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Los líderes musulmanes de República Centroafricana piden paz ante la inminente llegada del Papa

La ONU afirma que puede garantizar la seguridad de Francisco y su séquito

JUAN VICENTE BOO

«La vida es un poco más alegre de lo habitual», ha comentado el responsable de Naciones Unidas en la República Centroafricana (RCA), Parfait Onanga-Anyanga, reflejando la mejora del clima en Bangui a raíz de los llamamientos del arzobispo católico y los líderes musulmanes a que todo el mundo reciba calurosamente al Papa Francisco este domingo.

El responsable de la ONU asegura que el contingente de 11.500 «cascos azules» de la MINUSCA y los 900 soldados franceses de la operación Sangaris constituyen «una fuerza conjunta capaz de asegurar la mejor seguridad al Papa y su séquito ».

Otra cosa es proteger de militantes fanáticos armados a los peregrinos que acudan a los encuentros, y a los que vienen de ciudades lejanas en coches y camiones. Pero es cierto que, a diferencia de cada semana de los últimos dos meses, en los últimos días no ha habido asesinatos ni quema de casas en la capital.

A los jefes de la milicia Seleka no les conviene protagonizar ninguna violencia cuando el mundo entero observa lo que pasa en Bangui. Los anti-Balaka son menos racionales. Pero, en todo caso, los carteles con la imagen sonriente del Papa están contribuyendo, de un modo casi mágico, a elevar los ánimos.

En los últimos días no ha habido asesinatos ni quema de casas en la capital

A lo largo de las últimas semanas, el ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drien, mucho más cauto, ha intentado convencer al Vaticano para que se cancelase el viaje en vista de que, si algo va mal, Occidente echará las culpas a Francia pues sus soldados son los únicos verdaderamente profesionales y bien equipados.

El territorio nacional de la RCA está repartido entre dos milicias armadas bastante erráticas: la coalición Seleka y la organización de autodefensa anti-Balaka, que ha terminado siendo más cruel y violenta.

La MINUSCA está formada por «cascos azules» de un treintena de países, en su mayoría africanos de las áreas limítrofes, que no se coordinan adecuadamente.

A su vez, el gobierno provisional de la presidenta Catherine Samba-Panza constituido para celebrar unas elecciones que tendrán lugar por fin el 27 de diciembre tiene la legitimidad otorgada por la Comunidad Económica de Estados de África Central (CEEAC), pero desde el punto de seguridad es un cero a la izquierda. No tiene soldados, ni policías. Cada ministro controla poco más que la sede de su departamento.

Promover la paz

Aparte del envío de 300 soldados suplementarios de la fuerza de intervención rápida de Naciones Unidas, lo que más ha contribuido a calmar los espíritus en Bangui han sido los llamamientos conjuntos de los tres líderes religiosos del país, que formaron hace dos años una alianza para promover juntos la paz.

El carismático arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, el presidente del Consejo Islámico, Oumar Kobine Layama y el presidente de la Alianza Evangélica, Nicolas Guérékoyaméné-Gbangou, llevan tiempo pidiendo juntos la armonía entre todos los centroafricanos. Se merecen el Nobel de la paz.

Sus esfuerzos como equipo demuestran que la guerra en la RCA no es religiosa sino política. Entre los líderes de la milicia Seleka hay también no musulmanes, y los que lo son no hacen caso a sus imanes. Del mismo modo, la milicia de autodefensa anti-Balaka no es cristiana. La mayor parte de sus comandantes locales son animistas, y los que son cristianos no siguen los llamamientos de la conferencia episcopal ni de sus párrocos a cortar el ciclo de violencia contra gene desarmada. Son, en la práctica, pequeños «señores de la guerra», adictos ya al poder que da un arma frente quien no la tiene, y a vivir del saqueo.

El punto más delicado del programa del Papa en Bangui es la visita a la mezquita central

El punto más delicado del programa del Papa en Bangui es la visita a la mezquita central, prevista para el lunes. Se encuentra en el corazón del «Kilómetro 5», el barrio fortaleza de los musulmanes, desde donde los milicianos de Seleka salen a matar civiles y quemar casas cada vez que los anti-Balaka asesinan a musulmanes que se aventuran a moverse fuera de su pequeño territorio en la capital.

En vista de la tremenda escasez de fuerzas de orden público , el arzobispo de Bangui, Dieudonné Nzapalainga, pidió la pasada semana a los vecinos de cada barrio que mantengan la seguridad en su territorio, colaborando entre todos para que no suceda nada desagradable.

El imán de la mezquita central, Tidjani Moussa Nahibi, se ha sumado también a los llamamientos a recibir de modo caluroso al Papa en su barrio, aprovechando la ocasión para despejar los malentendidos sobre supuesta guerra religiosa en la RCA.

Lo repitió hace unos días a todo el país en conferencia conjunta con el arzobispo católico, y lo intenta transmitir a los imanes de otras mezquitas del barrio musulmán.

A su vez, el jefe de seguridad del Papa, Domenico Giani, que esta vez estaba esperándole en Nairobi, evita hacer cualquier comentario sobre la visita de inspección que llevo a cabo el pasado fin de semana a Bangui. Prefiere mantener silencio absoluto. Pero, al menos, su rostro no refleja inquietud.

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