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Celta-Real Madrid

Sigue la racha de Chicharito

El Madrid continúa vivo en la Liga tras vencer al Celta (2-4). Partido de ida y vuelta en el que pesó la pegada blanca. El mexicano hizo un doblete

Sigue la racha de Chicharito afp

Hughes

Volvía Ancelotti a la normalidad en el once. Lo del Atlético en Champions League puede considerarse como el hallazgo, por fin, de un modo para ganar a los grandes equipos, asignatura pendiente del Madrid durante el curso.

El Celta comenzó buscando la banda distraída de Marcelo con Santi Mina y Orellana, aunque el gol llegaría por su izquierda, tras fenomenal jugada de Nolito. Ramos venía de perder la bota en el ataque anterior y observó el gol en calcetín como Robert Redford en “Descalzos por el Parque”. Ni siquiera pudo lanzar el borceguí, si es que se puede llamar borceguí a algo fosforescente.

El Madrid había salido con -por utilizar un término moderno y absurdo- sus tradicionales texturas ligueras. Blandura, «miroteo» y fallos en el centro de Isco e Illarramendi. La derrota significaba perder otra liga en Vigo, convertir Balaídos en un Tenerife incruento y disimuladito.

Así que reaccionó pronto. El empate llegó tras una combinación entre Cristiano (la verticalidad) y James (el toque) que recordaba al gol de Chicharito ante el Atlético. Remató Kroos con gran facilidad.

El partido no cambió. Un ida y vuelta muy español. Entrenadores extranjeros, pero fútbol ibérico. El Celta contragolpeaba con alegría, pero dejaba avenidas.

Este correcalles tuvo resumen gráfico en el choque goyesco de cogotes entre Ramos y Larrivey.

Lo mejor del Madrid era Chicharito. Sus desmarques eran constantes y tenían la forma del chorro de una fuente pública. Bajaba a apoyar y luego regresaba por un lado u otro. Así llegó el 2-1. Hizo un desmarque y encontró la pared de James para quedarse ante el portero y marcar. La combinación de los dos se parecía a lo que suele hacer Benzema más la virtud añadida de un rematador.

Pero el Madrid no cerraba el partido. El círculo central era una zona libre de paso muy poco seria y el juego nacía en las dos mediapuntas. En el 27' empató el estupendo y prometedor Santi Mina tras un pase de Orellana. Los medios del Madrid contemplaban y entre Marcelo y Ramos había espacio para levantar una multipropiedad.

Estaba poroso, por ser fino, el medio campo blanco, pero aún más el celtista. En el 40', Cristiano culminó con tiro al palo una estupenda combinación entre Kroos y Chicharito. Instantes después, Isco, a la remanguillé, lanzó una jugada rápida que sorprendió a la defensa local. James, con la ayuda de Fontás, hacía el 3-2.

En partido se fue al descanso con la calma y la tranquila satisfacción del fútbol veraniego (faltaban los grillos) y se reanudó con show de Nolito, que corre como tramando y abriendo gas. Se sumaba Orellana, penetrando entre Carvajal y los centrales con mucho peligro. En una de sus llegadas provocó un más que posible penalti de Kroos.

El Madrid había tardado unos diez minutos en reaccionar, pero Isco, ante el portero, no pudo hacer su regate de la puerta giratoria. El público, que había asistido embelesado al carrusel de goles y ocasiones, empezó a rimar con Calcuta. El partido estaba para las contras del Madrid, pero no terminaban de llegar. Nolito hizo cosas con Illarramendi y Carvajal que en el patio de una cárcel acabarían en una posterior visita por sorpresa a las duchas.

Hubo una contra de Ronaldo y Chicharito, que falló. El delantero desentona un poco entre los elegantes galgos estelares del Madrid en esas contras, pero es el hombre más en forma de la delantera.

Sufría el Madrid y Marcelo tuvo que sacar un par de balones postreros (uno de ellos con espuela, lo que redobla el padecimiento), pero se acabó todo de un zarpazo: Sergio Ramos observó un desmarque desgarrador de Chicharito que partía en dos la defensa del Celta, alargó un pase perfecto y el mexicano consiguió el cuarto. Chicharito cuando marca y ríe recuerda al joven y prodigioso Luis Miguel.

Tras el gol y con buen criterio, Ancelotti decidió meter a Pepe. Como si fuera un alcalde, daba por concluido el correcalles. Otra vez los tres centrales en el campo; que no es que sean tres centrales, es que son tres portentos físico-técnicos. Un equipo, como un motor, necesita caballos. La liviandad testimonial y maja de Illarra ha sido vuelo sin motor.

Sigue vivo el Madrid y los mayos futboleros lo decidirán todo.

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