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El artista que dio a conocer los Sanfermines antes que Hemingway

Una multitud salía a recibir con bengalas al violinista Pablo Sarasate cuando llegaba a Pamplona y lo escoltaba hasta el hotel

El artista que dio a conocer los Sanfermines antes que Hemingway abc

p. ojer /m.arrizabalaga

Años antes de que Ernest Hemingway revolucionara la historia de los Sanfermines con la publicación en 1926 de su novela «Fiesta», un afamado artista de renombre internacional ya puso a las fiestas de Pamplona en el punto de mira.

El insigne violinista Pablo Sarasate hacía cada año un hueco en su apretada agenda para no faltar a las fiestas de Pamplona. Sólo en 1884 no pudo acudir a Pamplona porque se cerraron las fronteras a causa de la epidemia de cólera que arrasaba Europa.

Martín Melitón, más conocido como Pablo Sarasate, era profeta en la tierra que le vio nacer en 1844 a pesar de que solo residió en ella dos años. Su fama -estaba considerado como el mejor violinista de su tiempo- no sólo era motivo de orgullo en Pamplona. En la capital navarra se le tenía auténtica devoción.

El historiador navarro José Joaquín Arazuri narra con todo detalle cómo los pamploneses se volcaban con Sarasate a su llegada a la capital navarra cada año por San Fermín. «El trayecto se iluminaba con bengalas que con espectrales y cálidos tonos pintaban una multitud enfervorizada ante su ídolo que, despreciando lucrativos contratos, venía a recordar con cariño las horas que vivió en su lejana infancia. La llegada a la plaza del Castillo era la culminación de tan apoteósico recibimiento. La entrada en el Hotel La Perla, generalmente a hombros de sus admiradores, era para don Pablo el fin de un largo y fatigoso viaje, compensado por el cariño que le demostraban sus paisanos».

Una vez que dejaba las cosas en la habitación del hotel, siempre la misma, la 210 (que hoy tiene el número 207) , salía al balcón y ofrecía gratuitamente un concierto gratuito a todos los pamploneses que se habían acercado para recibir al violinista. La llegada del violinista a Pamplona «resultaba más popular y tumultuosa que la misma procesión de San Fermín», según el historiador y recepcionista del hotel La Perla Fernando Huarte.

«Sus paisanos no comprenden las fiestas de San Fermín sin la cooperación espontánea y generosa del eminente violinista», se aseguraba en un reportaje sobre los Sanfermines publicado en Blanco y Negro en 1899 . «El violín de Sarasate nunca suena tan bien como en el Teatro de Pamplona (Teatro Gayarre desde 1903) , ni el artista luce su dominio supremo con tanto entusiasmo en parte alguna como al verse rodeado de sus paisanos», añadía.

Para Sarasate era la época más feliz del año. En Pamplona se juntaba con numerosos amigos como Emilio Arrieta, compositor de la ópera Marina, Dámaso Zabalza, pianista y compositor, Joaquín Larregla, también pianista y autor de la conocida jota Viva Navarra, Baldomero Navascués, su primo y primer presidente de la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia o Alberto Hualde, presidente de la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia y del Orfeón Pamplonés, según señaló Fernando Sesma Urzaiz en la publicación del Gobierno de Navarra « Soy Pablo Sarasate ».

Junto a sus amigos e invitados se le podía ver en el palco número 24 que reservaba cada año en la Plaza de Toros .

Con Gayarre en 1882

Fernando Huarte recuerda en el blog del Hotel La Perla cómo «las fiestas de 1882 reunieron en Pamplona a dos artistas que, como dice la jota, hicieron a Navarra inmortal, Pablo Sarasate y Julián Gayarre, violinista y tenor, famosos en el mundo entero. Acabado el último festejo taurino de esas fiestas, se organizó una gran manifestación desde la Plaza de Toros hasta la Fonda Europa en la que estaban alojados los dos artistas. Por expreso deseo del público salieron al balcón. En medio de un respetuoso silencio, se dejaron oír por el paseo las prestigiosas notas con la interpretación de varias piezas».

Sarasate ofrecía todos los años tres o cuatro conciertos durante las fiestas junto al Orfeón Pamplonés o la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia y el público aplaudía a rabiar y pedía a gritos la tercera y cuarta ejecución de la jota navarra, según las crónicas de entonces.

En 1908 su rostró encabezó el cartel de festejos de San Fermín . Aquel año la capital navarra convirtió al violinista en el gran protagonista de las fiestas, celebrando el 12 de julio el Día de Sarasate. El artista llegó a la ciudad el 1 de julio con cohetes, gaiteros y una recepción multitudinaria. El Orfeón Pamplonés editó una revista con su nombre para dar más realce a las fiestas en su honor, que llegaron a su apoteosis el día 12, durante el concierto matinal. Tras su brillante intervención, el Ayuntamiento le hizo entrega de la Orden Civil de Caballero de la Gran Cruz de Alfonso XII y el Orfeón Pamplonés interpretó el «Himno a Sarasate», que éste escuchó desde el palco de honor del Consistorio. Hasta el ABC dedicó la portada del diario del 11 de julio de aquel año a Sarasate, en su palco de la plaza de toros de Pamplona . El día 12 ocuparía, sin embargo, el palco de honor del coso.

Estos serían sus últimos Sanfermines. El 14 de julio Sarasate partió en dirección a Biarritz donde fallecería dos meses después.

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