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El Papa pide en Sarajevo «hacer frente a la barbarie» de los fanáticos

Vivimos una suerte de Tercera Guerra Mundial «a pedazos» y un «clima de guerra», según el Santo Padre

El Papa pide en Sarajevo «hacer frente a la barbarie» de los fanáticos EFE

JUAN VICENTE BOO

Ante las máximas autoridades de Bosnia Herzegovina, el Papa Francisco ha subrayado la necesidad de «hacer frente con éxito a la barbarie de quienes quieren utilizar cualquier diferencia como pretexto para violencia cada vez más despiadada». En Sarajevo, la ciudad martirizada por cuatro años de guerra, sus palabras han sido una advertencia para los Balcanes, Oriente Medio e incluso Europa.

El serbio Mladen Ivanic, presidente de turno de la presidencia tripartita del país, formada por un musulmán, un serbio y un católico croata, ha asegurado al Papa que «estamos dispuestos a trabajar para reducir los nacionalismos», el cáncer que desató la guerra de 1992 a 1995 entre serbios ortodoxos por una parte, y la coalición de musulmanes y croatas católicos por la otra con un balance de más de doscientos mil muertos.

Como medida extraordinaria de seguridad, a la llegada del Papa al aeropuerto de Sarajevo, dos helicópteros militares han sobrevolado el terreno continuamente en círculos a baja altura, trayendo a la memoria con su estruendo los días del peor asedio a una ciudad desde la Segunda Guerra Mundial. En su encuentro con las autoridades, el Santo Padre ha afirmado que había venido «como peregrino de paz y de diálogo» hasta una ciudad en que «la cercanía de sinagogas, iglesias y mezquitas le valió el título de la ‘Jerusalén de Europa’ como encrucijada de culturas, naciones y religiones».

En un apoyo implícito a su candidatura a la Unión Europea, el Papa ha afirmado que «Bosnia Herzegovina es parte integrante de Europa», pero al mismo tiempo ha advertido que «sus dramas, insertos en los de Europa, son un serio aviso y estímulo para esforzarse en que los procesos de paz sean cada vez mássólidos e irreversibles». Era un recordatorio al atentado de junio del 1914 en Sarajevo que desencadenó, como un mecanismo diabólico imparable, la Primera Guerra Mundial, el conflicto autodestructivo que puso fin a medio milenio de predominio europeo en el mundo.

Tanto el presidente serbio de la presidencia tripartita como el Papa han abordado el problema de la falta de «plena igualdad entre los ciudadanos». En la mitad del país bajo control de la República Serbia, los musulmanes y cristianos son tratados todavía como enemigos. A su vez, en la Federación de Musulmanes y Croatas, los católicos croatas se encuentran en desventaja, y poco a poco van abandonando el país.

Por eso el Papa ha urgido a los responsables políticos a «colaborar, construir y dialogar», a asegurar «los derechos fundamentales, entre los que destaca la libertad religiosa», y a promover «la igualdad efectiva de todos los ciudadanos ante la ley, independientemente de su pertenencia étnica, religiosa o geográfica». Queda mucho por hacer pero, al menos, desde 1995 no ha vuelto a haber combates gracias, en buena parte, a las fuerzas de interposición de la OTAN. Al terminar su discurso, en la plaza del palacio presidencial, el Papa ha liberado media docena de palomas blancas como símbolo de paz.

Una guerra «a pedazos»

A mediodía, durante la misa con sesenta mil fieles en el Estadio Olímpico de Sarajevo, el Santo Padre denunció que la multiplicación de conflictos internos en tantos países significa que «estamos viviendouna especie de Tercera Guerra Mundial ‘a pedazos’, y en la comunicación global se percibe un clima de guerra».

El Papa acusó a quienes «crean deliberadamente este clima de guerra, en particular los que promueven el choque entre culturas y civilizaciones, y los que especulan con la guerra para vender armas».

En su homilía, el obispo de Roma recordó una palabras de Jesús en el Evangelio –«Bienaventurados los que construyen la paz»-, haciendo notar que no se refieren a quienes «hablan» de la paz –y todavía menos si lo hacen «de manera hipócrita o incluso mentirosa- sino a quienes crean la paz, hacen la paz».

Francisco aseguró que si uno se esfuerza en crear la paz y pedirla a Dios, realiza un descubrimiento: «Aquella persona, aquel pueblo que veía como enemigo, tiene en realidad el mismo rostro que yo, el mismo corazón, la misma alma. ¡Tenemos el mismo Padre en el cielo!».

Su programa en Sarajevo incluye, por la tarde, sucesivos encuentros con los sacerdotes, los líderes de las tres religiones, y los jóvenes, la promesa de un futuro mejor.

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