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Meteorología

Manola Brunet: «En 2050, Sevilla tendrá el clima que ahora tiene Marruecos, y Cataluña, el de Sevilla»

Es la primera mujer que preside una Comisión de la Organización Meteorológica Mundial, desde donde supervisará la evolución del clima global

Manola Brunet, investigadora, posa en Tarragona ayer ANTONIO SANJUAN
Araceli Acosta

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Manola Brunet (Cariñena, Zaragoza, 1955), directora del Centro de Cambio Climático de la Universidad Rovira y Virgili, no entiende de techos de cristal, porque ha roto ya varios . Los últimos, al ser elegida hace unos días presidenta de la Comisión Internacional de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). No es solo la primera vez que una mujer preside una de las ocho comisiones en que se organiza esta agencia especializada de la ONU en sus casi 90 años de historia, sino que también es novedad que esta tarea recaiga en un español.

Por ambos motivos no puede esconder que se siente «halagada, contenta y orgullosa», aunque es consciente de la responsabilidad que asume al dirigir este órgano, que además de coordinar a los centros climáticos regionales de la OMM, se encarga anualmente de elaborar el informe sobre el estado del clima mundial, ese que nos dice si el año es o no el más caluroso y pasa revista a los eventos extremos acontecidos en el planeta.

¿Cuáles van a ser sus prioridades?

En los próximos 4 años vamos a apoyar más la política climática, a partir de nuestra información sobre el estado anual del clima global, y a asegurar sinergias con el IPCC, grupo de expertos para el estudio del cambio climático. Ellos publican su informe cada 6 o 7 años, y en ese ínterin la Comisión de Climatología juega un papel de seguimiento de la evolución del clima muy importante, porque contamos con la información de primera mano de los servicios meteorológicos nacionales. Además, trabajaremos en mejorar la escala regional y la predicción estacional y decadal para poder generar alertas tempranas de riesgos climáticos, porque el objetivo de la información climática es ser útil.

¿Cómo ha evolucionado el clima en España en los últimos 50 años?

Las noticias para nuestro país y para el Mediterráneo occidental no son buenas, ya que la tendencia de las temperaturas ha duplicado la tasa de cambio a escala global en los últimos 120 años. Si nos fijamos en los últimos 40 o 50 años, la tasa de cambio se ha acelerado y triplicado, es decir, que estamos calentándonos casi medio grado cada década, que es una barbaridad. Esto no es una buena noticia para la Península Ibérica porque, además, al insertarse en el dominio climático mediterráneo, caracterizado por una pluviometría tremendamente variable e irregular, se están disparando los procesos de evapotranspiración y, por tanto, de pérdida de humedad de suelos.

¿Qué futuro nos espera?

Ya se distingue un mundo más húmedo, donde lloverá más y más intensamente, y otro más seco, donde lloverá menos y peor. Y es ahí donde nos encontramos nosotros, la Península Ibérica, donde las temperaturas están subiendo de manera fuerte y acelerada y donde las precipitaciones están cayendo peor. Es la canción de Raimon, que decía que «en mi país la lluvia no sabe llover», pues en el Mediterráneo la lluvia no sabe llover, tiende a concentrarse y a aumentar su intensidad y, combinado con más calor, nos lleva a una clara aridificación.

¿Y esto en qué se traduce?

Para mitad de siglo, las condiciones típicas de Marruecos serán las que dominen en Sevilla y las actuales de Sevilla serán las que caractericen el noreste de la Península, por ejemplo, Cataluña. La deriva del clima global, en el caso español, nos está llevando hacia climas más áridos, y lo serán más en aquellos lugares donde ya lo son, como el valle del Ebro y el sureste de la Península, pero eso no quiere decir que en el norte se libren de las sequías o de los impactos que esta deriva reciente está teniendo. Y el aumento del nivel del mar es ya una realidad no sólo en el Cantábrico sino en el Mediterráneo. Por lo tanto, tenemos un panorama a medio plazo nada halagador, que vamos a tener que gestionar intentando adoptar medidas de adaptación lo más efectivas, lo menos costosas y, a ser posible, lo más rápidas.

¿Y está dando España los pasos para adaptarnos?

Creo que no estamos haciendo bien los deberes. Por ejemplo, en el conflicto del agua, a mí me falta ver medidas decididas donde se apueste por la reutilización y sistemas más eficientes.

Hay gente a la que le cuesta entender que se hable de calentamiento cuando hemos tenido un invierno con nevadas de récord o el más lluvioso en años. ¿Cómo lo explica?

Precisamente el hecho de que la atmósfera disponga de un mayor contenido de calor permite al aire contener más humedad, ya que la capacidad de almacenar vapor de agua en el aire depende de la temperatura. La nieve no es indicativo de que ese invierno haya sido extremadamente frío, pues una nevada no siempre mantiene condiciones frías después de producirse. Pero no podemos olvidar que el invierno se tiene que comportar como tal, aunque con toda probabilidad ya no se marcan registros tan bajos como hemos visto en el pasado. Por ejemplo, en el invierno de 2009-2010 se produjo una ola de frío que cubrió de nieve toda Europa. Si pones ese periodo en el contexto instrumental, no fue uno de los inviernos más fríos.

¿No será que nuestra memoria meteorológica es muy corta?

Exacto. No tenemos memoria, olvidamos las condiciones de hace unos meses, cuando nos quejábamos del calor en noviembre en «la castañada» cuando llevamos ya años yendo en manga corta, y lo que ha pasado antes de ayer. Es una cuestión de percepción.

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