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ENFERMEDAD DE PARKINSON

Sufrir una única conmoción cerebral leve es suficiente para aumentar el riesgo de párkinson

Las personas que han padecido una conmoción cerebral a lo largo de su vida tienen un riesgo hasta un 71% superior de acabar desarrollando la enfermedad de Parkinson

En nuestro país conviven cerca de 160.000 personas con párkinson ARCHIVO

M. LÓPEZ

El párkinson es una enfermedad neurodegenerativa crónica e invalidante que padecen más de 160.000 personas en nuestro país, en hasta un 10% de los casos en fase avanzada. Una enfermedad que, caracterizada por un deterioro tanto cognitivo como, sobre todo, del movimiento, carece de cura. De hecho, las terapias actualmente disponibles tan solo logran ralentizar, que no detener, su progresión. Además, la eficacia de estas terapias es menor cuanto más avanzada se encuentra la enfermedad, por lo que su diagnóstico temprano cobra una importancia fundamental, debiéndose prestarse una especial atención a la población de riesgo. Sería el caso, entre otros, de las personas que han padecido una conmoción cerebral. Y es que como muestra un estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EE.UU.), sufrir una conmoción cerebral a lo largo de la vida parece suficiente para aumentar en un 71% el riesgo de acabar desarrollando la enfermedad de Parkinson –y hasta un 83% en caso de que la conmoción sea moderada-grave.

Como explica Kristine Yaffe, co-autora de esta investigación publicada en la revista « Neurology », «si bien los estudios previos han mostrado una fuerte asociación entre las conmociones cerebrales de grado moderado-grave y un mayor riesgo de enfermedad de Parkinson, los trabajos sobre conmoción cerebral leve no han sido concluyentes. Así, nuestro estudio se ha llevado a cabo con una gran muestra de veteranos del ejército de Estados Unidos que han padecido conmociones cerebrales leves, moderadas y graves con objeto de averiguar si estas conmociones leves también aumentan el riesgo de párkinson».

Mayor riesgo

Para llevar a cabo el estudio, los autores siguieron la evolución de 325.870 veteranos del ejército estadounidense con edades comprendidas entre los 31 y los 65 años y que no padecían ni la enfermedad de Parkinson ni ningún tipo de demencia. Unos participantes que, en hasta la mitad de los casos y según constaba en sus historiales clínicos, habían padecido una conmoción cerebral leve, moderada o grave durante su ‘servicio’ –ya fuera o no en combate– y diagnosticada por un médico.

Concretamente, una conmoción cerebral moderada a grave se definió como toda pérdida de conocimiento superior a los 30 minutos, alteración de la consciencia durante más de 24 horas o amnesia durante más de un día. Por su parte, la conmoción cerebral leve se definió como una p érdida de conocimiento inferior a 30 minutos, alteración de la consciencia momentánea o por un periodo inferior a 24 horas o amnesia puntual o con una duración inferior a un día .

Dado su mayor riesgo de párkinson, debe prestarse una especial atención a la evolución a largo plazo de las personas que han sufrido una conmoción cerebral

Concluidos los 12 años de seguimiento, 1.146 participantes fueron diagnosticados de párkinson, estableciéndose el periodo promedio de diagnóstico en 4,6 años. Y el hecho de haber sufrido una conmoción cerebral, ¿influyó de alguna manera en la probabilidad de haber desarrollado la enfermedad? Pues sí, y mucho. De hecho, la incidencia de párkinson entre los participantes con conmoción cerebral se estableció en un 0,58% –949 casos–, mientras que en aquellos que no habían padecido ningún daño traumático cerebral fue de un 0,31% –513 casos.

Es más; la incidencia de enfermedad de Parkinson fue notablemente mayor en caso de haber sufrido una conmoción cerebral moderada grave –543 casos en un total de 72.592 participantes, lo que da un 0,75%– que una de tipo leve –360 casos en 76.297 participantes, para un 0,47%.

Finalmente, los autores ajustaron los resultados en función de otros factores de riesgo asociados al párkinson, caso entre otros de la edad, el sexo, el nivel educativo y la presencia o ausencia de diabetes o hipertensión arterial. Y una vez realizado el ajuste, pudieron concluir que una única conmoción cerebral es suficiente para aumentar en hasta un 71% el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson, siendo este riesgo un 83% superior en caso de conmoción moderada-grave y un 56% mayor en caso de conmoción leve . Además, la edad promedio del diagnóstico de la enfermedad fue dos años más joven en caso de haber sufrido una conmoción cerebral.

Seguimiento más estricto

En definitiva, como indica Raquel C. Gardner, directora de la investigación, «nuestro trabajo llama la atención sobre la importancia de prevenir las conmociones cerebrales, de seguir la evolución a largo plazo de las personas que han sufrido una conmoción, y de realizar más estudios para analizar si hay otros factores de riesgo para la enfermedad de Parkinson que pueden ser modificados tras sufrir una conmoción cerebral».

Así, y «si bien es cierto –continúa Raquel Gardner– que nuestro trabajo ha sido llevado a cabo con veteranos, creemos que los resultados tienen implicaciones potenciales importantes para los deportistas y el conjunto de la población general ».

En este contexto, y como limitación del estudio, debe tenerse en cuenta que, efectivamente, que todos los participantes eran veteranos del ejército, por lo que es posible que, como concluyen los autores, «cabe la posibilidad de que se hayan pasado por alto algunas conmociones leves de los participantes mientras estaban en combate».

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