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La Iglesia portuguesa aparta al párroco que reconoció ser padre de una niña

El revuelo causado por un sacerdote de Madeira destapa que existen 18 curas con hijos en el país vecino

Iglesia de Nuestra Señora del Monte en Funchal ABC

Francisco Chacón

La Diócesis de Funchal ha expulsado a Giselo Andrade, el párroco de la Iglesia de Nuestra Señora del Monte , por haber reconocido que es el padre de una niña de una vecina de esa zona de la capital de Madeira. Es la consecuencia de un proceso interno de investigación que concluye que la situación del sacerdote se ha convertido en insostenible porque daña la imagen eclesiástica.

Se trata de un tema polémico en Portugal, ya que se contabilizan hasta 18 curas que tienen descendencia en todo el territorio y, sin embargo, se mantienen al frente de sus tareas.

«Después de dialogar con el propio Giselo Andrade y de oír a algunas instancias de la Iglesia, entendemos que el mayor bien para el padre y para la comunidad es apartar como párroco, aunque puede continuar ejerciendo algunas actividades que se le habían confiado en el área de las comunicaciones, o tal vez otras que le puedan ser adjudicadas eventualmente», dice la nota oficial distribuida por la diócesis isleña.

Más argumentos: «El caso de este padre fue ampliamente difundido tanto en Madeira como fuera del archipiélago. Su gesto de asumir la paternidad reveló un sentido de la responsabilidad muy apreciado, pero no dejan de resultar evidentes sus aspectos negativos». Y todo antes de señalar: «En verdad, los sacerdotes católicos aceptan y se comprometen, en plena libertad, a vivir el don del celibato en su ministerio de servicio al pueblo de Dios, de conformidad con las enseñanzas de Cristo Pastor, con frutos abundantes para la Iglesia, sin olvidar el sacrificio de algunas expresiones y alegrías de la vida familiar».

El largo documento oficial concluye: «Toda esta situación generó en los órganos de comunicación social y en las redes sociales una oportunidad de reflexión y debate, pero también un motivo para cuestionar o contestar la actual disciplina eclesiástica. La Iglesia no es estática, es dinámica y tiene una historia que le permite reconocer y consolidar sus valores y sus faltas, lo positivo y lo negativo de su presencia en compañía de las personas y de la sociedad».

Se pone fin así a la incertidumbre creada dos meses atrás, cuando la Iglesia madeirense dejó en el aire qué hacer con el sacerdote en cuestión, toda vez que la criatura había nacido el pasado 18 de agosto y todos los habitantes de ese rincón al norte de Funchal conocían el asunto. En realidad, no hablaban de otra cosa puesto que se extendió rápidamente la alarma social a causa del excepcional hecho de su paternidad.

La polémica no se apaga

De manera provisional, se ha hace cargo de sus funciones Vítor Gomes, párroco de la catedral de la ciudad de la que es originario Cristiano Ronaldo. Y la diócesis lo justifica así: «A pesar de las limitaciones inherentes a la transitoriedad del cambio, todo se hará para sacar adelante los proyectos en curso, especialmente la construcción de la capilla de la Inmaculada Concepción».

Se da la circunstancia de que Gomes ya había ejercido igual misión en la Iglesia de Nuestra Señora del Monte, de modo que los vecinos ya le conocen y tienen confianza en su labor.

Los casos de religiosos que son padres han vuelto a salir a la luz a causa de este escándalo generado en Madeira por Andrade. Y la controversia no se apaga, aunque los feligreses le mostraban su apoyo en todo momento porque su relación con la gente siempre fue buena y cariñosa.

Por su parte, el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa, Manuel Clemente, declaró hace unas semanas: «La Iglesia es un espacio de misericordia y Dios perdona todo, pero no puede admitir una vida doble. Corresponde al propio sacerdote discernir, en diálogo con el obispo, si pretende continuar con el ejercicio del ministerio, según las exigencias y normas de la Iglesia, o si pretende abrazar otra vocación».

También dijo: «El sacerdote es una señal viva de lo que era la vida de Cristo, que escogió no formar familia para ser familiar de todos». E igualmente manifestó sin tapujos: «La niña sabe, y sabrá, quién es su padre».

Una prueba más de que la paternidad de Giselo era un secreto a voces en los alrededores de Funchal. Nació en secreto la pequeña, pero los vecinos conocían la historia desde hacía tiempo, sin que nadie se planteara solicitar la destitución del padre. Tampoco han cesado de acudir a misa cada domingo. Claro que tal vez su actitud estaba motivada por el manto de silencio que se impuso de puertas afuer

Hasta un cura bloguero, José Luís Rodrigues, se permitió terciar en la polémica para defender al aludido: «Parece que vivimos en una sociedad tan perfecta que dejó de haber traición, adulterio, infidelidad, hijos fuera del matrimonio. Una sociedad donde todo es tan impecable, tan honesto, tan bonito, tan fiel, tan feliz». Con todo, el desenlace ya está aquí.

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