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El desequilibrio acecha al Real Madrid

La marcha de Xabi Alonso y Di María desordenan un equipo al que la llegada de grandes individualidades no logra conjuntar como la temporada pasada

El desequilibrio acecha al Real Madrid afp

josé manuel cuéllar

Hay dos máximas en el fútbol que son innegociables, máximas que cualquier buen conocedor de este deporte tiene mucho cuidado de negar o ignorar: la primera es que lo que funciona es mejor no tocarlo. La segunda es que las alineaciones de los equipos campeones se dicen de memoria. En el Real Madrid de la temporada pasada se dieron ambas máximas pero, por razones que escapan a la lógica, en el club han decidido pasarlas por alto. El equipo que ganó la Décima y ahuyentó los males de la masa social se recitaba casi de corrido y, por fin, después de muchos meses de probatura, Carlo Ancelotti había conseguido encajar las piezas para que el equilibrio hiciese funcionar al equipo y que todas sus individualidades fuesen aprovechadas al máximo.

Lo cierto es que el equilibrio estaba un poco cogido con alfileres porque se consiguió después de recolocar a Di María en una posición que no era la suya. Sin embargo, la ductilidad del «Fideo» y los buenos consejos de Ancelotti hicieron que el argentino compaginase sus grandes dotes de pasador, regateador y llegador con las de lucha, pelea en el medio y registros defensivos cuando hiciese falta.

Se metió a Bale a banda cambiada y a Modric de escolta de medio centro, pero los tres eran capaces de funcionar mejor en otros puestos. Con mucha charla, mucha predisposición y grandes dosis de sacrificio, el 4-3-3 empezó a funcionar.

Un castillo derruido

Ahora, todo se ha roto. Con solo el cambio de dos piezas el engranaje ha empezado a crujir y amenaza con derrumbarse si no se encuentra solución. Se fue Xabi Alonso (porque no vio clara la titularidad y porque nadie le puso una pega) y se fue Di María (por no igualar la oferta del United). El problema es que eran dos piezas claves en el equilibrio, que se ha perdido con su marcha.

Para reforzar el equipo, el Madrid fichó a Toni Kroos y a James Rodríguez, que a la postre y dadas las circunstancias, vienen a cubrir esos huecos puesto que la alineación de la BBC es innegociable, algo que no extraña a nadie dado que es la tripleta atacante más goleadora de Europa.

No obstante, ya dijo Valdano que el fútbol es, sobre todo, talento más orden, pero este Madrid tiene mucho talento y muy poco orden. Al salir Alonso, Ancelotti metió a Kroos como medio centro, que es una buena elección dada la versatilidad del alemán. Pero Kroos no es Alonso. En un equipo tan ofensivo como el Madrid, el germano es ideal para organizar el ataque, pero si el equipo pierde el balón su gente no está configurada para robar. O presiona en bloque arriba y roba o se queda al descubierto. Para lo primero hay que tener una capacidad física que el equipo no tiene (y Kroos, que nunca ha destacado por su capacidad pulmonar, menos). Además, defensivamente el alemán no lee el partido como lo hace Alonso. Sí a nivel ofensivo, pero no defensivo.

La baja de Di María es aún más grave, no porque no se le pueda sustituir por uno igual, que se puede, sino porque se le tiene que sustituir por James que no está capacitado para esa tarea. En primer lugar James no es centrocampista. Es un medio punta y casi un segundo delantero en un sistema de 4-2-3-1. En el 4-3-3 del Madrid su demarcación habitual no existe. Para aprovechar los millones que ha costado, Ancelotti lo pone en el lado zurdo de la medular, donde ha de recorrer muchos metros para llegar al área. Ni golea como antes porque está lejos, ni defiende como Di María porque no sabe defender ni tiene el físico para ello. Por ahí se pierde el Madrid. Roto en la espina dorsal, la defensa es un coladero porque no tiene escudo y la delantera apenas marca diferencias porque solo tiene ocasiones cuando el medio campo manda, y no siempre pasa.

Todo lo demás: los muchos goles recibidos, las ocasiones en contra que recibe, los problemas aéreos, la falta de llegada... viene dado porque el medio campo no funciona. Si no hay fábrica de juego, si no hay equipo, si no hay orden, no hay manera de que el colectivo funcione. La buena noticia es que el Madrid tiene tan buenos jugadores que le da para ganar al 95 por ciento de los equipos de la Liga española y de Europa. La mala es que cuando lleguen los equipos peligrosos de verdad el desequilibrio del equipo le puede matar. Ancelotti ha de comenzar de nuevo un castillo que ya había conseguido levantar con mucho esfuerzo e imaginación.

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