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Un programa de la Unión Europea desarrolla un riñón artificial

Una de cada diez personas acaba por padecer enfermedad renal crónica que necesita tratamiento con diálisis

Un programa de la Unión Europea desarrolla un riñón artificial NEPRHON

E. O.

La enfermedad renal en etapa terminal constituye un problema de salud pública en todo el mundo. Se calcula que 2,4 millones de pacientes se someten a diálisis. Además, el número de casos se encuentra en alza (7-8 % al año) por efecto del envejecimiento poblacional y de la creciente prevalencia de la diabetes. El proyecto NEPHRON+ podría mejorar la vida de esos pacientes al desarrollar un riñón artificial acoplable al usuario y equipado con tecnologías de la información y la comunicación para habilitar el seguimiento a distancia.

Una de cada diez personas acaba por padecer enfermedad renal crónica, una enfermedad cuyas consecuencias sanitarias pueden ser pésimas. De hecho, si no se trata adecuadamente, puede ser mortal. Y aun así, ni siquiera los mejores tratamientos disponibles están exentos de deficiencias. Los afectados necesitan ser tratados con una máquina de hemodiálisis, sea en casa o en un centro médico, en muchos casos incluso cada cuatro horas. Así pues, estos pacientes pasan buena parte de su vida conectados a esta clase de maquinaria. Por si fuera poco, para una persona de veintitantos años enferma de insuficiencia renal, la esperanza de vida no supera los veinte años, salvo que tengan la fortuna de recibir un órgano donado.

Pero toda esta situación podría cambiar. Un consorcio de investigación que cuenta con financiación de la Unión Europea está construyendo un riñón artificial ponible que otorgaría a los pacientes de hemodiálisis una vida más plena y activa y, además, añadiría a su esperanza de vida entre diez y dieciséis años.

Hemodiálisis del futuro

El WAKD (Wearable Artificial Kidney Device, o «dispositivo de riñón artificial ponible») de NEPHRON+ se encuentra ya en fase de pruebas con animales y después deberá superar varias rondas de rigurosos ensayos en humanos antes de que se considere listo para su uso por enfermos renales. Según Leonidas Lymberopoulos, coordinador del proyecto, la incidencia de la insuficiencia renal está en aumento y los centros médicos se ven obligados a dar con tratamientos más rentables y efectivos; por ello, el mercado para estos dispositivos de hemodiálisis acoplables al usuario podría estar valorado incluso en 15 000 millones de euros al año.El paciente podrá llevar una vida más normal, trabajar y hacer ejercicio sin necesidad de someterse a prolongadas visitas periódicas al centro de hemodiálisis

El sistema de NEPHRON+ funciona como las máquinas convencionales de hemodiálisis: extrae la sangre del paciente, la hace circular por una serie de filtros, extrae los productos de desecho que en un individuo sano son excretados en la orina y comprueba que la tensión arterial del usuario esté en un rango seguro. El paciente puede consultar los datos relativos a su chequeo en su teléfono móvil. Es más, esos datos pueden remitirse al especialista a cargo del paciente, de tal modo que su estado podrá supervisarse en todo momento. Asimismo, el dispositivo ponible reducirá las probabilidades de que el paciente tenga que acudir de urgencia a un centro médico, ya que una hemodiálisis continua es mucho más eficaz que un tratamiento intermitente.

Según explicó Frank Simonis, director técnico de NEPHRON+ : «La hemodiálisis permanente que permite un dispositivo ponible supone una extracción uniforme de toxinas a lo largo del día, de modo similar a la función realizada por un riñón natural. Ello mejora enormemente el estado de salud y elimina el "síndrome post-diálisis" que tantos pacientes sufren».

Menos gasto sanitario

Lymberopoulos señala que el coste de atender a cada enfermo renal disminuirá, al reducirse también los costes de las instalaciones, el personal de enfermería y la necesidad de recetar medicamentos. Concretamente, se prevé que la atención sanitaria se abarate entre 15 000 y 20 000 euros por paciente y año. Puesto que en Europa hay 340 000 pacientes de esta clase, el ahorro annual ascendería a entre 5 000 y 7 000 millones de euros.

Y lo que es más importante, según Anastasia Garbi, ex directora del proyecto, «el paciente podrá llevar una vida más normal, trabajar y hacer ejercicio sin necesidad de someterse a prolongadas visitas periódicas al centro de hemodiálisis».

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