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Estados Unidos, una Iglesia crucial en el Cónclave

Sus cardenales son favoritos, pero muchos creen que un Papa norteamericano «sería visto con recelo en otros países»

Estados Unidos, una Iglesia crucial en el Cónclave afp

emili j. blasco

El arzobispo de Washington, cardenal Donald Wuerl, es extremadamente delgado. No es que sea un efecto de su destacada altura: es que cuando se mira su cintura da la impresión de poderle circundar con las dos manos. Claro que eso no juega a favor ni en contra para ocupar la silla de San Pedro.

“Saludos a España”, comentaba el cardenal Wuerl cuando hace casi un año le fue presentado este corresponsal de ABC, nombre que quiso repetir pronunciando las tres letras en castellano. Eran tiempos en los que él no figuraba en ninguna quiniela, porque no había sucesión a la vista en Roma. Desde entonces, este estadounidense originario de Pittsburg y, sobre todo, el cardenal arzobispo de Nueva York y presidente de la Conferencia Episcopal de EE.UU., Timothy Dolan, han pasado a formar parte de la lista de "papables".

Pero en Estados Unidos muchos dan por imposible que el cónclave elija a alguien de este país, aunque lógicamente se deja la última palabra al Espíritu Santo. “El buen sentido sugiere que la autoridad del Papa se vería afectada si se trata de alguien que proviene de la mayor potencia mundial”, afirma Stephen White, investigador del Ethics and Public Policy Center , en Washington. Según White, “a la Iglesia le costó siglos desvincularse del poder terrenal, como para ahora arriesgar que haya quien crea que cuando el Papa habla lo hace defendiendo los intereses de Estados Unidos. Sería un obstáculo para el Papado”.

77,7 millones de personas profesan la fe católica en Estados Unidos

La idea la comparte el padre Evelio Menjívar, sacerdote de la catedral de San Mateo, en la capital estadounidense. No es tan categórico, pero estima que “en muchas regiones del mundo este país se ve con recelo y quizás un Papa estadounidense no beneficiaría. Habría quien diría que Estados Unidos, que contribuye mucho económicamente al Vaticano, ha comprado el cargo o sobornado para lograrlo”. No obstante, advierte que deben primar las cualificaciones del candidato y que, “por supuesto”, es Dios quien decide.

La conversación con el padre Evelio tiene lugar al día siguiente de que la catedral se llenara para las celebraciones litúrgicas del Miércoles de Ceniza. El templo estuvo abarrotado. Ese día, muchos católicos llevaron la cruz trazada en sus frentes durante toda la jornada: en el metro o el autobús, por la calle y en el trabajo.

"Sueño americano"

La cita es muy popular en Estados Unidos. Incluso protestantes acuden a las iglesias católicas, y otras denominaciones han promovido lo que se llamaba “Ashes to Go”: la imposición de la ceniza sobre la marcha en estaciones de tren y centros comerciales. La Casa Blanca emitió un comunicado de Barack Obama: “Michelle y yo nos unimos a los cristianos de aquí y todo el mundo en el Miércoles de Ceniza. Cuando entramos en la Cuaresma, nos unimos a millones en renovar nuestra fe y recordar nuestro compromiso de amor y servicio entre unos y otros”.

Todo esto muestra el vigor del Catolicismo en Estados Unidos. No es solo una cuestión de números (77,7 millones de fieles, lo que le sitúa como cuarto país del mundo con más católicos, tras Brasil, México y Filipinas), sino de vitalidad. La expresión religiosa se considera en EE.UU. como una muestra de la libertad promovida por las propias instituciones. Y eso es algo a lo que se suman quienes viven el “sueño americano”.

A diferencia de muchos otros países en los que el inmigrante abandona la práctica religiosa de origen, en EE.UU. “se da incluso lo contrario, hay más asistencia a misa”, explica el padre Evelio, que en la catedral está a cargo de la pastoral con hispanos. La religión es una manera de integrarse en una sociedad que valora esa dimensión; la asistencia al templo es lo que ven en otros estadounidenses ya asentados. “A los inmigrantes hispanos les da un sentido de comunidad, es para ellos una ventana a la sociedad”.

En Estados Unidos “hay un orgullo de ser católico, porque supone una opción que te diferencia. Y aunque hay quienes tienen recelo de la Iglesia Católica, muchos otros admiran la coherencia de su predicación y su labor en campos como la educación, la sanidad y los servicios sociales”, dice este salvadoreño, quien de joven llegó como inmigrante y tuvo que trabajar en subempleos antes de entrar en el seminario.

Normalidad ambiental

La normalidad ambiental de la religión en EE.UU. explica otro fenómeno: que quienes quizás han dejado temporalmente la práctica religiosa cuando abandonan el hogar familiar para ir a la Universidad, cuando se casan y crean una familia vuelven a los valores que recibieron de sus padres y que forman parte del entorno.

Estados Unidos es el cuarto país del mundo con más católicos

Es el “Standard God” que intentan combatir grupos laicistas, que se quejan de que la vida pública estadounidense presupone la creencia en Dios, con actos oficiales que arrancan con una oración y mensajes institucionales que concluyen con una invocación al Ser Supremo. A pesar de los titulares que esos grupos han logrado en los medios, a raíz de la noticia de que por primera vez un 20% de los estadounidenses se declara no creyente, el joven Mitch Boersma no cree que la frecuente referencia pública a la trascendencia esté en peligro. “El rol que juega es más de filosofía que de teología: es la referencia de los Padres Fundadores del país a una fuente que permite hablar de derechos inalienables”, afirma.

Boersma trabaja en el Centro Católico de Información, una entidad situada en la calle K de Washington, donde están instalados los “lobbies”. Muchas han sido las preguntas que los periodistas les han hecho en los últimos años sobre los escándalos de pederastia de sacerdotes de varias partes del país. “Fue algo catastrófico para las víctimas y la Iglesia tuvo que volver a aprender a ganar la confianza de los fieles. Ha sido un largo proceso de recuperación; afortunadamente creo que se está superando”, asegura.

Esa recuperación ha permitido a la Iglesia Católica en Estados Unidos librar nuevas batallas en la arena pública, como la oposición a los aspectos de la reforma sanitaria de Obama relacionados con la obligación a pagar cobertura de anticonceptivos a empleados. Un pulso que ha dado gran protagonismo al cardenal de Nueva York.

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