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El Papa desata el delirio en su encuentro con las familias de Manila: «¡No perdáis la capacidad de soñar!»

Visitó a 300 «niños de la calle» en un refugio de la capital

El Papa desata el delirio en su encuentro con las familias de Manila: «¡No perdáis la capacidad de soñar!» reuters

juan vicente boo

La extraordinaria carga emotiva de la visita del Papa a Filipinas fue subiendo el viernes en los sucesivos encuentros con las autoridades, los sacerdotes, los «niños de la calle» y, finalmente, las familias de Manila . Francisco dirigió palabras vigorosas a todos, excepto a los trescientos niños abandonados, a quienes entregó, con sus gestos, el regalo del cariño.

El Papa había comenzado el día con una fuerte condena de la corrupción durante su encuentro con las autoridades en el palacio presidencial, advirtiéndoles que «los líderes políticos tienen que sobresalir por su honradez».

Poco después, durante la misa en la catedral de Manila, Francisco recordó que «el Evangelio invita a cada cristiano individualmente a llevar una vida honrada y preocupada por el bien común», y propuso que cada comunidad cristiana establezca también « círculos de honradez » para mejorar su propio entorno.

Aunque no suele improvisar cuando lee textos en inglés, al llegar a un párrafo sobre los pobres, el Santo Padre añadió con mucha fuerza: «¡ Son el corazón del Evangelio ! ¡Son el corazón del Evangelio! Si los quitamos del Evangelio no podemos entender el mensaje de Jesús».

Los más pobres de los pobres son los ancianos y los niños que no tienen casa ni familia, y viven en la calle. Al terminar la ceremonia, el Papa realizó una visita inesperada a un cercano centro de acogida de «niños de la calle» –que en Filipinas son un millón y medio- dirigido por un jesuita francés.

El joven cardenal de Manila, Luis Antonio Tagle , conocido como « el Francisco de Asia », le había llevado el pasado otoño cartas de mil niños abandonados, que viven de ayudas ocasionales, pequeños robos y a veces prostitución infantil. El Papa las recordaba y decidió ir a pasar un rato con los trescientos niños que viven en ese centro de acogida. Allí escuchó sus cantos, recibió pequeños regalos y, visiblemente enternecido, derrochó cariño con ellos, más como abuelo que como padre.

Defensa de la familia

Horas después confirmaría que «me conmoví en el corazón visitando el hogar de niños sin familia. ¡Cuánta gente en la Iglesia trabaja para que ese hogar sea una familia!». Pero el mensaje más espectacular del día fue la defensa de la familia en el encuentro con veinticinco mil personas de tres generaciones en el «Mall of Asia».

Después de saludar a enfermos y discapacitados, Francisco escuchó testimonios de una familia dividida por la emigración, una familia pobre que acoge a seminaristas, y una familia con discapacitados.

El Papa leía su discurso en inglés e incluso se lanzó a improvisar en ese idioma, pero dijo que no lo hablaba bien y pasó a hacer comentarios añadidos en español, con traducción sucesiva frase por frase. De ese modo invitó a las familias a soñar con el futuro y a soñar los unos con los otros «igual que un padre y una madre sueñan con el hijo durante nueve meses. ¡Nunca dejéis de soñar! ».

Los asistentes disfrutaba y se reían, aplaudiendo con fuerza cada invitación breve y clara del Papa como la que dio a los matrimonios: « ¡Nunca dejen de ser novios! ».

Les contó que tiene en su estudio una imagen de San José, pero no despierto sino dormido, cuando recibía en sueños los mensajes de los ángeles. Les confesó que, cuando tiene un problema serio, escribe una nota y la deja bajo la estatua para que San José rece para resolverlo. Recordando que «San José tuvo en sus brazos al Niño», el Papa animó a las familias: «¡Haced un hogar para Jesús!».

Colonización ideológica

En tono más serio les invitó enérgicamente a liberarse de la « colonización ideológica » que daña a la familia: «Tenemos que sacudir ese yugo, igual que sacudimos el yugo colonial».

En el texto completo del discurso que entregó al encuentro, Francisco exhortaba a plantar cara a «las presiones que hoy sufre la familia », entre las que identificaba siete. Junto con los desastres naturales y los problemas económicos -que muchas veces fuerzan la separación de las familias-, mencionó también el materialismo, «los intentos de algunos de cambiar la institución del matrimonio », el relativismo, la cultura de lo efímero, y la falta de apertura a la vida. Con toda claridad advertía que «cada amenaza a la sociedad es una amenaza a la vida».

Al margen del texto preparado de antemano, el Papa aplaudió a Pablo VI pues, «cuando le plantearon el problema de la población, tuvo la valentía de defender la apertura a la vida de la familia. Conocía las dificultades, y por eso la encíclica Humanae Vitae es tan misericordiosa con los casos particulares». Según Francisco, « Pablo VI era valiente , y alertó a sus ovejas de los lobos que venían. Desde el cielo nos ayuda hoy».

Una y otra vez, los asistentes reían y aplaudían, pendientes de cada nueva confidencia o consejo del Papa. Habían venido a rezar con él y a escuchar la lectura un discurso escrito, pero se encontraron con una deliciosa e inolvidable reunión de familia.

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