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Los jóvenes de todo el mundo piden a la Iglesia más coherencia, apertura y ayuda

El documento elaborado por 20 grupos de trabajo será entregado al Papa este Domingo de Ramos

Pope Francis uses a tablet to register for Panama 2019 World Youth Day during the Angelus prayer in Saint Peter's Square at the Vatican REUTERS
Juan Vicente Boo

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El trabajo realizado por trescientos jóvenes reunidos en Roma y otros 15.000 participando a través de grupos de Facebook ha dejado al Vaticano con la boca abierta este sábado. La capacidad de trabajo de los trescientos chicos y chicas -en su mayoría cristianos, pero también musulmanes, judíos y ateos- ha sido espectacular.

El Papa ha pedido que la Iglesia escuche las inquietudes y los sueños de los jóvenes de hoy, y este equipo de 15.300 personas en Roma y en red planetaria ha presentado el sábado las conclusiones que entregarán a Francisco el Domingo de Ramos , y que servirán de material de trabajo para el Sínodo mundial sobre los Jóvenes el próximo mes de octubre.

El documento, que recoge lógicamente reflexiones muy dispares, señala que «la Iglesia suele aparecer como demasiado severa y excesivamente moralista. En otras ocasiones, en la Iglesia, es difícil superar a la lógica del "siempre se ha hecho así". Necesitamos una Iglesia acogedora y misericordiosa».

Reconocen que «los jóvenes del mundo están consumiendo obsesivamente productos virtuales. A pesar de vivir en un mundo hiperconectado, la comunicación entre jóvenes permanece limitada a aquellos que son similares entre sí. Hay una falta de espacios y oportunidades para el encuentro de las diferencias».

Como constatación de un hecho ya conocido, el documento señala que «suele haber gran desacuerdo entre los jóvenes, tanto dentro como fuera de la Iglesia, sobre algunas de sus enseñanzas especialmente controvertidas hoy en día. Ejemplos de estas son: contracepción, aborto, homosexualidad, cohabitación, matrimonio y cómo el sacerdocio es percibido».

Constatan con dolor que «un gran número de jóvenes está dejando la Iglesia» y señalan que «comprender el porqué es crucial para ir hacia adelante. Los jóvenes que se encuentran desconectados o quienes dejan la Iglesia, lo hacen por haber experimentado indiferencia, sentirse juzgados y rechazados».

Les duele que «se puede asistir, participar e irse de la Misa sin experimentar un sentido de comunidad o familia como Cuerpo de Cristo», pues «los cristianos profesan un Dios vivo , pero algunos asisten a Misas, o pertenecen a comunidades, que parecen muertas».

Una vez más recuerdan que «los jóvenes son atraídos por la alegría que debería ser el sello distintivo de nuestra fe. Expresan el deseo de ver una Iglesia que sea testimonio viviente de lo que enseña, que sea testigo auténtico en el camino hacia la santidad, lo que incluye el reconocer los errores y el pedir perdón por ellos».

Con toda claridad animan a la Iglesia a «profundizar en su comprensión del papel de la mujer y poder darles un mayor protagonismo, tanto a la mujer laica como a la mujer consagrada , con el mismo espíritu con el que la Iglesia ama a María , la madre de Jesús».

Echan en falta la ayuda espiritual a cargo de acompañantes fiables, y hacen notar que «las cualidades de dicho acompañante incluyen: que sea un auténtico cristiano comprometido con la Iglesia y con el mundo; que busque constantemente la santidad; que comprenda sin juzgar; que sepa escuchar las necesidades de los jóvenes y responder a ellas con empatía, que reconozca sus límites y que conozca la alegría y el sufrimiento que todo camino espiritual conlleva».

En opinión de estos chicos y chicas, «una Iglesia creíble es aquella que no tiene miedo de mostrarse vulnerable. La Iglesia debe ser sincera en admitir sus errores presentes y pasados, que sea una Iglesia conformada por personas capaces de equivocarse».

Al mismo tiempo, «la Iglesia debe condenar acciones tales como los abusos sexuales y los males manejos de poder y dinero. La Iglesia debería continuar a fortalecer su posición de no-tolerancia hacia los abusos sexuales dentro de sus instituciones».

Advierten que «el lugar en el que queremos ser encontrados por la Iglesia es la calle, donde todas las personas se encuentran. La Iglesia debería buscar formas nuevas y creativas de salir al encuentro: en los bares, cafeterías, parques, gimnasios, estadios y en todos los centros culturales y populares». Y también «en lugares más difíciles como en orfanatos, hospitales, barrios marginados, regiones destruidas por la guerra, cárceles, centros de rehabilitación y “zonas rojas” de las ciudades».

Esto es lo que los jóvenes piden y proponen. El Papa les pidió que hablasen con valentía, y lo han hecho . Saber escuchar o no decidirá la transmisión de la fe a las siguientes generaciones.

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