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salud

Cuánto de (poco) fiables son las básculas de las farmacias

ABC acude con una mujer a 4 boticas de Madrid. Se pesa y el dictamen es harto diferente: le aconsejan desde que no gane peso hasta que engorde 13,4 kilos. Comprueba qué está fallando en estos instrumentos regulados

Cuánto de (poco) fiables son las básculas de las farmacias fotos: miguel ibáñez

e. montañés

IMC= P(kg.) / A (m)2 (Peso en kilogramos dividido por la altura en metros al cuadrado). No, no queremos que el lector se vuelva loco. Ni se pretende reformular la ley de gravitación universal de Albert Einstein... No es más que una ecuación. Quizás algo farragosa, pero fundamental para controlar el estado de salud de nuestro organismo. En este caso, la tienen muy en cuenta nutricionistas, endocrinos y personas con un incipiente problema de sobrepeso y no remite a otra cosa que al índice de masa corporal (IMC) de la persona. ABC , en un sencillo experimento, ha querido comprobar si las básculas de las farmacias ofrecen medidas de IMC similares, o si cambian mucho entre unas y otras. En síntesis, si hay un criterio homogéneo. La Organización Mundial de la Salud ( OMS ) establece unos parámetros por tramos de edad muy claros que indican cuál es el IMC apropiado para que una persona se considere saludable, en este aspecto al menos. Lo preocupante será un IMC igual o superior a 25, en todo caso, dictamina.

Según la definición que proporciona la OMS, el índice de masa corporal es un indicador simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos. Por horquillas, se fija que un IMC menor a 18,5 denota un peso inferior al recomendado o peso bajo; el peso será normal con un IMC de 18,5 a 25; si el IMC se sitúa entre 25 y 30, se sufre sobrepeso de primer grado y conviene reducir kilos. Este exceso en la báscula incrementa el riesgo de hipertensión y cardiopatías. Un IMC de entre 30 y 40 aprecia que el sobrepeso es ya de segundo grado u obesidad. Mayor de 40: el IMC está indicando una obesidad de grado muy alto que requiere con urgencia tratamiento médico, al existir un riesgo severo de padecer enfermedades graves.

Como precisión, siempre hay que tener en cuenta que el IMC solo es aplicable para mayores de 16 años y no se puede determinar de igual modo para los atletas y deportistas, que poseen mucha más cantidad de músculo y el índice fluctúa en ese caso al ser su cuerpo más «denso». Tampoco es válido para embarazadas, niños o adultos mayores de 70 años.

Lo explica la doctora Susana Monedero, secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO): «Existen parámetros absolutamente estandarizados por la OMS y avalados por las sociedades científicas como la SEEDO en la que se establece que será peso normal entre 18,5 hasta 24,9. Sobrepeso desde 25 hasta 29,9 y obesidad a partir de 30. Estos datos son inamovibles. Otra cosa es que el IMC no distingue entre grasa, músculo, hueso y agua, es decir da peso total, y por tanto en pacientes con mucha masa muscular como los deportistas, da alto sin que tengan obesidad, mientras que en pacientes sin nada de músculo da un dato normal y pueden ser obesos. En esos casos hay que utilizar otras técnicas como medir la circunferencia de cintura o hacer un estudio de composición corporal con DEXA o bioimpedancia».

Una práctica comparativa muy sencilla

Partimos de esa medición del IMC como primera premisa para nuestra práctica: queremos cotejar hasta qué punto resultan fiables las básculas de las farmacias (también las hay en los centros comerciales, pero las reglamentarias son las que hallamos en las boticas). Lo que advierten los fabricantes de básculas es que la medición del peso, incluso en los aparatos caseros, fluctúa por una gran cantidad de variables. Marcan diferencia de kilos entre básculas, incluso, de la misma firma o marca. Por tanto, si el peso oscila, lo hará el IMC acompasadamente.

Los fabricantes advierten que el peso fluctúa hasta entre básculas de la misma marca

Condicionan el «dictamen» que da la báscula doméstica el estado del suelo donde se coloca (si está inclinada o no); si la persona se pesa a distintas horas (se aconseja hacerlo por la mañana, en ayunas) o si lleva alguna prenda (la recomendación es hacerlo siempre desnudos, descalzos, y a ser posible tras haber ido al servicio para que la forma de medición siempre sea equiparable).... Y aun con todo, el dato del peso puede seguir siendo cambiante. Ya que esto es así y pensar que las básculas de las farmacias nos van a ofrecer siempre el mismo peso no sería partir de un dato fidedigno, en nuestro ejercicio, lo que sí haremos es comparar las horquillas de valor de IMC que establecen las básculas de las farmacias y el peso ideal que recomienda cada una de ellas, porque es ahí donde encontraremos la fuente de discrepancia y también de riesgo para la persona que viva «presa» de estas métricas.

