Extrañas formas de morir... en la Gran Manzana

Aunque no es veterinaria, la forense Judy Melinek revela en el británico «Mirror» una diferencia fundamental entre perros y gatos que dice ha aprendido en base a su larga experiencia: «Es muy posible que tu perro pueda tirarse seis días junto a tu cadáver, aunque muera de hambre, pero tu gato no lo hará nunca. Tu gato, más bien, te devorará sin ningún tipo de reparo». Con esta llamativa información Melinek presenta un libro del que es autora y en el que narra algunas de las muertes más espeluznantes a las que ha tenido que hacer frente a lo largo de su carrera.

Testigo de momentos fatales, como el atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, esta doctora cuenta sin tapujos que algunos de sus peores momentos, como el examen forense al cadáver de Sean Doyle, de quien narra su cuel historia en el rotativo británico: «Sean Doyle acudió a un bar junto a un amigo y la novia de éste pero, cuando regresaban a casa, fue acusado de coquetear con la chica. Su amigo, furioso, decidió atacarle enfurecido y, accidentalmente, cayó por una alcantarilla bajo la cual se acumulaba gran cantidad de agua hirviendo y que provocó la fatal muerte del joven».

Otra de las muertes que siempre recordará, dice, es la de un hombre que, tras quedarse encerrado en su casa, decidió intentar acceder a ella desde la azotea. Allí encontró un un cable para descender hasta su apartamento, pero el material se rompió y el hombre cayó al vacío. Un trabajo duro, dice la estrenada escritora, y que le ha permitido valorar cada momento de su vida.

«En Nueva York he visto personas asesinadas por los trenes del metro, por coches con exceso de velocidad, por atropellos, aplastamiento, caídas desde grandes alturas...». Ante tal horror, el mejor secreto para llevar a cabo su trabajo, dice la forense, «no es otro que mantener la calma».