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Los «hackers» declaran la guerra a la RAE

La inclusión de este término como «pirata informático» en el nuevo Diccionario de la lengua española levanta ampollas en un colectivo que se siente criminalizado

Los «hackers» declaran la guerra a la RAE AFP

Aitor Santos MOYA

Cuando el español es más universal que nunca, resulta curioso observar como aún sigue habiendo términos oficiales más propios de la Neolengua que describiera Orwell en su famosa novela 1984. Una contradicción que tiene en pie de guerra a los hackers desde que el pasado día 17 de octubre la Real Academia Española (RAE) presentó la vigésima tercera edición del Diccionario de la lengua española. En ella se ha incluido por primera vez el término hacker, pero no precisamente de la forma que este colectivo esperaba.

Si alguien abre el nuevo diccionario y busca la palabra en cuestión, leerá lo siguiente: «hacker»: pirata informático. Una única definición, lejos de la compañía de ninguna otra acepción, que retrata la temeridad de reducir un campo tan amplio a la creencia más extendida de la calle. Como si de una condena social se tratara, Yago Jesús, profesional de la seguridad informática y editor del blog securitybydefault.com, da en la tecla sobre el porqué de la decisión, «la definición que ha tomado la RAE ha sido la que habitualmente se usa en películas , prensa y programas de actualidad».

Aunque de sus palabras se desprende que «las personas que se dedican a la seguridad» están más que acostumbradas a «la perversión del término hacker», existe el malestar generalizado de que se podría haber procedido de otra manera a la hora de fijar el concepto. «Habría sido interesante una mejor documentación y que hubieran solicitado asesoramiento; me da la impresión que en esta palabra han invertido muy poco tiempo para elaborar la definición. Existe un término denominado 'cracker' que sí se ajusta a la definición que han tomado en la RAE».

«El término 'cracker' sí se ajusta a la definición que han tomado en la RAE»

Más allá de la inexactitud evidente, la indignación reside en la igualdad que establece entre el «hacker», que trabaja como investigador con el fin de conseguir reforzar los mecanismos de protección, y el cibercriminal que pone sus conocimientos al servicios de actividades delictivas . «Un Hacker es alguien que, armado de curiosidad, se dedica a aprender sobre algo y a buscar formas de mejorarlo. Hay hackers de la seguridad informática, hackers financieros, etc», explica Yago Jesús, para a continuación mostrar un símil demasiado familiar durante estos días, «Si trasladamos la cuestión al mundo real, bastaría con comprender que, por ejemplo, al médico que se le ocurrió utilizar el plasma de una persona que ha superado el ébola y usarlo como medicina, en realidad está 'hackeando' el ébola ».

A pesar de que la palabra hacker es un término que sobrepasa el contexto informático, todavía guarda una parte de clandestinidad necesaria para el desarrollo de la actividad, «evidentemente el mundo de la seguridad informática está inevitablemente ligado a elementos algo turbios. Al final se trata de defender algo de las posibles amenazas con lo que es necesario conocer dichas amenazas». No obstante, Yago Jesús remarca que una cosa es el desarrollo profesional y otra cosa es que eso signifique que una persona ligada profesionalmente a la seguridad tenga que tener «una parte oscura».

Aunque la polémica levantada por la RAE es solo el capítulo más reciente, la perversión del término viene de lejos, «la culpa de esto es de las empresas que, por beneficiarse de la palabra, han empezado a vender servicios de 'hacking ético' cuando en realidad el concepto es 'auditoría de seguridad'. Esos, yo creo, son los verdaderos culpables de la perversión».

En última instancia, Yago Jesús coloca el foco de la solución en los medios de comunicación, «ellos tienen el altavoz necesario para llegar donde se toman esas decisiones». Duro camino el que aún deberán recorrer. Lo peor de arrastrar un «sambenito» no siempre reside en la propia estigmatización que de él se desprende, si no en los ecos distorsionados de quienes tienen el suficiente poder para perpetuarlo.

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