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CÁLCULOS RENALES

La flora intestinal tiene la clave para prevenir o tratar las piedras en el riñón

Las moléculas secretadas por la bacteria ‘Oxalobacter formigenes’ podrían emplearse en un fármaco para evitar la formación de los cristales que componen los cálculos renales

Cálculos renales WIKIMEDIA

A. OTERO

Los cálculos renales o ‘piedras en el riñón’ son unas masas sólidas que se producen por la cristalización de las sales minerales que se encuentran en la orina y que, una vez alcanzan cierto tamaño, pueden quedar ‘atrapadas’ o ‘incrustadas’ en los riñones o en el tracto urinario. El resultado es que estos cálculos obstruyen los conductos urinarios, por lo que los afectados pueden presentar dificultades para miccionar y, sobre todo, dolor, cuya intensidad es directamente proporcional al tamaño de la ‘piedra’. ¿Y cómo se eliminan ‘obstrucciones’? Pues en el caso en que no se logran expulsar de forma natural, se debe recurrir a la cirugía. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Chicago (EE.UU.) han hallado una forma menos agresiva de tratar, e incluso prevenir, estos cálculos renales.

Concretamente, el estudio, llevado a cabo con un modelo animal –ratones– y publicado en la revista « Journal of the American Society of Nephrology », muestra que la bacteria ‘Oxalobacter formigenes’ que vive en la flora intestinal secreta unos factores que reduce la excreción urinaria de oxalato cálcico, esto es, los cristales que componen hasta un 80% de los cálculos renales.

Cálculos negativos

Las piedras en el riñón, más allá de dificultar la micción y provocar dolor, pueden incrementar el riesgo de desarrollo de enfermedad renal crónica y de fallo renal . De ahí la necesidad de su eliminación. Y en este contexto, el oxalato es un pequeño anión que una vez se une al calcio forma cristales de oxalato cálcico y, por ende, los cálculos renales. De hecho, la excreción urinaria de oxalato cálcico puede utilizarse para determinar el riesgo, mayor o menor, de piedras en el riñón.

Y llegados a este punto, ¿qué determina la concentración de oxalato cálcico en el organismo y, por tanto, el riesgo de formación de cálculos renales? Pues, entre otros aspectos, la composición de la flora intestinal. Y es que ‘O. formigenes’ es una bacteria anaerobia que vive en el intestino delgado y utiliza como fuente exclusiva de energía este oxalato de calcio . Es decir, degrada los cristales en el intestino, disminuyendo así el riesgo de que se acumulen en los conductos urinarios.

Los factores de ‘O. formigenes’ mantienen su actividad biológica y pueden reducir la excreción urinaria de oxalato cálcico

Hatim Hassan

En el estudio, los autores emplearon un cultivo de células intestinales humanas y observaron que ‘O. formigenes’ secreta unas moléculas que estimulan el transporte de oxalato cálcico. Un proceso en el que se encuentran implicadas las vías de señalización de la proteína quinasa A (PKA) y la proteína transportadora SLC26A6.

Posteriormente, los investigadores utilizaron un modelo animal –ratones– al que administraron las moléculas secretadas por la bacteria ‘O. formigenes’. Y lo que observaron es que estas moléculas o ‘factores’ estimulaban la secreción colónica de oxalato cálcico, lo que resultó en una reducción de hasta un 32,5% de la secreción urinaria de estos cristales –o lo que es lo mismo, de que quedaran atrapadas en el riñón y las vías urinarias.

Mejor no como probiótico

En definitiva, las moléculas secretadas por ‘O. formigenes’ podrían utilizarse para desarrollar fármacos que prevengan, o en su defecto traten, las piedras en el riñón.

Pero, ¿por qué no potenciar directamente la cantidad de la bacteria en la flora, por ejemplo con la administración de probióticos con ‘O. formigenes’? Pues porque como indica Hatim Hassan, director de la investigación, «si bien las bacterias probióticas tienen muchos beneficios para la salud, la administración de probióticos ‘vivos’ puede alterar la bioseguridad y biodisponibilidad de las bacterias intestinales. Es decir, las aplicaciones clínicas de los probióticos se asocian, cuando menos en la actualidad, con algunos problemas potenciales. Sin embargo, el desarrollo de fármacos a partir de factores derivados de los probióticos se presenta como un enfoque alternativo que supera estos problemas ».

Tal es así que, «el hecho de que estos factores mantengan su actividad biológica y puedan reducir de forma efectiva la excreción urinaria de oxalato cálcico en ratones confirma su potencial como nuevos agentes terapéuticos», concluye el investigador.

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