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Douglas Richman: «La cura del sida a corto plazo no es un objetivo realista»

El director del Centro para la Investigación del Sida de la Universidad de San Diego se congratula porque, a diferencia de lo que sucedía en los años 80, «el VIH ya no suponga una sentencia de muerte»

El doctor Douglas Richman, en un momento de la entrevista en Madrid ISABEL PERMUY

RAFAEL IBARRA

Cuando el sida apareció por vez primera en California, el doctor Douglas Richman ya estaba allí. Richman, que actualmente es Director del «Center for AIDS Research de la Universidad de San Diego», se formó como especialista en enfermedades infecciosas y virología en la Universidad de Stanford, Harvard y en la de California. Su laboratorio fue el primero del mundo en definir las resistencias farmacológicas del virus y participó en la identificación de la infección latente en las células CD4 como obstáculo para la erradicación del VIH con la terapia antirretroviral. El investigador ha estado en Madrid donde ha recibido uno de los AIDS Awards que se entregaron en la séptima Gala Sida que organiza la Fundación Lucha contra el Sida.

Cuando el sida apareció usted ya estaba allí.

Se puede decir que llevo tratando pacientes con sida más de 35 años. En 1980 empecé a ver pacientes y no sabía muy bien a qué enfermedad nos enfrentábamos. Era como una guerra; sabíamos que todos los que acudían al hospital tenían una sentencia de muerte.

¿Cómo ha cambiado el VIH en esos años?

El año 1986 resultó clave. Participamos en los primeros ensayos con el AZT [primer fármaco antirretroviral], que mejoró la situación y en los siguientes 10 años seguimos estudiando nuevos medicamentos hasta que en 1995-96 nos dimos cuenta de que el tratamiento combinado podía suprimir totalmente el virus, al menos durante un tiempo. Ese ha sido probablemente el logro más importante en el campo de la medicina en los últimos años. Ha impedido que murieran millones de personas. Ahora soy casi un médico de familia que trata problemas como diabetes, hipertensión, tabaquismo o envejecimiento.

¿Y desde un punto de vista social?

Afortunadamente el VIH ya no supone una sentencia de muerte. Ya no hay miedo, y esto, que es positivo, hace que en ocasiones no se tomen medidas de prevención como se hacía hace años y siga habiendo más casos de VIH de los que debería. Lo que sí se ha producido es una transformación en la actitud frente a conductas homosexuales y a la adicción a drogas.

En 2014 la Sociedad Internacional de SIDA (IAS) presentó la estrategia ‘Hacia una Cura del VIH 2016’ ¿Lo considera un objetivo realista a corto plazo?

Desde luego que a corto plazo no lo es. Lo que sí es realmente importante es que disponemos de un tratamiento que puede controlar la infección y, si se inicia precozmente, se puede llevar una vida normal. Nuestro objetivo debe ser que las terapias estén disponibles para el mayor número de personas, ya que además se reduce el riesgo de transmisión del virus. Si hablamos de investigación, hay dos áreas claves: la primera es la necesidad de encontrar una vacuna preventiva, para evitar que haya más casos, y la segunda, para aquellos ya infectados, es buscar un cura. Pero estas dos áreas son objetivos muy complicados; por eso la solución está todavía muy lejana, y cuando digo esto hablo de muchos años. Sin embargo, teniendo en cuenta todo lo que hemos avanzado, hay razones para ser optimistas. Y hay otro aspecto que nos preocupa: debido a que el tratamiento es un éxito, hoy día muchas personas creen que el VIH no es nada serio. Todavía se infectan 2 millones de personas al año en el mundo. Por algún motivo a algunas personas les preocupa más el zika o el ébola.

¿Quiere decir que el VIH ya no está de moda?

Exacto. En parte es porque los tratamientos han tenido éxito. A los hospitales ya no acuden personas con VIH muriéndose. Y, debido a que la mayor parte de las muertes se producen en países de rentas bajas, el mundo industrializado prácticamente ni lo considera. Además, al no estar de moda, ya no se habla del sida, sino de otras cosas como el Ébola, el zika…

Si tuviera que quedarse con un momento en estos 35 años…

Para mí sería el estudio que demostraba que la terapia combinada podía suprimir completamente el VIH. Pero el primero que me viene a la cabeza es anterior, en 1986, cuando vimos que con el AZT se podría retrasar la muerte de una persona con sida. Ese momento marcó una nueva era en el tratamiento de esta enfermedad. Tuvimos la certeza de que podíamos plantar cara al sida.

¿Y en lo que se refiere a su trabajo?

Además de participar en los dos estudios anteriormente citados, mi laboratorio fue unos de los primeros en identificar dos problemas que han definido la terapia antirretroviral: las resistencias a los fármacos del VIH y la existencia de los reservorios latentes, que impedía curar a las personas en tratamiento. Ello demostraba que el tratamiento combinado había que tomarlo durante toda la vida.

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