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Brote de legionela

Manzanares se revuelve: «Sabemos lo mismo que tú»

El pueblo en el que han muerto tres personas por legionela se queja de la falta de información de las autoridades

Lugar donde posiblemente se produjo el brote de la bacteria  Luna Revenga

JUAN ANTONIO PÉREZ MANZANARES

El bar de la estación de autobuses de Manzanares cerró ayer, por descanso, y da un poco igual porque desde hace unas semanas «allí no pisa nadie». Hace casi un mes, el 11 de diciembre, en Manzanares se detectó un brote de legionela . Y hace unas semanas, un laboratorio de la Universidad de Valencia identificó que e l brote podría venir de la fuente que hay enfrente de la estación . Hace el mismo tiempo que la hermana de Juan Enrique se quedó sin clientes.

«A raíz de los comentarios de que estaba allí el foco, se ha pasado de un bar que siempre estaba lleno los fines de semana a uno al que van cuatro gatos », resume Juan Enrique desde la puerta de una habitación del hospital Virgen de Altagracia, donde su suegro, de 86 años, lleva cuatro noches ingresado.

La legionela es una bacteria que está presente en los medios acuosos. Las personas más proclives a sufrirla son los mayores, los fumadores o personas que padecen otras enfermedades. Hasta la fecha, según los datos que ofrece la Junta de Castilla-La Mancha, en Manzanares la legionela ha afectado a 235 personas y tres de ellas han muerto. Son un varón de 84 años el día 20, otro hombre de 73 años el día 22 y una mujer de 94 años el pasado domingo. De todos los contagiados, diez siguen hospitalizados, dos de ellos en la UCI. Tras detectarse un solo caso en las últimas 48 horas, este lunes el alcalde Julián Nieva (PSOE) utilizó una curiosa expresión: «El brote de legionela está estadísticamente remitido».

La paradoja del municipio

En Manzanares se da una paradoja: resulta que los medios de comunicación acuden a este pueblo ciudadrealeño de casi 20.000 habitantes para ver lo que sucede y sus vecinos responden que lo que saben de la legionela lo han leído, visto o escuchado en los medios. «Aquí sabemos lo mismo que tú» , sueltan en el café bar El Ancla.

Pero algo sí saben. Conocen la versión oficial, esa que dice que el brote se originó en la fuente de la estación de autobuses, y no les cuadra. En eso coinciden todos los vecinos con los que habla ABC. Unos, porque en el barrio de la estación apenas ha habido contagiados. «Por aquí no sé de nadie que la tenga (la legionela)», dice Felicia Rodríguez justo encima de la fuente donde supuestamente empezó el brote. Otros, porque, ante la falta de información, directamente se han entregado a las habladurías.

En el terreno de las conjeturas, la versión más extendida es que el foco de la legionela está en una de las naves del Polígono que hay a las afueras del pueblo. « El problema es que no se sabe dónde es . En el Polígono hay muchas fábricas a las que viene a trabajar gente de Alcázar de San Juan, que también se ha contagiado, y esos no han pisado el pueblo», insiste Juan Enrique.

Desde que el 11 de diciembre se hizo público que había un brote, los vecinos de Manzanares han pasado por varios estados con un nexo en común: la desinformación a la que les han sometido las autoridades. Hay un hecho: ni el consejero de Sanidad ni el presidente de Castilla-La Mancha, el socialista Emiliano García-Page, han comparecido a estas horas todavía en las Cortes regionales. El consejero Jesús Fernández lo iba a hacer la semana pasada, pero el pleno se suspendió a última hora.

Cuando se conoció la legionela, en el pueblo primero cundió la alarma. Las urgencias del hospital Virgen de Altagracia llegaron a colapsarse con cientos de vecinos. Tanto que los más graves fueron derivados a Ciudad Real. Todos acudían con síntomas parecidos: dolor de pecho, escalofríos, malestar general, fiebre alta...

«No sabíamos cómo actuar»

«Como no sabíamos si se contagiaba entre personas, la gente tenía miedo. No se contagia, pero al principio la gente no lo sabía», dice Jesús Jiménez, desde detrás de la barra de la cafetería El Ancla. «No sabíamos cómo actuar. Tú tienes a una persona mayor con problemas de salud y no sabes si debe salir a la calle con mascarilla , si no debe salir...», dice una vecina que prefiere no identificarse. Ella también acudió al hospital y estuvo ingresada unas ocho horas. Ayer le hicieron una prueba y le dijeron que, en realidad, no había tenido legionela, sino que padecía neumonía.

En Manzanares, parece que el ambiente ahora está más calmado que hace unas semanas. Ayuda el hecho de que apenas se hayan diagnosticado casos en los últimos días. Desde detrás del mostrador de una farmacia, Sara López dice que en el último mes se han recetado «bastantes» antibióticos, sobre todo Levofloxacino, «que es un antibiótico un poquito más fuerte de lo normal».

A la hora del café, cuatro vecinos echan la partida de dominó. No quieren dar sus nombres. Uno de ellos dice que lo que ha pasado en el pueblo se puede asemejar a lo ocurrido hace dos veranos con el ébola en España. Primero, el desconocimiento; luego, la calma . Sin embargo, encuentra una diferencia en la política informativa: «Con el ébola, todos los días salía un experto y decía cómo estaba la situación. Aquí eso no ha ocurrido». Quizá por ello, desde la puerta de la habitación donde su suegro sigue ingresado, Juan Enrique lo tiene claro: «Me das un millón de euros y sigo sin creerme que el foco esté en la fuente de la estación de autobuses. Así te lo digo».

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