Hazte premium Hazte premium

Santiago Martín

Rezar por la paz

Cabe preguntarse qué podemos hacer en estos momentos los católicos

Ahora que se ha consumado el desatino de proclamar la República catalana, mientras los políticos llevan a cabo la difícil e imprescindible tarea de restaurar la legalidad, hay que preguntarse qué podemos hacer los católicos en este momento. Tanto los que están en Cataluña como los que estamos en el resto de España. En buena medida, lo que ha sucedido no habría pasado sin la colaboración activa de una parte de la propia Iglesia y, en especial, de muchos de los colegios dirigidos por religiosos. Si ha sido un grave error dejar la Educación en manos de las Autonomías, ha sido algo más que un error transformar las aulas de los colegios católicos en lugares donde se fomentaba el independentismo desde una perspectiva victimista, llegando a sembrar el odio hacia España y los españoles en niños pequeños, de lo cual hay constancia sobrada. Por eso, cuando se restaure la legalidad, una de las tareas que debe llevar a cabo tanto la jerarquía católica como las autoridades del Estado es el control de la educación, si no se quiere que lo que pasa ahora vuelva a repetirse una y otra vez.

Pero más allá de esto, que es una tarea imprescindible para llevar a cabo a medio plazo, hay algo que debemos hacer ahora y de manera urgente. Tenemos que rezar y quizá eso se nos está olvidando. Debemos rezar por la Patria, por la unidad de la Patria y también para que la recuperación de la legalidad se pueda hacer sin violencia, lo cual temo que será difícil de conseguir y por eso hay que pedírselo al Señor como un don muy especial.

La tarea de la Iglesia ha debido ser siempre predicar el Evangelio, fomentar la concordia y la unidad, tender puentes y no levantar muros, reconciliar y no esparcir la semilla del odio. Cuando esto no se ha hecho, la Iglesia ha traicionado su misión. A esto hay que volver, con urgencia y con empeño. Es hora de hacer un examen de conciencia, de corregir errores, de abrir brazos y no de cerrar puños. Es hora de rezar a la Madre común, que es la misma que se venera en Zaragoza, en Montserrat o en Covadonga. Que ella nos salve del rencor y la violencia.

Santiago MartínSantiago Martín

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación