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CÁNCER DE MAMA

Dos estudios confirman la seguridad a largo plazo de dos tipos de fármacos para el cáncer de mama

Dos nuevos estudios muestran que no aumentan el riesgo de deterioro cognitivo o de mortalidad por un infarto o un ictus

Cada año se diangostican en España 2.500 nuevos casos de cáncer de mama WIKIPEDIA

A. OTERO

Gracias a los avances logrados en la investigación, las mujeres con cáncer de mama tienen a su disposición numerosos y distintos fármacos quimioterápicos para tratar el tumor. Un aspecto muy importante dado que el cáncer de mama es, con cerca de 25.000 nuevos casos anuales, el tumor más frecuente en la población femenina de nuestro país –y de todo el mundo–. El problema es que, con independencia de su eficacia, los fármacos para el tumor también producen efectos secundarios. Un problema común a todos los tratamientos para cualquier enfermedad pero que en este caso puede resultar ciertamente grave. No en vano, el uso de las antraciclinas podría estar asociado a un riesgo significativo de deterioro cognitivo. Y asimismo, los inhibidores de la aromatasa podrían conllevar un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular –sobre todo por infartos de miocardio e ictus–. La buena noticia es que, como muestran dos nuevos estudios publicados en la revista « JAMA Oncology », esto no es así.

Concretamente, la primera de las investigaciones, llevada a cabo por investigadores del Centro Oncológico Integral Jonsson de la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.), constata que el tratamiento con antraciclinas –entre otras, la doxorrubicina– no supone un mayor riesgo de deterioro cognitivo para las pacientes.

Sin deterioro cognitivo

Distintos estudios previos habían sugerido que la terapia con antraciclinas conllevaba un deterioro de la memoria, la función ejecutiva y la velocidad de razonamiento en mujeres con cáncer de mama. Tal es así que, como recuerdan los investigadores, «los posibles efectos adversos de las terapias del cáncer de mama sobre la función cognitiva ya han sido reconocidos. Sin embargo, los riesgos asociados a algunas quimioterapias específicas aún no han sido determinados».

Por ello, los autores realizaron evaluaciones neuropsicológicas a 102 mujeres con cáncer de mama durante distintos momentos de su quimioterapia basada en antraciclinas: a los 3 meses, a los 6 meses, a los 12 meses y a los 4,8 años. Y de acuerdo con los resultados, las participantes mostraron una función ejecutiva, una velocidad de razonamiento y una memoria similares no solo a las de las pacientes tratadas con otros fármacos quimioterápicos, sino también a las de las mujeres sin cáncer de mama .

Es más; transcurridos siete años, la función cognitiva de las pacientes tratadas con antraciclinas seguía siendo normal.

En definitiva, concluye Patricia A. Ganz, directora de la investigación, «en nuestro estudio no hemos encontrado ninguna evidencia que apoye que el tratamiento con antraciclinas suponga un mayor riesgo de deterioro cognitivo para las supervivientes con cáncer de mama».

Ni infartos ni ictus

Por su parte, el segundo estudio, realizado por investigadores del Centro Kaiser Permanente de Pasadena (EE.UU.), tuvo por objetivo evaluar el posible incremento en la tasa de mortalidad cardiovascular asociado al tratamiento con inhibidores de la aromatasa, esto es, con fármacos que bloquean específicamente la actividad de una enzima, la aromatasa, implicada en la síntesis de estrógenos –hormonas femeninas que pueden promover la aparición y el crecimiento del cáncer de mama.

Un aspecto importante dado que, como recuerda Reina Haque, directora del estudio, «la enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad entre las supervivientes de cáncer de mama más longevas».

La enfermedad cardiovascular es la primera causa de mortalidad entre las supervivientes de cáncer de mama más longevas

Reina Haque

Para ello, los autores compararon las tasas de episodios cardiovasculares asociadas al tratamiento con inhibidores de la aromatasa o con tamoxifeno en 13.273 mujeres postmenopáusicas diagnosticadas de cáncer de mama con receptores de hormonas positivos entre los años 1991 y 2010. Concretamente, el 37,1% de las participantes había sido tratada con tamoxifeno, mientras que un 28,6% recibió solo inhibidores de la aromatasa; un 20,2% fue tratado con ambos tratamientos; y un 19,4% no recibió ninguno de estos fármacos.

Concluido el seguimiento de las supervivientes en el año 2011, los resultados mostraron que las supervivientes que recibieron tratamiento con inhibidores de la aromatasa no presentaban un mayor riesgo de mortalidad por infarto de miocardio o ictus . De hecho, las pacientes tratadas únicamente con estos fármacos o que los recibieron tras terapia con tamoxifeno solo experimentaron un incremento de un 26-29% del riesgo de episodios cardiovasculares leves –caso de las arritmias y la pericarditis, esto es, la inflamación de la membrana que rodea el corazón.

Por tanto, concluye Reina Haque, «nuestro estudio, en el que se ha realizado una evaluación exhaustiva del impacto de los inhibidores de la aromatasa sobre el riesgo cardiovascular, constata que la terapia hormonal para reducir la recurrencia en el cáncer de mama no conlleva un incremento del riesgo de la mayoría de los episodios cardiovasculares fatales».

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