sí, creo que están saliendo muchas páginas web pero muchas cierran porque el enfoque es equivocado. Ha habido muchas empresas de fuera que han venido a España empezar un negocio y lo único que han hecho ha sido exportar sus negocios a nivel europeo, y la cultura de Europa es distinta de los países anglosajones. Si quieres hacer un comercio electrónico que funcione en todos los países por igual es muy complicado. Están saliendo muchas páginas pero hacen lo mismo que hacen desde hace diez años: un ‘'outlet'», lamenta.

A su juicio, esta situación es más palpable en España porque es uno de los países europeos donde mayor está asentado la cultura del todo gratis. «Tenemos un afán por encontrar lo más barato, pero muchas veces no siempre lo más barato es siempre lo mejor. Lo único que hacen es estar compitiendo en precio y, al final, es una desventaja porque no puedes competir con las grandes compañías como Amazon. Hay una cantidad de tiendas alucinante, pero todas compiten en los mismo: la compra en el momento adecuado y al precio más barato», apunta.

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