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¿Miedo al estrado? Descubre si tienes «glosofobia»

Afecta más a mujeres que a hombres y también se da en personas con un carácter obsesivo, perfeccionistas o controladores

¿Miedo al estrado? Descubre si tienes «glosofobia» víctor lerena

j.g.s

Siempre se ha recriminado a la educación española la falta de preparación en los niños para poder relacionarse con la gente en público. La capacidad para desarrollar un discurso, subirse al estrado y que los nervios traicionen lo justo aunque estemos ante un gran auditorio, parece no ser lo que mejor se nos da.

Sin embargo, al margen de que la práctica puede contribuir a la mejora, el miedo a hablar en público, conocido como «glosofobia» responde a una personalidad determinada que va más allá de la influencia cultural y educativa.

¿Cómo detectar la «glosofobia»? «La reacción que está implicada a lo que llamamos miedo a hablar en público es la ansiedad . El nerviosismo que tenemos cuando nos sentimos evaluados, como puede ser a la hora de enfrentar un examen o conocer gente nueva. En casos en los que está en juego nuestra imagen o algo que nos interesa . Se trata de una reacción de nerviosismo que se produce en tres niveles: cognitivo-subjetivo (hay temor, preocupación, inseguridad, sensación de pérdida de control, temor a quedar mal , a tener un resultado negativo, etc), en segundo lugar, a nivel fisiológico (activación fisiológica, tensión muscular, temblor, sudor, molestias digestivas , aumento de la tasas cardiaca, etc.) y en tercer lugar, a nivel conductual (signos de inquietud e incluso tartamudeo , dificultad de expresión o paralización o bloqueo)», explica Antonio Cano , presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés y catedrático de la la Universidad Complutense de Madrid.

¿Ante cuánta gente nos inhibimos?

Se trata de reacciones que pueden manifestarse no solo con la «glosofobia» aunque el experto advierte de que «la situación de hablar en público es de las que mayor ansiedad produce». En nuestro país, se han dado trastornos de ansiedad en un 6% de la población española en los últimos 12 meses, señala Cano.

Al hablar de «glosofobia» hay que tener en cuenta a qué nos referimos exactamente cuando hablamos de público, si hay un número determinado de personas a partir del cuál se empieza a sudar y a titubear. «Hay personas que tienen ansiedad pero solo cuando tienen que hablar con un gran número de personas o más de dos. La cifra varía mucho : algunos te dicen que a partir de cuatro, que parece el número mágico, otros dicen que tiene que ser considerable. Varía en función del número de personas y también del contexto: si tengo que hablar delante de diez personas pero es una comida no me afecta, y si es un estrado sí. O al revés: si es una comida y no me puedo escudar en un rol profesional, o si se trata de un grupo formal o informan, etc.», explica la psicóloga Vanesa Fernández .

Perfeccionistas y mujeres

Las personas más propensas a padecer «glosofobia» son: «aquellas que tienen temor a ser evaluados y las mujeres en general tienen más ansiedad que los hombres . También se da en determinadas personas con un carácter obsesivo, perfeccionistas o contraladores», explica Cano. Fernández también incluye a « personas introvertidas, ansiosas, o neuróticas ».

Cano advierte de que «en casos puede llegar a ser clínico, en este caso es una fobia social específica pero existe un trastorno de ansiedad que se llama fobia social y que está caracterizado por sufrir ansiedad y angustia ante situaciones sociales, incluida la de hablar en público y que se intentan evitar».

¿Cómo enfrentar la glosofobia?

«Funcionan las técnicas psicológicas de tipo cognitivo-conductual en las que se enseña al paciente a manejar las emociones. Se trata de tres concretamente: reestructuración cognitiva, relajación y entrenamiento », explica Cano.

«En la reestructuración se resalta el papel de los errores cognitivos, el papel de estar pensando siempre que lo hago todo mal . Se cometen dos errores: que magnifico lo que hago mal y que pienso en ello mucho tiempo. En el caso de la relajación, se trata de aprender a respirar de manera sosegada y dismunuir la temperatura, soltar los músculos y no imaginar siempre lo peor. Y por último, el entrenamiento: exponerse a situaciones progresivamente ansiógenas y difíciles», concluye Cano.

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