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ENTREVISTA JOHN A. ROGERS

«Llevaremos un laboratorio diagnóstico en nuestro cuerpo»

John A. Rogers, de la Universidad Northwestern (EEUU) lleva años aplicando su conocimiento de bioingeniería sobre la salud. Su grupo busca comprender y explotar características interesantes de los materiales 'blandos', tales como polímeros, cristales líquidos y tejidos biológicos, así como combinaciones híbridas de ellos con otros tipos inusuales de micro/nanomateriales, en forma de cintas, alambres, membranas, tubos o similares

El profesor John Rogers CNIC

El profesor John Rogers lleva años aplicando su conocimiento de bioingeniería sobre la salud. Su último hallazgo son unos dispositivos implantables en la piel o en el interior del organismo que actúan como pequeños laboratorios diagnósticos 24 horas al día, pero que también pueden ser en el futuro plataformas para administrar medicamentos . De hecho, durante la entrevista celebrada en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), este investigador de la Universidad Northwestern (EE.UU.) nos enseña un pequeño parche que lleva en su piel con el que mide en tiempo real su ritmo cardiaco y sus movimientos. De momento, ya se emplean en personas como sistemas diagnósticos.

—Lleva uno de los parches que ha desarrollado ¿Qué hace exactamente?

—En concreto, el que yo llevo analiza 24 horas al día mi ritmo cardiaco y todos los movimientos que hago, información que envía a través de un software a una aplicación que llevo en mi smartphone. Básicamente son circuitos integrados diseñados para ser incorporados a plataformas con diferentes funciones. Pero ahora nos hemos empezado a cuestionar si se pueden emplear para que se integren en tejidos vivos humanos, como el corazón, el cerebro o la piel. El reto es determinar qué tipo de principios en ciencia de materiales son necesarios para poder incorporarlos a una plataforma biocompatible. Y ya podemos decir que estas plataformas que integran circuitos electrónicos son compatibles en algunos órganos, como el corazón, el cerebro y la piel.

—¿Cuáles serían esas aplicaciones en el ámbito de la salud?

—En realidad tienen dos usos muy definidos: investigación, para hacer nuevos descubrimientos biológicos, y clínicos, como una herramienta diagnóstica. Si hablamos por ejemplo del cerebro, tenemos que considerar que es un órgano tremendamente sofisticado. No sabemos muchas veces cómo funciona o cómo se desarrollan algunas enfermedades. Por eso, si se puede profundizar en su conocimiento a través de estos dispositivos empezaremos a tener respuestas a las preguntas fundamentales en neurociencia. Esto es solo un ejemplo de cómo estas nuevas herramientas nos van a permitir profundizar en la investigación en neurociencia. Pero además de servir para avanzar en el conocimiento, estas plataformas tecnológicas tienen una importante aplicación diagnóstica.

Los dispositivos cutáneos son ya una realidad en la rutina clínica como herramientas diagnósticas

—¿A qué se refiere?

—Los dispositivos cutáneos son ya una realidad en la rutina clínica como herramientas diagnósticas. Nosotros tenemos en macha un ensayo con 55 pacientes que han sufrido un ictus. La buena noticia es que puedes colocarlos en cualquier parte del organismo. Nosotros ya estamos trabajando y probando nuestros prototipos cutáneos en personas. Son como el que yo llevo ahora y que nos facilitan información sobre determinados parámetros fisiológicos relacionados con nuestra salud. Es como una ventana que ponemos en nuestra piel que evalúa nuestro estado de salud. Este tipo de plataformas son únicas ya que son blandas, elásticas y biomecánicas, lo que las permite adaptarse a nuestra piel con comodidad y facilita su presencia durante largos periodo de tiempo. Y, dependiendo de la zona concreta de nuestro cuerpo en donde se sitúen, pueden medir una serie de parámetros fisiológicos que habitualmente solo se valoran en los hospitales: en el pecho, pueden medir los latidos de corazón sin necesidad de un electrocardiograma con una mayor fidelidad clínica que un electro, ya que la medición se hace de una forma continua y mantenida en el tiempo. Otros pueden valorar el nivel de oxígeno en sangre, el pulso, la temperatura, etc. Además, estamos trabajando en utilizarlos en niños prematuros y evitarles así el estrés que supone estar permanentemente conectados a cables y aparatos para monitorizar su estado.

—¿Cuál es el futuro de los dispositivos integrados ?

—Seguimos trabajando en los dispositivos internos, aquellos que se pueden integrar en el organismo, especialmente en el cerebro o el corazón, aunque todavía nos encontramos en modelos animales y esperamos iniciar las pruebas en humanos el próximo año.

—¿Estos dispositivos se podrán emplear para administrar fármacos?

—Aunque nuestro trabajo de momento se está centrando en el diagnóstico, es cierto que tienen una aplicación en cuanto a tratamiento. Por ejemplo, los dispositivos interfaz integrados en el cerebro o en el corazón puede generar pequeños estímulos que controlen el ritmo cardiaco, como una especie sofisticada de marcapasos. Y en el futuro esperamos poder trabajar en combinación con la investigación en microfluidos para incorporar fármacos para que sean liberados en el momento y sitio adecuados.

Parche para medir el sudor Universidad Northwestern

—¿Terminaremos por llevar todos un laboratorio diagnóstico en el interior de nuestro cuerpo?

—Algo parecido. Con estos sencillos pero complejos dispositivos podemos llevar un laboratorio diagnóstico permanente en nuestro cuerpo que controle los principales parámetros fisiológicos de salud. Pero no se trata de puentear a los profesionales sanitarios, sino más bien de facilitarles la información más precisa y de mayor calidad en tiempo real.

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