Normalidad en el Carlos III pese a las medidas de seguridad
Los pacientes no se muestran preocupados aunque el personal no baja la guardia
Manuel García Viejo es el segundo español infectado por ébola que ingresa en el hospital La Paz-Carlos III . Cuarenta y seis días pasaron desde que se trasladó a Miguel Pajares a la ya «famosa» sexta planta del hospital. Cuarenta y seis días que parecen haber sido suficientes para que nada sea extraño. Ni que ingresen a un religioso ni la propia enfermedad, que hasta hace apenas dos meses solo se asociaba a un drama más del continente africano , y que ahora es vista como «normal». Tanto, que el hospital no ha sido desalojado en esta ocasión.
«El ingreso de García Viejo entra dentro de la rutina, de la normalidad. La otra vez fue distinto, vino todo muy de sopetón y hubo que preparar todo, pero ahora los pacientes están bien», explica uno de los sanitarios del hospital.
Por los pasillos del hospital hay poca gente. En una de las salas de espera de la primera planta, Antonio observa con parsimonia su móvil. «No tengo ninguna preocupación, en este hospital y en todos hay pacientes con infecciones y al resto no le afectan, entiendo que han tomado sus precauciones», concluye.
«Esto no es Atlanta»
El clima de normalidad en los pacientes no siempre coincide con el del personal. «Yo no he subido a la sexta planta y por eso no me preocupa. Aunque hay que tomar precauciones, si no sería un loco. No hay que fiarse, esto no es el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta», lamenta un médico. Considera que la dirección del hospital tendría que haber reunido al personal «para tranquilizarlo y para que expliquen cuáles son las medidas de seguridad que se están tomando».
Los pacientes, la mayoría ajenos a lo que pasa en la sexta planta, siguen su vida normal. «No tenemos miedo, de hecho hay gente que no se ha enterado de que ingresaron al hermano», cuentan dos mujeres al salir del hospital. En la misma línea opinan Mamen y Gonzalo. «No tenemos ninguna preocupación por el ébola, es más, hemos hecho bromas al llegar», asegura Gonzalo. «Cero preocupación», coincide Mamen.
Otros creen incluso que el desalojo en el caso de Pajares fue innecesario. «Se hizo porque era verano y había poca gente. Pero no sé ni por qué lo trajeron, tendría que haber tomado la medicación allí y ver si reaccionaba. Estamos muy mal aquí», lamenta un hombre en la puerta del recinto.
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