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Una mujer maltratada pide ayuda a través de una nota que metió en los deberes de su hijo

Desesperada por resolver una situación insostenible, secuestrada en su casa por su marido, se le ocurrió colar una nota de auxilio entre los libros de su pequeño donde, afortunadamente, una profesora la encontró y llamó a la Policía española

PABLO D. ALMOGUERA

No podía salir a la calle sola, estar en las redes sociales o tener teléfono móvil sin que el supuesto «carcelero» en el que se había transformado su marido no lo autorizase o realizase su inspección previa. Pero no era lo más grave, si se pueden establecer baremos en la lacra del maltrato. Cuando tenía el humor torcido, las presuntas humillaciones y vejaciones verbales supuestamente daban paso a la violencia física. Todo valía. Desde empujarla, hasta estrangularla cuando le placiera o prenderle fuego a la cama como amenaza. Un calvario de vida al que parecía condenada si un golpe de ingenio no hubiese posibilitado a la Policía Nacional su liberación. Entre los deberes que su hijo debía entregar en clase al día siguiente, la mujer escondió una nota de auxilio que afortunadamente llegó hasta su destino: una profesora que dio la voz de alarma y que supuso el punto de partida de un dispositivo policial que permitió la detención del presunto maltratador —J.C.T, de 52 años.— en el municipio malagueño de Benalmádena. Según señalaron fuentes judiciales, se le han impuesto una serie de medidas para impedir que se acerque a la víctima. La actuación policial se precipitó el pasado día 18 en un centro educativo de la citada localidad costasoleña y suponía el fin a un largo periodo de supuestos malos tratos y una existencia marcada por el miedo.

Comisaría de Torremolinos

Según relató la propia víctima a los agentes de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) de la Comisaría de Torremolinos-Benalmádena, que llevaron a cabo la intervención, desde que el matrimonio y sus hijos se habían instalado en la Costa del Sol, era sometida a una constante vigilancia y control por parte de su pareja que derivaba en una situación de reclusión en el domicilio familiar.

El individuo, de origen uruguayo, supuestamente no le permitía salir a la calle sola, ni entablar amistad con sus vecinos o cualquier otra persona. Para asegurarse de que así fuera, le inspeccionaba el teléfono móvil, le impedía tener acceso a las redes sociales y filtraba cualquier contacto con el «mundo exterior», contó la mujer a los investigadores.

Una profesora que revisaba las tareas encargadas a los alumnos se topó con el SOS lanzado por la mujer

Esta situación venía repitiéndose en el tiempo desde que se trasladaron a España, un periodo en el que la mujer no logró fraguar ni una sola amistad a la que pedirle auxilio. Y como el control al que era sometida en su día a día era tan férreo, tratar de acudir a la Policía o los Servicios Sociales para pedir ayuda era una opción descartada por el miedo.

No obstante, decidida a acabar con esta vida de reclusión y violencia, la mujer dio un paso adelante y contar lo que estaba padeciendo. Pero, ¿cómo evitar el continuo control de su esposo? La mujer escribió una nota de socorro en la que contaba que estaba siendo víctima de malos tratos y que no podía pedir auxilios porque era vigilada. Después cogió y la escondió entre los deberes que uno de sus hijos debía entregar en el colegio, con la esperanza de que algún adulto la encontrase y pudiera dar la voz de alarma. Así fue. Una profesora que revisaba las tareas encargadas a los alumnos se topó con el SOS lanzado por la mujer y rápidamente se puso en contacto con la Policía Nacional. Las distintas fuentes consultadas explicaron que, debido a la previsible situación de alto riesgo en el que se encontraba, se activó un dispositivo para actuar cuanto antes.

Hacer salir a la pareja de la casa

Se optó por hacer salir a la pareja de la casa y se les pidió que fueran al centro educativo para una reunión de seguimiento de los hijos. Cuando llegaron, el hombre se quedó fuera, mientras que la mujer fue al hipotético encuentro con los docentes. Allí le esperaba un agente del citado cuerpo, que se entrevistó con ella y recabó el mayor número de datos en el menor tiempo posible para que el supuesto maltratador no sospechara.

En esos minutos, manifestó que las humillaciones y vejaciones por parte de su pareja eran constantes , para después pasar a relatar las presuntas agresiones, en distintas versiones, que había padecido, como empujones, golpes o estrangulamientos . Incluso relató que su esposo una vez roció la cama con colonia y le prendió fuego para intimidarla. Esta situación la venía padeciendo desde hacía tiempo y se remontaba a los tiempos en los que vivían en su Uruguay natal, desde donde se desplazaron a España.

Ante este relato, los agentes acabaron deteniendo al esposo, identificado como J.C.T., de 52 años, acusado de un delito de malos tratos en el ámbito familiar.

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