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Así es cómo un niño descontrolado puede convertir tu vuelo en un infierno

El vídeo de un crío sembrando el caos en un avión se ha hecho viral en YouTube

BITÁCORAS

A todos nos ha pasado alguna vez. Te dispones a viajar en autobús, en tren o en metro y a pocos metros de ti hay un niño fuera de control . Unas veces es cuestión de indisciplina, otras se suma la dejadez y el pasotismo de los adultos que le acompañan. Sea como sea, un solo crío en estado de agitación puede hacer que el trayecto resulte verdaderamente incómodo para el resto de los pasajeros. La cosa es aún peor si se trata de un viaje en avión, donde apenas hay opciones para aislarse del jaleo.

La situación la retrata un vídeo compartido en YouTube por Shane Townley . El título elegido por el usuario no puede ser más demoledor: «Niño demoníaco grita y corre durante un vuelo de ocho horas desde Alemania hasta Newark» . Si bien las imágenes fueron filmadas hace algunos meses, ha sido en los últimos días cuando se ha hecho viral, acumulando cerca de un millón de reproducciones. Se trata de un resumen de cinco minutos de una pesadilla de algo más de ocho horas, lo que duró el vuelo de Alemania a Estados Unidos.

Como puedes comprobar en el vídeo, los problemas comienzan incluso antes de que el avión despegue . El crío ya está visiblemente alterado; y de hecho, se puede escuchar cómo su madre pide permiso a una azafata para dejar su wifi activada, a fin de entretener al pequeño con una tablet. Ni siquiera eso servirá para tranquilizarle. El chaval se niega rotundamente a tomar asiento y permanece en pie sobre él, armando alboroto, a modo de adelanto de lo que serían las ocho horas de viaje.

Gritos terribles, golpes en el techo, carreras por los pasillos... Shane muestra breves cortes de cada hora del vuelo, en los que el niño no parece moderar su actitud sino agravarla cada vez más. «Mientras, sus padres no hicieron prácticamente nada para calmarle» , asegura en la descripción del vídeo. En algunas tomas también podemos ver varios pasajeros tapándose los oídos, desesperados por la situación. «Dios mío, qué horror... ocho horas de berridos» suspira aliviado un pasajero, al aterrizar por fin en Newark.

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