Monedero añade otras «interferencias» en el resultado de la báscula: «El desajuste puede venir también de cómo se talla a las personas. No es lo mismo con zapatos que sin ellos, a veces si las básculas miden la altura de forma digital y, por ejemplo, si lleva el pelo cardado o levantado puede cambiar la talla. Eso cambia mucho el IMC».

Reglados y verificados

Acudimos al Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid para saber si hay alguna regulación uniforme en estos instrumentos. En efecto, sí están reglados por la Metrología Legal y sometidos a verificación. «Algunos de los instrumentos utilizados habitualmente en el sector farmacéutico, además de los controles y/o calibraciones a los que se pueden someter como garantía de calidad del servicio están dentro del alcance de la Metrología Legal, regulada por la Ley 3/1985 de Metrología y el Real Decreto 889/2006, de control metrológico del Estado. Según dicha legislación, cualquier instrumento que sirva para pesar, medir o contar que pueda afectar a la seguridad, a la salud o a los intereses económicos de los consumidores, debe someterse a una evaluación de su conformidad con los requisitos metrológicos legales antes de su puesta en servicio y a una verificación periódica y después de cada reparación del instrumento».

Se enumeran desde el Colegio de Farmacéuticos las dos órdenes de la Administración aplicables a «todas las balanzas analísticas que se usan para hacer fórmulas magistrales y las utilizadas también en la realización de análisis en laboratorios médicos o farmacéuticos». Estas órdenes son de 22 de diciembre de 1994 y de 27 de abril de 1999, por las que se regula el control de los instrumentos de pesaje de funcionamiento no automático, en sus fases de verificación periódica y después de reparación.

Las máquinas ubicadas en las boticas auscultan al cliente por 20 a 50 céntimos

Dentro de las boticas, esas máquinas suelen cobrar de 20 a 50 céntimos por auscultar al cliente y proporcionarle un rápido diagnóstico de su estado físico, hasta el punto de que facilitan la medición en altura, los kilos, le aconsejan un peso ideal al son del IMC que registran y hasta toman la tensión del individuo que se sube a una de sus plataformas.

La segunda premisa que introducimos para desarrollar este trabajo de campo es la necesidad de contar con un sujeto muestra en el estudio. En nuestro caso, la protagonista que se presta a colaborar con el ensayo es una mujer de 34 años, que mide 1,63 centímetros (las mediciones de partida, en este caso, son médicas, y coinciden también con las manuales) y que durante todo el tiempo del examen no modificó más que en unos cientos de gramos su peso en la báscula de su casa: siempre anduvo por los 50,2 kilogramos. Su IMC está, por tanto, calculadora en mano, en el entorno de 18,89. Dentro de lo marcado por la OMS, estaríamos hablando de una persona con peso normal, sin necesidad de bajar o subir kilos. El IMC también marca si tu peso es adecuado con tu estatura, y en este caso lo sería.

Una visita a cuatro farmacias de Madrid

Comenzamos la operación. La acompañamos a pesarse en distintos lugares, farmacias de Madrid en este caso, durante varios días, siempre con la misma ropa, unos jeans azules, los mismos las cuatro jornadas de estudio, y una camisa de algodón, sin calzado en todos los casos. No hay abalorios ni pesos adicionales. Tras cada visita, solicitamos a nuestra protagonista el ticket resultante. Y el resultado de la empresa es el siguiente:

-Primera visita a la farmacia, el 10 de agosto de 2014: peso de la mujer, 49,1 kilos. Talla 1,62 (en este caso se agachó mínimamente y por eso varió un centímetro de su altura natural). El resultado es un índice de masa corporal de 18,7.

Balance: según esta farmacia, sita en el Paseo del Prado, número 26 de Madrid, la protagonista tiene un peso muy normal, ya que recoge en el recibo que por debajo de 18,5 estaría «delgada», pero entre 18,5 y 24,9 es un peso «normal». Entre 25 y 29,9 de índice de masa corporal sufriría «sobrepeso», que sería «alto» y muy preocupante para ella si estuviese por encima de 30.

Resultado: la mujer está normal con un peso de apenas 49 kilos. Pero los parámetros se ajustan perfectamente a los estándares de la OMS.

-Segunda visita, el 8 de septiembre de 2014: en la farmacia de la calle Alcalá, 446 de Madrid, en el distrito de Ciudad Lineal, encuentra los datos acordes con los de su casa y con las mediciones de su médico de cabecera. Son calcados: 50,2 kilos y 163 centímetros. Pero en este caso no se le ofrece un índice de masa corporal a cambio de los mismos 20 céntimos de euro, sino que le facilitan una tabla en la que vienen especificados los pesos ideales según el tramo de edad y el sexo.

Balance: con 34 años y siendo mujer, su peso ideal serían 56 kilogramos -dice esa tabla-, que bajaría a los 53 kilos si tuviese entre 20 y 30 años; escalaría a 58 kilos cuando cumplan los 40 años; a 60 en la década de los 50 y a 61 kilogramos en la de los 60. ¡61 kilogramos a los 60 años!

