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José Francisco Serrano Oceja

Hablemos de sexo

La Iglesia, salvadas las excepciones, parece no encontrar el lenguaje adecuado para hablar de la sexualidad a las nuevas generaciones

José Francisco Serrano Oceja

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Este año se cumple el cincuenta aniversario del mayo del 68, la única revolución que, con inspiración marxista en sentido amplio, ha triunfado produciendo una mutación cultural en lo referido a la sexualidad, trasformación antropológica al fin y al cabo. Lo que pidieron aquellos jóvenes fue un cambio de vida a través de una denuncia contra el Estado de Bienestar, ese producto del pacto entre las ideologías dominantes del neoliberalismo y la socialdemocracia. Un Estado de Bienestar que sigue produciendo un estado de malestar, excepto en lo referido al sexo. Bien sabían los que propugnaron aquello de hacer el amor y no la guerra que Aldous Huxley escribió en el prólogo a la edición de 1949 de su novela «Un mundo feliz»: «La revolución realmente revolucionaria se logra, no en el mundo externo, sino en las almas y en la carne de los seres humanos».

La Iglesia, salvadas las excepciones, parece no encontrar el lenguaje adecuado para hablar de la sexualidad a las nuevas generaciones. Se topa con la dificultad añadida de confrontarse con una revolución sexual global que ha puesto en entredicho las bases de la comprensión cristiana del cuerpo y del amor humano. Acaba de publicarse en España un magnífico estudio de la socióloga alemana Gabriele Kuby, titulado «La revolución sexual global. La destrucción de la libertad en nombre de la libertad» (ed. Didaskalos). Un actualizado análisis sobre los efectos culturales, educativos, políticos, incluso demográficos, de la aparición de las nuevas formas de comportamiento sexual y su implicación en las disolución de las estructuras sociales.

Las dificultades con las que se encuentra el discurso de la Iglesia ante el sexo puede producir el efecto de una espiral del silencio. Es decir, el mutismo o el olvido de lo que es clave en la maduración y en el bienestar de la persona, en un contexto de hipersexualización. Es necesario recuperar una visión sana y digna de la sexualidad que ayude a clarificar la mirada hacia el otro/a como persona. Si no fuera así, careceríamos hoy de una respuesta adecuada a la revolución triunfadora del mayo del 68.

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