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PSICOLOGÍA

«Saber decir que no genera angustia pero es el preámbulo de la libertad en el trabajo y en lo personal»

El autor del libro, «Saber decir que no», Francesc Torralba aconseja aprender a decir que no cada día para aprender a trazar nuestro propio camino aunque eso suponga no encajar o no agradar al resto

J. G. STEGMANN

Decía San Francisco de Asís que hay que empezar haciendo lo necesario, luego lo posible y, de pronto, descubrirás estar logrando lo imposible. Los pequeños actos cotidianos pueden ayudar a modificar nuestra conducta hasta que seamos protagonistas de un cambio radical en nuestra vida.

Saber decir que no cada día es un acto de aprendizaje constante que hará nuestra vida mejor. Como dice Francesc Torralba , doctor en Filosofía y autor del libro « Saber decir que no », «el ejercicio de saber decir que no genera angustia pero es el preámbulo de la libertad en el trabajo y en lo personal».

Precisamente por eso es tan importante saber decir que no, porque libera y «porque permite trazar la propia vida o itinerario . No se puede decir que sí a todo, muchas veces lo hacemos para cumplir las expectativas del otro, para no sentirnos excluidos del grupo y lo que hay que hacer esa desarrollar el propio proyecto personal».

El autor matiza que no vale el «no por el no», es decir, de nada sirve negarse de forma ofuscada, que desvela en realidad una pseudosublevación, como el no reactivo, por ejemplo, del adolescente para llamar la atención. Sin embargo, tampoco vale siempre la filosofía de la afirmación. «La aceptación es un valor esencial en la vida humana pero también lo es, en cierta medida, la práctica de la negación. Existen realidades que no pueden dejar de ser como son , pero hay realidades que pueden cambiar, que atesoran posibilidades inéditas, metamorfosis potenciales», explica Torralba en su libro en el que, insiste, hay cosas que pueden ser mucho más bellas, verdaderas, buenas y nobles.

Y aquí se incluyen las relaciones, el trabajo, nosotros mismos...en definitiva, la vida. «La calidad de la vida no solo tiene que ver con el aire que respiramos sino también con la calidad de las relaciones que tenemos », señala Torralba. Ello implica revisar también el tipo de relación que tenemos con el entorno, con nuestro padre, nuestra madre, nuestros hermanos o nuestra pareja y «ser capaces de tomar distancia, examinar los vínculos y sopesar si se trata de relaciones que liberan, que desarrollan mis capacidades, que me hacen crecer o, por el contrario, me hieren».

En este sentido, considera que hay que decir que no a las relaciones tóxicas, es decir, «aquellas en las que me ignoran, me convierten en un objeto sexual o en un instrumento de decoración».

«Es liberador o no es amor»

Este vínculo tóxico puede deberse a una personalidad insegura, con baja autoestima o «con una dependencia crónica emocional que provoca miedo a decir no por miedo a la soledad, a la intemperie... En cambio, dicen sí a una relación instrumental, que no libera o coacciona y el amor es precisamente lo contrario, es liberador o no es amor».

Pero también hay relaciones a las que, aunque no son tóxicas, también hay que negarse . Por ejemplo, las superficiales creadas a través de las redes sociales. «En la vida hay que elegir, no se puede amar a todo el mundo, ni ser amigos de todo el mundo, para conocer a fondo a alguien hay que focalizar la atención en unas pocas personas».

En el ámbito laboral es donde Torralba encuentra mayores dificultades para negarse. «Cuando hay mucha precariedad laboral, es difícil decir que no, uno acepta lo que le ofrecen, calla y aguanta porque quiere ese trabajo. En estos ámbitos, la empresa tiene que tener claro qué espera del trabajador y qué espera este de la empresa . Es básico es que se cumpla el contrato y haya una relacion de confianza pero hay tanto miedo que se obstaculiza la libertad».

«Es difícil decirle que no a un hijo»

Pero sin ir al extremo de desavenencias contractuales, el autor llama la atención sobre la importancia de decir que no a pequeñas cosas como cuando decimos decidimos quedarnos más tardeo al prolongar la jornada laboral solo por miedo.

Sin la existencia del miedo, el «no» cuesta también en casa, por ejemplo, con los hijos. « Es difícil decirle que no a un hijo , pero hay que hacerlo, si no lo convertimos en un déspota».

Torralba señala que no solo basta con decir que no a relaciones que nos hacen mal o a intentos de explotación en el trabajo, también «hay que decir que no a propuestas, a estilos de vida, al consumismo, al individualismo, a la violencia o a la corrupción ».

En el caso del consumismo, ante el estímulo permanente que nos seduce a comprar, Torralba aconseja, en primer lugar, discernir, pararse a pensar si realmente necesito ese objeto que quiero comprar y pensar a fondo si ese objeto resuelve una necesidad o crea otra.

Pero ante todo, saber decirse que no a uno mismo, que implica, en consecuencia, aceptación. « Hay que dejar de compararse y aceptarse con las propias capacidades . Hay gente que vive en tensión permanente por querer ser el mejor en el trabajo, en la familia y cuando no se consigue se vive con mucha frustración. Hay que aceptarse, es muy liberador».

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