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Un adelanto en el reloj circadiano se asocia a las migrañas con aura

Es la primera vez que se relaciona esta patología con una causa genética, que además altera los ritmos de sueño, según publica «Science Traslational Medicine»

Un adelanto en el reloj circadiano se asocia a las migrañas con aura abc

pilar quijada

Investigadores de la Universidad de California han identificado una mutación genética implicada en las migrañas con aura, las más comunes. Esta alteración genética está presente también en una patología del sueño conocida como Síndrome de Fase avanzada del sueño, que consiste en un trastorno de ritmo circadiano que altera el ritmo sueño-vigilia al no responder a los sincronizadores externos, como la luz, actividad física, factores sociales. La alteración se caracteriza por un adelanto del sueño en relación con el horario normal, dando lugar a somnolencia durante las últimas horas de la tarde y a un despertar de madrugada.

La alteración descubierta afecta al gen de una enzima con amplias funciones en el organismo y que altera los patrones de sueño a la vez que causa cambios en la actividad cerebral que pueden desencadenar las migrañas. La enzima es la caseína quinasa y podría ser un blanco potencial para el tratamiento de estos dolores de cabeza asociados a la migraña.

Si las alteraciones de reloj circadiano son las responsables de la migraña, o es la mutación genética la que provoca esos terribles dolores de cabeza de forma independiente al trastorno del sueño es una de las cuestiones que se plantean ahora los investigadores. En cualquier caso, este hallazgo inesperado coloca una nueva pieza en el «rompecabezas» de la migraña, una patología que afecta casi al 15% de la población, en especial mujeres, pero cuyos mecanismos fisiopatológicos no están muy claros, como refleja el gran número de subtipos de migraña reconocidos.

Los hallazgos encajan con los datos previos que hacían sospechar que el sueño podría estar relacionado con esta patología que tiene un importante componente genético y puede llegar a ser muy incapacitante, debido al dolor de cabeza severo y las náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz que a menudo la acompañan, además de alteraciones ocasionales de la percepción.

Una de las principales pistas que asocian sueño y migrañas proviene de las cefaleas en racimo, un «pariente cercano» de la migraña, en la que los ataques muestran una sorprendente periodicidad y tiende a aparecer unas horas después quedarse dormido. A esto se une el hecho conocido de que dormir muy poco o demasiado puede desencadenar una migraña.

Curiosamente uno de los investigadores que han realizado este hallazgo tenía un interés personal. Desde la adolescencia, Emily Bates, sufría estos fuertes dolores de cabeza que le incapacitaban para seguir sus clases. «Tenía migrañas severas con frecuencia y decidí entonces, cuando estaba en la escuela secundaria, que iba a trabajar en las migrañas, que iba a averiguar su causa y ayudar a encontrar una cura». Un sueño adolescente que va bien encaminado. Después de obtener un doctorado en genética de Harvard, Bates realizó investigaciones post-doctorales con un equipo de genetistas dirigido por Louis Ptacek en la Facultad de medicina de la Universidad de California, en San Francisco.

La identificación del gen se logró gracias a dos familias que parecían tener una forma dominante heredada de migraña. Los investigadores dirigidos por Ptacek estudiaron primero una familia en la que muchos de sus miembros tenían también el síndrome de fase avanzada que altera los patrones de sueño normal, lo que los llevaba a dormirse temprano y despertar antes del amanecer. Los investigadores sabían que los problemas para dormir estaban causados por una mutación en el gen de la caseina quinasa, que altera el reloj circadiano. Y esta mutación también aparece en las personas con migraña. Después buscaron una segunda familia en la que encontraron otra mutación asociada a la misma proteína que también estaba implicada en los trastornos del sueño y la migraña.

Los investigadores probaron entonces si las mutaciones en la caseína quinasa podían causar jaquecas cuando se expresan en modelos animales. Es difícil medir si los ratones experimentan las migrañas igual que los seres humanos, pero los investigadores encontraron patrones de actividad cerebral similares a los observados en pacientes de migraña. Además eran más sensibles a la luz y al ruido. El tratamiento de los ratones con medicamentos utilizados para la migraña parecía mitigar algunos de estos síntomas.

Los resultados obtenidos por Brennan y sus colaboradores son compatibles con la hipótesis de que el cerebro tiene un número limitado de maneras de reaccionar ante una interrupción en su homeostasis (equilibrio) y los ataques de migraña parecen ser una de esas maneras.

Los investigadores han visto además que los astrocitos, un tipo de células del cerebro esenciales para el funcionamiento neuronal, en los ratones modificados geneticamente para expresar el gen de la caseina quinasa alterado, mostraron incremento del calcio en comparación con los de los ratones normales. «Esto es significativo porque pensamos que el funcionamiento de los astrocitos es muy relevante para la migraña», dijo Ptáček, el investigador principal del estudio.

La investigación «es un paso más para entender la ruta molecular implicada en el dolor asociado a la migraña», señala. «Y, como nos acercamos a una comprensión más clara, podemos empezar a pensar en mejores terapias. Hay buenas medicinas ahora pero solo son eficaces en algunos pacientes, y en algunas veces. La necesidad de mejores tratamientos es enorme», concluye Ptáček.

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