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«Por el catalán tuve que separarme de mi familia y aparcar mi sueño de ser bióloga»

La alumna acosada en 2013 por plantar cara a la inmersión relata a ABC su «posterior calvario»

Sandra E.M. en su casa de Casteldefell, leyendo la entrevista que le hizo ABC en 2013 INÉS BAUCELLS

ESTHER ARMORA

Fue de las pocas personas que se atrevió, hace años, a alzar la voz para denunciar públicamente la cara menos amable de la inmersión lingüística en los colegios catalanes. Sandra E.M. y su familia, naturales de Tenerife, concedieron a ABC una entrevista el 20 de marzo de 2013, en la que relataron cómo la estricta política lingüística de la Generalitat, que impone el catalán como única lengua de uso en las aulas, les obligó a reconducir su vida cuando aterrizaron en Cataluña.

La joven, que en aquel momento tenía solo 16 años , relató, entre otras cosas, cómo en el colegio público de Corbera de Llobregat (Barcelona), en el que se escolarizó cuando llegaron, la invitaban a quedarse en el pasillo «si no hablaba catalán en clase». Igualmente alertó cómo algunos profesores la obligaron a posicionarse sobre la independencia, y cómo algunos de sus, hasta ahora compañeros, le dieron la espalda cuando plantó cara a la imposición lingüística

Su historia no es la de todos los alumnos «de fuera» que recalan en esta Comunidad, pero sí define «las imperfecciones» de un sistema de adaptación lingüística «abrupto» que, según denuncia su familia, «responde más a un dictado político que a un debate educativo profundo».

Acosada y amenazada

Cuatro años después de que denunciara su caso, este diario ha contactado de nuevo con la familia para conocer cómo han evolucionado sus vidas . Lejos de encauzar sus estudios y sus proyectos de futuro, Sandra, acosada y amenazada en las redes sociales por rebelarse contra la inmersión , ha tenido que afrontar problemas psicológicos, se ha visto forzada a abandonar la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), y a aparcar el sueño con el que aterrizó en Cataluña: « Ser bióloga» . Su familia también se ha resentido. Amaya M, madre de Sandra y auxiliar de vuelo de profesión, llegó con su marido Carlos a Cataluña en 2009.

El problema de su hija Sandra, que empezó a reproducirse en su otra hija menor, Carla, disparó las tensiones en su matrimonio hasta que se rompió definitivamente. «Cuando, tras el problema, internamos a Sandra en un centro educativo de Madrid, yo me instalé unos meses ahí para apoyarla, pese a que mi marido no estaba de acuerdo. Fue el principio de las tensiones», relata Amaya, quien recuerda con nostalgia lo felices que eran en Tenerife.

«Dejamos Tenerife, donde éramos felices y vinimos a Cataluña porque a mi marido lo trasladaron. Llegamos muy ilusionados, pero pronto nos dimos de bruces con la realidad», explica la madre. Relata como Sandra, que siempre había sido una estudiante ejemplar –prueba de ello son las excelentes notas que obtuvo en el colegio Luther King de Tenerife en el que se educó hasta que se trasladaron a Cataluña– se convirtió en una adolescente rebelde con notas pésimas. «A mi hija la han cambiado, ya no es la misma», dice Amaya. Sandra es consciente del alto precio que ha pagado por «no acatar la dictadura del catalán».

Ahora, en plena oleada de denuncias por adoctrinamiento, Sandra, ya con 21 años, se siente más arropada a la hora de denunciar, pero sigue « teniendo miedo» . «Lo pasé realmente mal. Tuve que separarme de mis padres e irme a un internado en Madrid, alejada de mi familia, porque aquí el clima era insostenible. Tras el reportaje me insultaron en Facebook y también me amenazaron», explica la joven. «Vete a tu isla», «No te atrevas a volver a este pueblo», fueron algunos de los mensajes que le lanzaron en las redes sociales.

La independencia, en clase

En Madrid, repitió 3º de ESO con muy buenas notas pero la distancia con su familia se hizo insoportable y pidió a sus padres regresar a Cataluña y cursar 4º de ESO. «Pensé que iría mejor pero me equivoqué» y fue a otro instituto del Baix Llobregat , del que, pese a todo, no guarda mal recuerdo. «En general, lo profesores fueron muy correctos y también la dirección del centro, pero había profesores que se lo ponían difícil a los que denunciábamos irregularidades ». Habla de una profesora que, desde un principio, la señaló porque «le dije que no entendía cómo podía haber un libro oficial de texto que centrara una parte del temario en el “país ” de Cataluña».

«Tampoco entendía por qué debía responderle a la pregunta que me hizo de qué pasaría si Cataluña fuera independiente», añade Sandra. «Eso no tiene nada que ver con las ciencias sociales», le dijo la joven a la docente que imparte la materia. La tensión aumentó, la dirección del centro tuvo que medir , Sandra volvió a «hundirse» y dejó los estudios.

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