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Tres millones de niñas son sometidas a mutilación genital femenina cada año

La práctica ha sido prohibida en los 50 estados miembros de la Unión Africana

Fotografía sin fechar facilitada por UNICEF el 5 de febrero de 2016 de una mujer y sus hijas en su casa en la localidad de Cambadju, en la región de Bafata (Guinea Bisau). El pueblo es el primero en el país que ha renunciado a practicar la ablación genital EFE

ABC

Tras la prohibición de la mutilación genital femenina en los 50 estados miembros de la Unión Africana, Plan International recuerda que tres millones de niñas son sometidas a mutilación genital femenina (MGF) cada año, una práctica tradicional común en 29 países de África y Oriente Medio que viola los derechos fundamentales de mujeres y niñas.

Esta organización urge a todos los gobiernos a ratificar un acuerdo firme y a largo plazo para erradicar esta práctica, de la que han sido víctimas 200 millones de niñas y mujeres en todo el mundo pese a estar prohibida por ley o decreto constitucional en la mayoría de los países con mayor prevalencia.

La mutilación genital es una práctica que atenta contra la vida de las mujeres, acarrea traumas y provoca complicaciones físicas como desequilibrios durante la menstruación, dificultades en el parto, hemorragias o infecciones del aparato urinario. En ocasiones, las complicaciones en el parto pueden provocar incluso la muerte de la mujer y el bebé.

La directora general de Plan Internacional en España, Concha López , defiende que «eliminar la mutilación genital femenina en la próxima década debe ser una prioridad para la agenda internacional. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible contienen un objetivo específico para pedir el fin de esta práctica en 2030 . Para ello, es muy importante contar con la legislación necesaria y trabajar con las comunidades sobre los riesgos y consecuencias de esta práctica».

Trabajo con las comunidades

Plan International trabaja para erradicar la mutilación genital femenina en países como Mali, Guinea Bissau, Etiopía, Egipto, Sierra Leona y Kenia , aumentando la concienciación en las comunidades a través de talleres, charlas, material divulgativo y grupos de discusión para dar a conocer los riesgos y consecuencias negativas de esta práctica.

La legislación y los esfuerzos políticos son importantes pero muchas veces insuficientes . Es necesario un esfuerzo mucho mayor, implicando a las comunidades que la practican, para que las propias víctimas y sus familias sean agentes de cambio de normas sociales y culturales muy arraigadas.

Es importante involucrar a los representantes de todos los grupos sociales y trabajar con hombres, mujeres, jóvenes, mayores, líderes religiosos, profesores y estudiantes para que la información se difunda en todos los grupos sociales de la comunidad.

Para Plan International, el diálogo con adolescentes y la sensibilización de las comunidades es fundamental, ya que la lucha para la erradicación se enfrenta a una barrera cultural . Abogan por promover la apertura del debate para lograr que las comunidades extingan esta práctica.

Educación, la herramienta fundamental

La educación es una herramienta fundamental en la lucha para la erradicación de la práctica: cuando las madres y padres tienen mayor nivel educativo y conocen los riesgos y consecuencias de esta práctica , hay menos probabilidades de que sometan a sus hijas a la mutilación.

En Mali, la organización lleva trabajando para luchar contra la mutilación genital desde 1996 . En este país de África Occidental, alrededor de 5,75 millones (89-94%) de mujeres han sufrido esta mutilación. De las 180 comunidades en las que trabaja Plan International, 44 han declarado públicamente el abandono de la práctica.

En el área de actuación de Plan International en Etiopía, el 92% de las niñas recién nacidas no han sido mutiladas y en la localidad de Bonazuria, región de SNNPR (Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur), 14 de las comunidades han expresado en sus leyes consuetudinarias la prohibición de la mutilación genital femenina.

«Tengo una amiga a la que le practicaron la mutilación con el método tradicional. Tuvo una infección y estuvo sin poder levantarse de la cama durante más de un mes. Le ha quedado una cicatriz que le provocará complicaciones en sus partos. Decidí que yo no pasaría por lo mismo. A mi madre le extrañó mi decisión y quiso saber por qué no quería continuar con la tradición. Cuando le conté las cosas que había aprendido en la escuela y en el club, empezó a apoyarme plenamente. Ahora ella también se opone frontalmente a la mutilación genital femenina», explica Dirshaye, de 13 años, miembro del Club de Niñas contra la Mutilación Genital Femenina.

Más de 50 chicas forman parte del Club de Niñas contra la Mutilación Genital Femenina, impulsado con el apoyo de Plan International en una escuela de Bonazuria. Las participantes reciben información acerca de las consecuencias de esta práctica y discuten cómo hacer llegar los mensajes a su comunidad. Desde el grupo difunden el mensaje a sus familias, empoderando a sus compañeras al tiempo que contribuyen a poner fin a esta práctica perjudicial.

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