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LUJO

¿Por qué el Koh-i-Noor es el diamante más famoso del mundo?

La sangrienta leyenda de la joya esconde traiciones, asesinatos y torturas, cuenta que solo Dios o una mujer están a salvo del maleficio

Actualmente la joya está engarzada en la corona inglesa ABC
Raquel F-Novoa

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En el centro de la corona de la reina de Inglaterra sangra en mil destellos el diamante Koh-i-Noor , conocido popularmente como el «más infame del mundo» . La belleza de la joya de 108 quilates ha desatado cruentas luchas a lo largo de la historia.

Gobernantes hindúes, mongoles, persas, afganos y sijes se enfrentaron por este botín de guerra dejando a su paso un desgarrador rastro de cadáveres y traiciones hasta que en 1877 llegó a las manos de la reina Victoria .

Hoy es uno de los tesoros más preciados de la corona británica , pero los investigadores lo describen como un «símbolo del colonialismo» porque, a pesar de su antigüedad, no se hizo famoso hasta su aterrizaje en el Reino Unido.

«Creo que los británicos deben pedir perdón a la India por las atrocidades de la época colonial», declararon a EFE William Dalrymple y Anita Anand, autores del libro «Kohinoor: La Historia del Diamante Más Infame del Mundo» .

Testigo de la desgracia

La primera referencia del Koh-i-Noor aparece en el Baburama , el libro de memorias del Babur, el fundador de la dinastía mogol en la India. Hablaba de su primer poseedor, un rajá de la región de Malwa, y calculaba que la valía de la piedra era tal que podría alimentar al mundo entero durante dos días y medio .

Diamante Koh-i-Noor WP

La joya procede de la mina de Kollur , en Andhra Pradesh, la cuna de los diamantes tan valiosos como el diamante Hope, el diamante verde de Dresde, el Gran Mongol o el Darya-ye Noor . Según una crónica persa que narraba invasión de la India, la piedra se guardó con celo en un templo al sur del país hasta que fue robado.

Llegó al tesoro Mongol , según la documentación conocida, cuando la madre del maharajá muert o en la invasión de Panipat lo entregó a Humayun, el hijo mayor del nuevo emperador. Éste se lo regaló al Shah de Persia como muestra de agradecimiento por haberlo acogido en el exilio y ayudarlo a recuperar el trono de la India. Humayun no escapó a la maldición, murió ocho años después de que el diamante llegara a sus manos.

El Shah, ajeno al valor de la joya -o consciente de su maldición- se lo regaló a Burhan Nizam, soberano del Sultanato de Ahmednagar. Pasó de mano en mano y de dinastía en dinastía y la superstición alrededor del diamante crecía como una bola de nieve. Llegó a establecerse una regla: el diamante no debía salir de su cofre .

Shah Jahan, el artífice del Taj Mahal , lo engarzó en su Trono del Pavo Real. Poco después su propio hijo lo encarceló para ocupar su lugar.

En 1739 el emperador persa Nadir Shah saqueó Delhi y se llevó el trono con el cristal incluido sobre el que reinaba el mogol Muhammad Shah. En esa época se rebautizó al diamante de Babur y se le dio su nombre actual, Koh-i-Noor, que significa montaña de luz . Cambió la denominación pero no el destino de su propietario, Nadir Shah fue asesinado ocho años después .

La piedra llegó al tesoro del reino Sij , derrotado por los británicos en 1849. El maharajá de 10 años de Punjab se vio obligado a hacer la entrega de la joya a la reina Victoria de Inglaterr a .

Detalle de la corona inglesa donde se aprecia la piedra ABC

Sólo Dios o una mujer

Lo exhibió por primera vez en una visita de estado a Francia, llevaba un vaporoso vestido blanco que había diseñado para ella el príncipe Alberto . Su indumentaria no llamó la atención, según las crónicas de la época, fue la corona el eje de todas las miradas: «las piedras capturaron las llamas de las velas en una miríada de pequeños destellos. Sentado sobre la frente de Victoria, el legendario Koh-i-Noor brillaba como un tercer ojo ».

Más de un siglo después, 2 de junio de 1963 una jovencísima Isabel II tomaba posesión del trono inglés con el Koh-i-Noor sobre sus cabellos el día de su coronación. Ambas monarcas fueron las más longevas de la historia de Inglaterra, algo que afianza la leyenda del diamante, que cuenta que traerá la desgracia al hombre que lo posea, pero, si cae en manos de una propietaria, le concederá los mayores éxitos. Por eso si cayera en manos de un varón, éste debería entregarlo a su esposa. Los versos dicen literalmente que: «quien posea este diamante dominará el mundo, pero también conocerá todas sus desgracias. Solo Dios, o una mujer, pueden llevarlo con impunidad ».

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