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crisis sanitaria

Aumentan los casos de cólera entre los refugiados de Burundi

Los enfrentamientos políticos que sufre el país desencadenan una crisis sanitaria que se ha saldado hasta el momento con 3.000 infectados y 31 muertos

Aumentan los casos de cólera entre los refugiados de Burundi afp

EDUARDO S. MOLANO

Cerca de 3.000 infectados y 31 muertes. Las alas de mariposa de la crisis que golpea Burundi en las últimas semanas, con una oleada de violentas protestas ( intentona golpista incluida ) en demanda de la salida del presidente, Pierre Nkurunziza, comienzan a entrelazar política y sanidad.

El viernes, Naciones Unidas denunciaba que, entre los refugiados burundeses y los residentes locales a orillas del lago Tanganyika, un brote de cólera está provocando cerca 300 y 400 contagios diarios. Desde el inicio de las protestas, casi 64.000 personas han huido a tierras tanzanas (110.000 de manera global), pero es en el área de Kagunga donde un inquietante brote de cólera amenaza la vida de los refugiados. Solo aquí se han registrado más de tres mil casos y 31 muertes.

Sin embargo, pese a su virulencia, el caso de Burundi no es único, para una enfermedad -el cólera- que rara vez deja portadas, pero que agita el continente de forma diaria. Por ejemplo, en lo que llevamos de año, se han producido hasta 5.289 casos en la República Democrática del Congo ó 1.831 en Nigeria .

Especialmente representativa es la crisis sufrida el pasado año en el oeste de África. Sólo en 2014, al menos 28.944 personas fueron infectadas en Ghana. La última vez que el país africano se vio afectado por un número similar fue en 1982. Para poner las cifras en perspectiva, en 2013, el número de casos en todo el país sólo fue de 50. Sin embargo, con la atención centrada en la epidemia de ébola que sacudió África Occidental, pocas personas prestaron atención al brote.

El cuadro clínico del cólera, una enfermedad causada por la bacteria Vibrio cholerae, es similar a cualquier otra diarrea acuosa que provoca deshidratación. Sin embargo, la excreción de fluidos puede ser tan grave, que una persona adulta, sana a priori, podría morir en cuestión de horas si no es tratada adecuadamente. Por lo tanto, el diagnóstico precoz es crucial.

«Debido a que los barrios marginales se encuentran altamente poblados, la mayoría de los casos provienen de comunidades como la nuestra, donde los brotes de cólera se expanden mucho», asegura a ABC el activista local Philip Kumah, que vive en el asentamiento de chabolas de Agbogbloshie, ubicado en la capital de Ghana, Accra.

Junto a él, David Nagrpeu se limpia las manos con una ligera corriente de agua. Basura, excrementos humanos sin eufemismo, se acumulan entre sus pies. «El cubo de agua fría va para 50 pesewas (once céntimos de euros). Pero si lo quieres caliente, son 70 pesewas (15 céntimos)», anuncia lacónicamente.

Junto con su familia, este semi-adolescente gestiona un cuarto de baño privado en Agbogbloshie. Este barrio, considerado uno de los mayores vertederos mundo (principalmente de basura electrónica o e-waste), sirve de hogar a más de 50.000 personas. No obstante, ante la total ausencia de infraestructuras, la única manera de que esta comunidad tenga acceso a agua limpia son baños privados como el de Nagrpeu. ¿Busca una alternativa para depositar sus excrementos? Sólo tiene que utilizar la híper-contaminada laguna de Korle, a cuya orilla se establece el barrio, como inodoro improvisado.

Higiene y sanidad

Por supuesto, en lugares como Agbogbloshie, el problema no es sólo de higiene personal, también de salud nacional.

De acuerdo con un informe del Departamento de Vigilancia de Enfermedades de Ghana, el brote de cólera en la región de Greater Accra comenzó durante la semana del 9 al 15 junio del pasado año, cuando se reportaron seis casos sospechosos de cólera. El primer caso, o índice, fue una niña de 10 años de la comunidad Agboba en Ashiedu Keteke. La menor de edad sobreviviría finalmente a la infección después de ser tratada con sales de rehidratación oral y antibióticos.

«El acceso al agua no es el principal problema de la comunidad Agbogbloshie. La conseguimos de vendedores privados. Sin embargo, nuestra desgracia es el sistema de salud en sí. Por encima de todo, la zona no tiene ningún sistema de drenaje. Así que, cuando llueve, los desechos humanos y la basura se acumulan en las calles», agrega el activista Kumah.

«Necesitamos mejores alcantarillas -interrumpe Victor Armah, otro residente-, canaletas donde el agua puede fluir; y contenedores de residuos para depositar nuestra basura».

Es cierto, el brote de cólera en Ghana ha mejorado de forma considerable este año, con solo 825 casos. En este sentido, las estrategias emprendidas por el Gobierno con el objetivo de movilizar a las comunidades ha resultado vitales.

A pesar de ello, la enfermedad continúa cobrándose vidas en otros países del continente. Con o sin rabia política de trasfondo.

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