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Papa Francisco: «El carrerismo eclesiástico es una lepra, una lepra»

Advierte a los diplomáticos del Vaticano que «un nuncio mundano hace el ridículo»

Papa Francisco: «El carrerismo eclesiástico es una lepra, una lepra» efe

juan vicente Boo

La condena de los eclesiásticos obsesionados por «hacer carrera», limitada hasta ahora a las breves homilías informales de la mañana, ha sido el elemento central en el primer discurso del Papa Francisco a los diplomáticos del Vaticano. La reforma de la Curia vaticana está en marcha y el primer elemento es una «reforma cultural»: pasar del espíritu de egoísmo y vanidad al espíritu de servicio. Su discurso, explícito y exigente, era un programa del Pontificado.

El Papa fue deliberadamente poco «diplomático» al insistir a los alumnos de la Pontificia Academia Eclesiástica , la escuela diplomática del Vaticano, que un representante de la Santa Sede «debe estar libre de proyectos personales , debe vigilar para estar libre de ambiciones o miras personales, que causan mucho mal a la Iglesia».

De un modo directo a más no poder les dijo que «estar libre de ambiciones personales es importante. El carrerismo es una lepra, ¡es una lepra! Por favor, ¡nada de carrerismo!». Ningún Papa había hablado así hasta ahora en un discurso oficial.

La obsesión por «hacer carrera»

Aunque la obsesión por «hacer carrera» es un virus que aqueja a miembros de casi todos los departamentos de la Curia romana , en el servicio diplomático se ve casi como un punto de honor, y eso es lo que el Papa Francisco desea cambiar. Los diplomáticos de la Santa Sede no pueden comportarse como los de los gobiernos.

«El ministerio para el que os preparáis…», les dijo, e inmediatamente lo recalcó: «…porque vosotros ¡os preparáis para un ministerio! No para una profesión, sino para un ministerio, que requiere salir de vosotros mismos y estar desprendidos».

Los diplomáticos del Vaticano no tienen que estar obsesionados por los ascensos sino por servir a las personas , y esa actitud solo se consigue «cuidando mucho la vida espiritual, que es la fuente de la libertad interior» y «convirtiendo vuestro trabajo diario en el terreno de vuestra santificación».

Francisco citó varios pasajes del «Diario de un alma», de Juan XXIII, que revelan la intensidad espiritual con la que el futuro Papa vivió su servicio como diplomático durante muchos años. Angelo Roncalli se volcaba en la atención a los demás, y al mismo tiempo se esforzaba por «podar de mi viña, todo lo que es follaje inútil».

El Santo Padre concluyó con un mensaje crudo. «Escuchadme bien: cuando un nuncio o un secretario de nunciatura no va por el camino de la santidad sino que se deja contagiar por la mundanidad, hace el ridículo, y todos se ríen de él».

Y lo remachó con fuerza: «Por favor, no hagáis el ridículo: o sois santos, o bien regresad a vuestras diócesis para hacer de párrocos. Pero no hagáis el ridículo en la vida diplomática, que encierra tantos peligros para la vida espiritual de un sacerdote».

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