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Singularidades de la palabra «coño»

Tanto políticos como escritores de renombre usan este sonoro término español para expresar sopresa e incluso molestia

Singularidades de la palabra «coño» abc

a. f. vergara / i. g. peña

Pese a los intentos -y los logros- de Camilo José Cela para incluir la palabra «Coño» en el Diccionario de la Real Academia de la lengua española, su pronunciación en el Congreso, en público, y en la tribuna, demuestra que su «especial sonoridad» hace que esté lejos de considerarse una palabra «refinada», aunque sí es de uso habitual.

Solo tenemos que recordar que el presidente del Congreso, Jesús Posada, pedía el pasado miércoles 12 de febrero disculpas y reconocía que debería haber tenido «más control» de sus propias palabras cuando se le escapó la palabra «coño» en el momento en el que trataba de imponer el orden en un rifirrafe del debate. « Estas cosas ocurren . Realmente yo tenía que haber tenido más control de mis propias palabras, pero en fin, pronuncié alguna interjección que no debía», decía Posada.

En el Congreso no es la primera vez que se oye esta palabra . El «Se sienten, coño» de Antonio Tejero durante el fallido intento de Golpe de Estado del 23-F se hizo tan famoso que tanto en películas , series y en conversaciones entre amigos se ha reproducido hasta la saciedad.

Oda al órgano femenino

Buscando referencias sobre esta palabra en nuestra literatura, uno de los primeros autores que nos encontramos es Camilo José Cela, quien empleaba este término de forma muy habitual. Es más, una de sus biografías, escrita por Gaspar Sánchez Salas, lleva por título «El coño de Don Camilo y otras anécdotas inéditas» , lo que da cuenta de lo habitual que era en su vocabulario.

Precisamente fue el escritor gallego quien consiguió que la palabra «coño» se incluyera en el Diccionario de la Real Academia Española. Ya en el año 1968, en el preámbulo de su «Diccionario secreto», Cela se lamentaba porque el Diccionario de la Academia «ignora por ejemplo, la voz "coño" y no registra ningún cultismo que designe el concepto a que se refiere la palabra proscrita, con lo que se da el despropósito de que el aparato reproductor externo de la mujer no tiene nombre oficial en castellano».

Pero si seguimos con nuestro recorrido literario, no podemos dejar de hacer referencia a Juan Manuel de Prada, que publicaba «Coños» en el año 1994. Un libro de varios capítulos cortos , en cada uno de los cuales el autor describe la vagina de una mujer diferente. Un libro muy elogiado, por otra parte, por Francisco Umbral, otro de los autores de nuestra literatura que han contado en numerosas ocasiones con esta palabra entre sus expresiones más habituales.

¿Un término «sexista»?

Según el diccionario de la Real Academia Española , la primera de las acepciones de la palabra «coño» hace referencia a la «parte externa del aparato genital de la hembra» y como interjección se utiliza para expresar diversos estados de ánimo, especialmente extrañeza o enfado.

En Chile, según este mismo diccionario, el término se puede traducir por «Español», y tanto en este país como en Ecuador puede ser un adjetivo con el significado de «miserable o tacaño». Su origen es la palabra latina «cunnum», según explican Alberto Buitrago y Agustín Torijano en su «Diccionario del origen de las palabras (Espasa, 1998)», y, en este sentido, hace alusión a «cuño» que se forma en la zona pélvica de la mujer, entre las ingles.

El término coño en España tiene unas connotaciones un tanto «sexitas»El término «Coño» en España tiene unas connotaciones un tanto «sexistas». Cuando algo nos molesta, nos fasatidia profundamente, usamos la palabra coño, en una referencia vulgar al miembro femenino. Lo mismo ocurre cuando nos aburrimos: «Vaya coñazo». Sin embargo, cuando un evento nos entusiasma exclamamos un «Es cojonudo», en este caso en referencia al órgano masculino.

En Italia la historia es al revés. Nuestros vecinos mediterráneos utilizan el joder, el «Cazzo», en una clara alusión a las partes íntimas del hombre, al igual que para señalar que una cosa es una tontería o gilipollez: «Che cazzata». Por el contrario, cuando una cosa encanta o soprende, utilizan una palabra que menciona el miembro femenino, la «figa»: «Che figata», que se traduciría en un «Qué chulada».

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