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70 aniversario del día d

Más decisivo para la posguerra que para la Guerra

No hay en la historia un desembarco comparable. El éxito del «Día-D», aunque inferior al esperado, fue incuestionable

Más decisivo para la posguerra que para la Guerra aRCHIVO

Armando Fernández-Xesta

Medio siglo de Guerra Fría , en la que los vencedores de la segunda gran contienda del siglo se enfrentaron entre ellos nada más alcanzar la victoria sobre los países que componían el Eje , nos ha venido dando una visión repetidamente sesgada de lo que fue aquel titánico enfrentamiento. Algunos episodios en particular, determinadas secuencias de aquel drama, se han destacado en función de intereses posteriores o buscando un protagonismo que estuvo lejos de existir. Por el contrario, operaciones decisivas siguen aún relegadas en el imaginario popular como acciones secundarias o de relevancia cuestionable.

En un mundo de buenos y malos como el que alumbró la posguerra había que delimitar, relativizar y rebajar el papel del antaño aliado y posterior enemigo. El «telón de acero» que dividió físicamente a Europa e ideológicamente al mundo, también separó las versiones de lo que fue la Segunda Guerra Mundial . Sobre todo en lo que se refiere al definitivo final del Tercer Reich y a la relevancia que en ello tuvieron soviéticos o americanos, únicos vencedores de la guerra. Los demás, no importa el papel jugado, resultaron a la postre tan vencidos como los derrotados. Y todos ellos acudieron pronto a resguardarse bajo el paraguas de una u otra de las superpotencias emergentes y enfrentadas: Aceptaron sus tesis, como lo hicieron con sus principios , ayudas y resguardo militar. Ensayos, novelas, películas y series televisivas se encargaron en cada bando de oficializar su verdad.

Overlord, Normandía, la Invasión, el «Día-D»... Liderada por los Estados Unidos , fue la mayor operación llevada a cabo por los aliados occidentales en Europa. Sin duda alguna, la más espectacular. El cruce del Canal fue una brillante acción militar contra un enemigo pertrechado y a la espera. No hay en la historia un desembarco de unas magnitudes siquiera comparables. Su éxito, aunque bastante inferior al que se pretendía y esperaba, incuestionable. Sus episodios ( Omaha , Saint-Mère-Eglise , Caen , el Bocage o la Falaise ) se citan de memoria, casi como si fuera la alineación de un equipo de fútbol… Su influencia en el final de la guerra, sin embargo, resulta más cuestionable.

Varias de las muchas colecciones en fascículos o en DVD que se vienen realizando continuamente sobre la Segunda Guerra Mundial (tema que se retroalimenta año tras año en carteleras, librerías, wargames, videojuegos o revistas) reservan para uno de sus capítulos el título «De Normandía a Berlín» o una frase de parecido significado. Pero realmente, desde Normandía no se llegó a Berlín. El camino hasta la capital del Reich vino en sentido contrario. No del Oeste, sino del Este. Y la importancia relativa de Normandía palidece cuando se compara con las cifras y magnitudes de los combates que simultáneamente estaban teniendo lugar en las fronteras orientales del Reich.

Presión en el frente oriental

En aquel verano de 1944 , en el que ingleses y americanos luchaban por abrirse paso entre la maraña de cercados del bocage, para alcanzar unos París y los otros Bruselas , seis millones de soldados del Ejército Rojo avanzaron más de 600 kilómetros, obligando a cambiar de bando a Finlandia, Rumania y Bulgaria, desalojando a los alemanes de Estonia , Lituania y de gran parte de Letonia , llegando a las puertas de Budapest y Varsovia… Sólo durante la operación Bagration, los soviéticos tenían tras las filas alemanas 180.000 partisanos organizados y armados, cifra superior a todas las fuerzas desembarcadas en Normandía el «Día-D» y el Día-D+1.

Puede argüirse que tales éxitos fueron posibles gracias a la apertura del nuevo frente en la Europa Occidental , pero lo cierto es que si cuando se produjo la invasión de Italia los alemanes trasladaron varias divisiones de Rusia al Mediterráneo, el desembarco en Normandía no supuso ningún trasvase de tropas desde el Este. La Wehrmacht concentraría más de las tres cuartas partes de sus fuerzas intentando frenar al Ejército Rojo. Ante ingleses y americanos se defendió con tan sólo 50 divisiones , algunas de ellas de reserva y poco efectivas. Las mismas que se mantenían sobre el terreno en previsión de la tantas veces anunciada invasión. Normandía distrajo tantas fuerzas alemanas como acción potencial que como desembarco y acción de guerra. La diferencia fue el coste en vidas humanas.

En otro sentido, sin embargo, si con Normandía no se ganó la guerra, es indudable que, a posteriori, resultó la acción más decisiva de cara a la posguerra. Sin el éxito de los desembarcos anglonorteamericanos y las posteriores operaciones de sus fuerzas, el Ejército Rojo habría ocupado toda la Europa Occidental. Tras Berlín, ningún dique podría haber frenado la marea roja . Ni siquiera los Pirineos: El régimen español, que terminó hallando acomodo con los aliados occidentales precisamente por su anticomunismo, no tenía posibilidad alguna de ser respetado por Stalin .

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