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Robo de cobre, un negocio redondo

Las últimas operaciones realizadas por la Guardia Civil confirman la creciente profesionalización de las mafias del robo de metales. La demanda china de este material es, desde hace cinco años, un acicate para estos delitos

Robo de cobre, un negocio redondo

ALEJANDRO CARRA

China consume el 33% de todo el cobre que se produce en el mundo. Desde que la industria de este país comenzó en 2005 a mostrar su avidez por este metal, su precio -con algunos altibajos- ha ido aumentando cada año. Y con él, los delitos relacionados con su robo.

Según datos de la Guardia Civil, que en 2006 activó el Plan de Respuesta Policial al robo de cableado de cobre, en España se ha pasado de 689 detenidos en 2007 a 2.621 en 2013. En 2008 se decomisaron 459 toneladas de este metal, y casi el doble en 2011, cuando el cobre alcanzó máximos históricos en el mercado de Londres, llegando a los 10.000 dólares la tonelada.

El decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Sur, Felipe Lobo, explica a ABC que «el cobre tiene multitud de usos, desde la fontanería tradicional hasta la industria de las telecomunicaciones. También en el sector eléctrico, en la industria marítima y en la automoción. Un solo coche, puede llevar hasta 100 kilos de cobre. Por eso es uno de los metales más consumidos en el mundo. Actualmente, la cotización del cobre está alta, rondando los 6.500 dólares la tonelada. Y todos los analistas vaticinan que el precio de los metales seguirá al alza».

Con esta tendencia, no es de extrañar que la delincuencia organizada haya visto negocio en el robo del cobre. El portavoz de la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER), Álvaro Rodríguez Sanabria, confirma que el negocio ilegal va en aumento. «Muchos delincuentes, hasta ese momento centrado en otro tipo de actividades delictivas, decidieron que en el cobre había un buen negocio y con mucho menos riesgo, quitando el que corren cuando se electrocutan al extraer el cable».

El operativo de los delincuentes va perfeccionándose cada año, pero mantiene una rutina básica. «Roban kilómetros de cableado, se lo llevan a los poblados en los que viven y allí lo pelan para separarlo del plástico, que queman por la noche, con el daño medioambiental que eso supone. Cuando acumulan 25 toneladas, lo venden a operadores ilegales que lo cargan en un camión para llevárselo a China a través de las fronteras abiertas europeas. Se calcula que un 1% de las 300.000 toneladas de cobre reciclado que se mueve en España, es robado», afirma Rodríguez Sanabria.

Ciudades a oscuras

Según Rodríguez Sanabria, «en España hay cerca de 2.000 plantas ilegales de recuperación de cobre. Lo roban de las plantas de reciclado legales, de los almacenes de Telefónica, de las catenarias de los trenes y de los almacenes de las grandes compañías eléctricas. Por no hablar del robo de menudeo, en el que arrancan una farola, tiran del cable y se llevan cientos de metros, dejando a un barrio entero sin luz ».

El daño que causan estas bandas lo han sufrido muchos españoles, aunque sin saber la causa. Entre algunas de las operaciones más llamativas de la Guardia Civil figuran la detención en septiembre de 2013 de cuatro personas por el robo de cable de la línea del AVE Sevilla-Madrid, que afectó a la circulación de seis trenes; unos meses antes, en abril, una banda había sido desarticulada en Jerez después de mantener el 30% de la ciudad a oscuras.

Recompensas en Escocia

Y este problema no es exclusivo de España. De hecho, los daños causados en todos los países de la UE por el robo de cobre obligó a poner en marcha un proyecto de cooperación policial transfronteriza centrado en el robo de metales conocido como Pol-primett y coordinado por Europol . El Reino Unido, con una de las mayores redes ferroviarias de Europa, sufrió tal oleada de robos entre 2010 y 2012 que se cambiaron las leyes para endurecer las penas por este tipo de delitos, además de poner en marcha un operativo especial. Gracias a estas medidas, los robos se han reducido considerablemente, pero sin haber dejado de ser un problema, como demuestra el hecho de que Scottish Power ofreciese este pasado mes de agosto -después de sufrir 22 incidentes en solo dos semanas- 20.000 libras de recompensa a quien facilitase información que condujese a la desarticulación de estas bandas.

Guy Jefferson, director de operaciones de la compañía, aseguraba entonces que «los ladrones de metal son una de las mayores amenazas para la red eléctrica, y el impacto de sus acciones puede ser devastador». Para avalar su calificativo, Jefferson dio algún ejemplo de los daños causados por estos delincuentes. «En 2011, un solo robo de cable en Glasgow provocó un apagón a 50.000 propietarios en el sur de la ciudad», afirmó.

En España, desde FER insisten en que las comunidades autónomas ataquen directamente el problema de los operadores ilegales y dejen de inspeccionar a los legales, que son los que cumplen la normativa y también que «se juzgue a los delincuentes por el valor del daño causado, no por el del material sustraído».

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