¿Te apuntas a la electroestimulación como rutina de entrenamiento?
Te damos las claves de esta técnica reservada antaño para la élite deportiva basada en pequeñas descargas eléctricas
No promete resultados si se trabaja de forma pasiva ni está pensado para aquellos perezosos que creían que solo con colocarse unos cables por el cuerpo tenían la puesta a punto asegurada. Pero, para los escépticos de esta forma de entrenamiento que ha seducido a tantos famosos, el rendimiento es más que notable. ¿Su punto fuerte? El tiempo, ya que en tan solo 20 minutos consigue ponerte a tono y hacerte perder hasta 1200 calorías gracias a su intensidad.
Su forma de conseguirlo es mediante pequeñas descargas eléctricas que no hacen más que enviar al músculo un mayor estímulo para que su tensión aumente y por ende el efecto provocado sea también mayor. De ahí que los defensores de esta técnica aseguren que una sesión pueda llegar a equivaler a más de dos horas de gimnasio. En eso consiste la estimulación eléctrica muscular (EMS), una técnica que aunque lleva años en el mercado fue hace tres cuando vivió su boom al pasar de estar pensado como recuperador de lesiones a ser todo un habitual de muchos centros fitness o incluso de belleza. Una saturación que no hizo otra cosa más que desacreditar este tipo de entrenamiento , al poner en duda la cualificación del personal y la calidad del material que se necesita.
Porque, como suele ocurrir en estos casos, la clave está en elegir bien dónde hacerlo y, más importante aún, con quién. La figura del entrenador en este caso es absolutamente principal ya que él es quien, en función del estado físico o el peso por ejemplo, puede regular la intensidad de la clase o las zonas a tratar porque uno de los claros pros de la EMS es su capacidad de adaptación.
¿Cómo es una sesión?
Hemos hablado de las razones que apelan sus defensores y detractores pero aún no hemos contado en qué consiste una de sus sesiones. Lo primero, es vestirse con la ropa adecuada que debe ser ajustada al cuerpo. Sobre ella se coloca un traje con electrodos que va conectado a una máquina con diferentes programas de entrenamiento que controla el profesional mientras te marca los movimientos que debes realizar. Estos consisten en lanzamiento de piernas, sentadillas, abdominales o flexiones, tan solo con la ayuda de una colchoneta y mancuernas. También hay quien incluye otros elementos como bosu o TRX para añadir un plus. Alberto Mariani , entrenador personal y profesional de esta técnica desde que apareció en el mercado, nos explica las pautas: "las sesiones duran 20 minutos y se dividen en tres tramos. Una de tonificación en la que trabajan las fibras musculares más internas y te sirve para reafirmar y endurecer. Hay otra parte que consiste en enviar otro impulso a la parte más superficial que lo que hace es acelerar el metabolismo e incentivar la quema de grasas. Por último, llega un periodo de en torno a tres minutos que equivaldría al estiramiento o recuperación. Relaja y descarga las fibras musculares después del ejercicio".
Lo primero, es vestirse con la ropa adecuada que debe ser ajustada al cuerpo. Sobre ella se coloca un traje con electrodos que va conectado a una máquina con diferentes programas de entrenamiento que controla el profesional mientras te marca los movimientos que debes realizar. Estos consisten en lanzamiento de piernas, sentadillas, abdominales o flexiones, tan solo con la ayuda de una colchoneta y mancuernas.
Una o dos veces por semana suele ser la frecuencia recomendada por los expertos dependiendo del grado de actividad que se realice. "Si mi cliente además de someterse a electrofitness sale a correr, juega al padel o incluso va al gimnasio lo recomiendo una vez por semana porque entiendo que ya hace ejercicio y esto es un plus que le va a ayudar con sus objetivos", comenta el especialista quien, asegura, " es compatible con cualquier tipo de ejercicio en sí porque todo depende de que el entrenador adapte lo que tú haces a la máquina. De hecho, muchos deportistas de alto rendimiento como los jugadores del Real Madrid lo utilizan y hace poco trabajé con la fundación UNED en colaboración con la OCE con un grupo de personas invidentes a los que preparé con electrofitness para subir al pico más alto de Noruega y lograron coronarlo con éxito", prosigue. Razones de más por las que recientes estudios hayan apuntado que precisamente no debería ser la única fuente de actividad física en individuos sedentarios o en aquellos que no tengan experiencia previa en entrenamientos de fuerza para evitar lesiones graves.
No apto para todos
Su capacidad de adaptación no augura que la electroestimulación sea apta para todos. Personas que sufren epilepsia, cardiopatías, diabetes, hipertensión, hernias de abdomen o inguinal, problemas de circulación, niveles altos de ácido úrico, perturbaciones neurológicas, artritis, artrosis o tengan un marcapasos deberán abstenerse. De igual forma, deberán evitar su práctica las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia, así como las que las que han tenido hace menos de 9 meses un parto vaginal con episiotomía o han dado a luz por cesárea.
Motivos sanitarios aparte, la otra razón por la que el trabajo con estos impulsos no es apto para todos los públicos es su precio. Aunque en los últimos años las tarifas se han democratizado un poco por el aumento de oferta, sigue sin estar al alcance de todos los bolsillos. Unos 30 euros por sesión suele ser la media en la mayoría de centros, aunque ésta sube en el caso de que sea el entrenador el que se desplace a tu domicilio como ocurre con los rostros conocidos que incluyen esta práctica entre su rutina deportiva. Desde futbolistas a los que colocan los chalecos tras sus clásicos entrenamientos hasta actores como Luis Merlo o escritores como Boris Izaguirre han querido probar los beneficios de las descargas en su propio cuerpo.
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