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JMJ DE CRACOVIA

El Papa recuerda a los jóvenes que «quien no vive para servir, no sirve para vivir»

Un Vía Crucis rabiosamente actual, con las 14 obras de misericordia

Varias religiosas portan la cruz durante el Vía Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud en el parque Blonia de Cracovia (Polonia) EFE

JUAN VICENTE BOO

Al término de un Vía Crucis de coreografía ultramoderna y temática ultracontemporánea, el Papa Francisco ha dirigido el viernes un mensaje muy claro a los 800.000 jóvenes de 187 países: «Ante el mal, el sufrimiento y el pecado , la única respuesta del discípulo de Jesús es el don de sí mismo, incluso de la vida: Si un cristiano no vive para servir, no sirve para vivir».

La enésima idea genial de los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia ha sido unir a cada una de las catorce estaciones del Vía Crucis una de las catorce obras de misericordia, siete corporales y siete espirituales.

Cada estación comenzaba con una avanzadísima coreografía alusiva a un tema de la Pasión de Jesús y la obra de misericordia asociada como por ejemplo, «Jesús encuentra a su madre» y «Consolar a los afligidos».

Los textos eran clarísimos, directos y actuales. Así, por ejemplo, se rezaba por las personas esclavizadas «por la dependencia de la droga, de los juegos de azar o de los teléfonos móviles».

En cada estación llevaba la Cruz de madera de la JMJ un grupo relacionado con la respectiva obra de misericordia, como la Comunidad de San Egidio respecto a la de «acoger al peregrino, acoger al refugiado».

La tragedia de los refugiados y la indiferencia de Europa salió a la luz ya en la primera estación, «Jesús es condenado a muerte» ya que en muchos casos, «negar acogida al refugiado equivale a condenarlo a la muerte».

Los jóvenes meditaban sobre ese punto después de haber seguido por teléfono móvil o tableta durante la mañana la visita del Papa a los campos de exterminio de judíos de Auschwitz y Birkenau , otra gigantesca tragedia europea vivida hace 75 años con una indiferencia similar a la que hoy despliegan ante los refugiados muchas persona y países enteros como, por ejemplo, Polonia.

Fuerza arrolladora

En su discurso, el Papa volvió sobre ese punto afirmando que «en esta tarde, Jesús -y nosotros con él- abraza de modo especial a nuestros hermanos sirios que huyen de la guerra. Los saludamos y acogemos con amor fraternal y simpatía». Aunque el momento era de oración, los muchachos respondieron inmediatamente con un fortísimo aplauso.

Francisco enumeró a los jóvenes cada una de las siete obras de misericordia corporales y las siete espirituales. Después de catorce meditaciones realistas y concretas, la llamada a practicar las obras de misericordia resonaba con fuerza arrolladora ante la inmensa cruz de metal en la que se había representado un Vía Crucis viviente capaz de conmover a la persona más fría.

Con mucha fuerza, el Papa les decía que «nuestra credibilidad como cristianos depende del modo en que acogemos a los marginados heridos en el cuerpo y a los pecadores heridos en el alma. ¡No en las ideas!».

Todo desbordaba realismo, desde las catorce meditaciones hasta las palabras de Francisco, quien advertía a los chicos y chicas que «la vía de la Cruz es la vía de la vida y del estilo de Dios, que Jesús manda recorrer a través también de los senderos de una sociedad a veces dividida, injusta y corrupta».

El Papa y los jóvenes rezaban juntos en el mismo parque Blonja de Cracovia que había sido escenario de la fiesta de bienvenida veinticuatro horas antes, el jueves al atardecer. Pero el cambio de tono era radical: se pasaba del ritmo y el estruendo de Woodstock al drama y la intensidad religiosa de la Pasión viviente de Oberammergau.

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