Resultado: está muy delgada. De acuerdo con esta botica, tiene que engordar 5,8 kilogramos para alcanzar su peso ideal.

Cuatro recibos y en cada uno se recogen unos parámetros de IMC diferentes, incluso alguno divergente respecto de los fijados por la OMS

-Tercera visita, 5 de octubre de 2014: esta vez la acompañamos a la calle Goya, 55 en el centro de Madrid. El peso, aunque ya hemos citado que en su casa la medición no había cambiado y se mantenía siempre un poco por encima de los 50 kilos, se eleva esta vez a 50,600 kilos. La altura, extrañamente, es menor al resto -1,60 metros- y el índice de masa corporal o BMI en inglés es algo más elevado, de 19,7.

Balance: según esta botica, la persona adolece de un peso normal y ahora mismo está «bajo peso». Tendría que escalar a un indicador de entre 20 y 24,9 para contar con un peso «normal». De 25 a 30 padecería sobrepeso, según este recibo, y con más de 30 se hablaría de obesidad. La cuenta añade, para más diferenciación respecto a las otras, que su peso ideal para un índice de masa corporal de entre 20 y 25 sería pesar de 51,2 kilogramos a 64 kilogramos. Es decir, tiene que ganar entre 0,6 y 13,4 kilogramos para tener un peso ideal.

Resultado: la mujer está con peso bajo, pero con 600 gramos que engorde ya está en su peso ideal. Aunque podría ganar casi 13 kilos y medio y seguir en su peso ideal, una horquilla que a priori se presenta demasiado abultada.

-Cuarta visita a una botica madrileña: el recibo pertinente sale incompleto. No indica ni la farmacia que es -situada en la calle Alegría de Oria de Madrid- ni la fecha exacta -15 de octubre de 2014-. Marca una data al tuntún, el 1 de enero del año 2239 a las 9.20 horas, algo que, no es necesario decirlo, no corresponde con la realidad. Está mal calibrada. El peso esta vez desciende hasta los 50,050 kilogramos y la altura es de 1,62 centímetros. La mujer vuelve a tener un peso normal. Porque por debajo de 19 estaría delgada y ella tiene un 19,07, conforme a este ticket.

Balance: Peso normal. Según el papel que facilita la báscula, entre 19 y 25 de IMC sería un peso normal; con 22 -y únicamente con este valor- estaría en su peso ideal; entre 26 y 30 tendría sobrepeso y por encima de 30 debería «controlar su peso».

Resultado: tiene el índice de masa corporal normal, pero ella no sabe cuánto tendría que ganar para estar en su peso ideal.

Tras las visitas, queda claro que el peso oscila considerablemente y ello determina también la consecuente variación en el IMC resultante; si bien no es menos cierto que las básculas de las farmacias presentan poca fiabilidad al menos en lo concerniente a la uniformidad de criterios. No es que haya un mundo de distancia según lo recabado, pero si los indicadores, como las horquillas del IMC, vienen prefijados, ¿por qué cada una marca unos diferentes en los recibos que dispensa, por qué cada una aconseja un peso ideal divergente, por qué a la misma persona en tesituras análogas llegan a aconsejarle que eleve su peso en 600 gramos, 5,6 kilos y hasta 13,4 y seguirá estando dentro de su peso ideal? Y, por último, experiencias cotidianas de este tipo llaman a reflexionar sobre si no aboca a que el cliente pueda tomarse cada resultado de distinta forma y proceder con su dieta de modo desigual y quizás hasta desaconsejable para su salud. En diversos foros de salud de internet no faltan opiniones sesgadas emitidas por personas que creen que estas básculas de las boticas llegan a manipularse con el fin de que el cliente consuma más productos (especialmente, adelgazantes) de la farmacia. Se quejan de que las tienen como un elemento más de «márketing o estrategia empresarial» de búsqueda de negocio que otra cosa. Alejados de impresiones particulares, ensayos como el propuesto no conducen más que a propiciar la idea de que el rigor científico asiste a las clínicas de especialistas , con sus métodos más precisos de medición y sus test más completos, y no así a otras alternativas más pragmáticas. La doctora Susana Monedero, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, analiza esas indicaciones diferentes halladas en las farmacias: «En efecto habría que empezar por tallar y pesar correctamente. Otro asunto es que todo lo relacionado con el exceso de peso está muy banalizado, ya que entra en el mundo de la estética con todo lo que ello conlleva. Por otro lado, hay mucha falta de formación y todo el mundo se cree que sabe y da consejos sin saber qué está haciendo» en este tema. Infiere, para concluir: «Desde la farmacia hay muchas iniciativas de formación de farmacéuticos en temas de obesidad y alimentación, pero probablemente no es suficiente. Yo creo que con una buena formación de los farmacéuticos desaparecerían estos problemas».

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