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El Tribunal de Estrasburgo condena al Estado portugués por «violación de la libertad de expresión»

Debe pagar 39.000 euros a una revista que publicó un artículo en el que se cuestionaba si el ex primer ministro Santana Lopes tomaba drogas

El entonces presidente de Portugal, Pedro Santana Lopes ABC

FRANCISCO CHACÓN

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado al Estado portugués a pagar 39.000 euros por «violación de la libertad de expresión ». Los hechos se remontan a un artículo publicado en 2004 en la revista 'Visao' bajo la firma del periodista Filipe Luís, en cuyo texto se cuestionaba si las reiteradas críticas del entonces primer ministro, Pedro Santana Lopes , el que era comentarista televisivo estrella podían tal vez deberse al consumo de drogas.

El comentarista no era otro que Marcelo Rebelo de Sousa , hoy presidente de la República portuguesa, quien desempeñaba su tarea en la cadena privada TVI.

La publicación consigue así resarcirse después de un largo proceso, pues inicialmente vio cómo una sentencia del Tribunal local de Oeiras obligaba a su equipo directivo a pagar 30.000 euros a Santana Lopes por «daños morales».

La crónica en cuestión, titulada «El despertar del presidente», expresaba: «El primer ministro mandó, de forma un tanto cobarde, a su más fiel servidor, el ministro de Asuntos Parlamentarios Rui Gomes da Silva , acusar a Marcelo de mentiroso y manipulador, amenazando con quejas a las más altas instancias».

Era la antesala para sus palabras más controvertidas en tono interrogativo: «¿Será un delirio provocado por el consumo de drogas duras, una nueva originalidad nacional o sólo un disparate sin nombre?».

«Ironía»

La resolución del Tribunal Europeo aclara de forma taxativa: «Es evidente que el periodista no quería imputar el consumo de drogas duras al primer ministro ni lanzar un rumor de esa naturaleza, sino utilizar la ironía en clave política».

Precisamente, en estos términos planteó su defensa Santana Lopes, quien aseguraba que la revista inducía a la opinión pública portuguesa a pensar que él era «un potencial consumidor de drogas duras» y que, por tanto, se ponía en la picota su consideración personal y profesional.

Hace cuatro años, el caso llegó al Tribunal Supremo del país vecino, que refrendó la sentencia de la Corte de Oeiras. Ahora Estrasburgo se posiciona del lado del medio de comunicación .

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