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Neurociencia

La lectura es uno de los mejores ejercicios para mantener en forma el cerebro

Además de favorecer la empatía, ejercita la memoria, mejora la concentración, fortalece las conexiones neuronales y protege contra las enfermedades neurodegenerativas

La lectura es uno de los mejores ejercicios para mantener en forma el cerebro ABC

Pilar Quijada

La lectura es uno de los mejores ejercicios para mantener el cerebro en forma: aumenta la capacidad de concentración, promueve la empatía, favorece las conexiones entre neuronas y, si es un hábito frecuente, es un ejercicio útil para evitar la pérdida de las funciones cognitivas asociadas a la edad.

“Un cerebro activo no sólo realiza mejor sus funciones, sino que incrementa la rapidez de la respuesta. Mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar, lo que permite mejorar nuestra capacidad intelectual estimulando nuestras neuronas. La lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales, otro aspecto clave para mantener nuestro cerebro ejercitado”, recuerdan desde la Sociedad Española de Neurología, con motivo de la celebración del Día Internacional del Libro.

Con la lectura aumenta la actividad cerebral principalmente en el hemisferio izquierdo. Pero son muchas más las áreas implicadas: el reconocimiento de una palabra escrita supone identificar las letras, procesarlas en sílabas y luego traducirlas a sonidos.

Todo comienza cuando nuestra retina reconoce unos signos que llamamos letras y los une en una palabra. A partir de ahí, se produce una cascada de activación cerebral que implica áreas muy diversas: la primera es la corteza visual, ubicada en el lóbulo occipital. Después la información pasa a la corteza de asociación visual, que nos permite identificar las letras encadenadas. A partir de aquí se abren dos nuevas rutas, una que permite a nuestro cerebro traducir las palabras a sonidos y otra que decodifica el significado de cada palabra.

El área de Broca, situada en el hemisferio izquierdo, además de estar implicada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión, está también implicada en el análisis de las oraciones complejas. De ahí que uno de los beneficios de la lectura sea también el de facilitar la comprensión de oraciones y frases.

Y todo esto, cualquiera que sea el género elegido. Los expertos asegura que las narraciones, sean o no de ficción, nos ayudan también a mejorar las habilidades sociales y la empatía, precisamente porque nos permiten sumergirnos en las vivencias de los personajes y en las interacciones que establecen entre ellos.

Reserva cognitiva

Además, n los últimos años, han sido muchos los estudios que han relacionado el nivel de lectura y escritura con un aumento de la reserva cognitiva. “Desde el punto de vista de la neurología, el concepto de reserva cognitiva ha cobrado una gran importancia, no solo porque se ha visto que existe una relación directa entre la misma y el buen funcionamiento cognitivo y ejecutivo de nuestro cerebro cuando envejecemos, sino porque se ha demostrado que es un factor protector ante los síntomas clínicos de las enfermedades neurodegenerativas”, mantiene el doctor Guillermo García Ribas, Coordinador del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la SEN. “Se ha comprobado que cuanto mayor reserva cognitiva posee un individuo, mayor capacidad tiene su cerebro para compensar el daño cerebral generado por ciertas patologías”.

Aunque la lectura es buena a cualquier edad, niños y personas mayores son los dos grupos poblacionales en los que se debe insistir más en el fomento de la lectura. En los niños, porque es el mejor momento para inculcarles este hábito y, además, su cerebro y sus funcionalidades están todavía desarrollándose. En los mayores, para que puedan seguir manteniendo su cerebro activo a pesar de que su actividad sea más reducida, la lectura diaria es un estímulo más para su cerebro. “Algo que se detecta es que hay muchas personas que, aunque tienen el hábito de la lectura, al hacerse mayores dejan de hacerlo, principalmente por perder capacidad visual, lo que les dificulta mucho realizar estas actividades. En esos casos, animamos a estas personas a participar en grupos de lectura o a utilizar otro tipo de soportes”, señala el Dr. Guillermo García-Ribas.

Leer, sobre todo relatos de ficción, puede ayudar a reducir el nivel de estrés, que es origen o factor de empeoramiento de muchas dolencias neurológicas como cefaleas, epilepsias o trastornos del sueño. Además, leer un poco antes de irnos a dormir, puede ayudar a desarrollar buenas rutinas de higiene de sueño, sobre todo si acostumbramos a nuestro cerebro a relacionar esta actividad con la hora de dormir, apuntan desde la SEN.

Afortunadamente, a pesar de los complejos procesos cerebrales que tienen lugar, para disfrutar del placer y beneficios de la lectura, no es necesario más que sumergirse en las páginas -en papel o electrónicas- de un buen libro.

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