
Los milagros de los primeros santos del Papa Francisco
La Iglesia reconoció la intercesión de los mártires de Otranto, Madre Laura y Madre Lupita en la inexplicable sanación de varios devotos
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1234Dos monjas y 800 mártires

Madre Laura, los mártires de Otranto y Madre Lupita - abc.es Antiguamente la Iglesia reconocía la santidad de uno de sus fieles por aclamación popular, pero desde el siglo XVIII pide como requisito dos milagros atribuidos a su intercesión. El primero permite otorgar a la persona de quien se trate la categoría de beato, y el segundo, la de santo. Se trata casi siempre de curaciones inexplicables cuya veracidad se encarga de comprobar la Congregación para las Causas de los Santos en un proceso normalmente muy largo. El pasado domingo el Papa canonizó a la colombiana Madre Laura, la mexicana Madre Lupita y los 800 mártires de Otranto en una ceremonia en la que denunció la indiferencia de las comunidades cristianas y el «aburguesamiento» de muchos católicos. A continuación, contamos cuáles han sido los milagros que, tras haber sido verificados por la Iglesia, han permitido las canonizaciones de los primeros santos del pontificado de Francisco.
Madre Laura

Madre Laura - efe Laura Montoya (1874-1949), más conocida como Madre Laura, fue la fundadora de la Congregación de las Hermanas Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, y desde el pasado domingo es la primera persona de nacionalidad colombiana en ser proclamada santa. Montoya lideró en Colombia un conjunto de misiones que trabajaban en favor de las comunidades indígenas del país. Según cuenta el Vaticano en su web, «a estas “religiosas cabras”, según su expresión», les movía «el anhelo de extender la fe y el conocimiento de Dios hasta los más remotos e inaccesibles lugares». El 25 de abril de 2004 el Papa Juan Pablo II beatificó a esta «catequista de los indios». La Iglesia había comprobado la veracidad de la intercesión de Madre Laura en la milagrosa curación de Herminia González, una enferma de cáncer de útero que sanó tras ser acostada en la cama en la que falleció la monja. Posteriormente se produjo la inexplicable curación de Carlos Eduardo Restrepo, que abrió las puertas a su canonización. Este médico anestesista sufría una perforación del esófago, agravada por el lupus y la poliomelitis. Desahuciado por los doctores que llevaban su caso, tras rezarle una noche a la monja dejó de sentir dolor, y al poco tiempo, sanó. «Le dije: “Madre Laura, si me saca de esta, yo me encargo de contarle al mundo su milagro para que la eleven a los altares”», contó Restrepo. «No sé si tuve una experiencia extracorpórea o si lo imaginé, o si fue el subconsciente, pero cuando me encomendé a la beata sentí una paz maravillosa», aseguró.
Madre Lupita

Una joven monja sostiene una imagen de Madre Lupita - efe María Guadalupe García Zavala (1878-1963), también conocida como Madre Lupita, fue cofundadora de la Congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres. La entrega de esta monja en favor de los más desfavorecidos protagonizó las palabras que el Papa Francisco le dedicó en la ceremonia de su canonización. «¡Cuánto daño hace la vida cómoda!, ¡cuánto daño hace el bienestar! El aburguesamiento del corazón nos paraliza. Madre Lupita, sin embargo, renunció a una vida cómoda para servir a los enfermos y abandonados, y eso se llama tocar la carne de Cristo», afirmó el Santo Padre. El milagro que la Iglesia reconoció para su beatificación tuvo como protagonista a Abraham Arceo Higareda, que sufría una pancreatitis aguda necrotizante. Después de ser operado, Arceo comenzó a oler «como a flores, como a perfume», y vio a Madre Lupita, a quién se encomendó. A partir de entonces sintió alivio, y días después sanó inexplicablemente. Más adelante, la milagrosa curación de la hemorragia intracraneal severa que sufría Wintila Godoy Salas abrió las puertas a la canonización de la monja. Según contó Cecilia Rangel, hija de Godoy Salas, después de que la familia rezase unida por su sanación llevando en sus manos estampas de Madre Lupita, ocurrió el milagro. «Había evolucionado ese derrame tan gigantesco, tan terrible, que aparecía en la primera tomografía. Lo había visto, era un monstruo, y cuando me enseñaron la segunda tomografía no había nada», aseguró Rangel.
Mártires de Otranto

Interior de la catedral de Otranto - wikimedia En 1480 una flota de guerra otomana arribó a Otranto, una pequeña localidad de la Apulia italiana. El comandante turco, Ahmet Gelik Pascia, reunió a los 800 varones mayores de 15 años de la ciudad y les ordenó la conversión al islam, so pena de muerte. Antonio Primaldo, un humilde zapatero, actuó como portavoz de los lugareños. «Vemos a Jesucristo como nuestro Señor y Dios verdadero. Preferimos morir mil veces a negarle y convertirnos en turcos», respondió al comandante otomano. La fidelidad a Cristo y a su Iglesia costó la cabeza a todos aquellos hombres. El milagro que el Vaticano ha reconocido para su canonización tuvo como protagonista a Sor Francesca Levote. Esta monja de las Hermanas Pobres de Santa Clara sufrió a finales de los años 70 del siglo pasado un cáncer de ovarios en estado muy avanzado que desapareció inexplicablemente después de que se encomendase a los mártires de Otranto.


