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supercopa de españa

El supercampeón se decidirá en el Calderón

Un gol de James y otro de Raúl García firman tablas en el Bernabéu (1-1). Cristiano se marchó lesionado. Ovación para Di María

El supercampeón se decidirá en el Calderón efe

rubén cañizares

Un gol de James y otro de Raúl García en la zona Cesarini firmaron un justo empate en el Bernabéu en la ida de la Supercopa de España. Pero más allá del resultado, no tan decisivo con noventa minutos aún por jugar, lo sustancioso que dejó el partido fueron muchas dudas en el bando merengue y todo lo contrario en el colchonero: a pesar de las numerosas altas y bajas, este Atlético volverá a dar bastante guerra esta temporada. (Narración y estadísticas)

Los primeros cuarenta y cinco minutos fueron una sesión gratis de videncia para Ancelotti y Florentino. Cuando enfrente haya un equipo tan compacto, aguerrido y solidario como el Atlético de Madrid, los blancos pasarán las de Caín, no ya solo para llevarse el triunfo, sino para ver portería. El gol in extremis y glorioso de Sergio Ramos en Lisboa en el minuto 93 no se va a dar todos los días, y ante esos esquemas telaraña se cuentan con los dedos de una mano los jugadores capaces de deshacer el enredo. Uno de ello es Ángel di María. No fue nombrado el mejor jugador de la final de la Champions por casualidad. Su eléctrica manera de entender el fútbol, llevada a su máxima expresión en la final del pasado 24 de mayo, tiene mucho de culpa de que el Madrid luzca en su sala de trofeos la tan ansiada Décima. Deshacerse de él es poner en serio peligro el proyecto 2014-15. Y no exagero.

Moyá, inexistente

Ni un tiro a puerta hicieron los blancos en la primera mitad. Sus primeros diez minutos mostraron ciertas sensaciones parecidas a la final de Cardiff pero el Atlético no es el Sevilla y los colchoneros no se dejaron intimidar. Un par de amarillas, varias faltas de «ojo, aquí está campeón de Liga y subcampeón de Europa» y un par de disparos lejanos de Mandzukic y Saúl avisaron al Madrid de que la Supercopa de España va a ser bastante más dura que la de Europa. Ayudó en ello Xabi, titular anoche en detrimento de James. El «profesor» regresaba al once y lo hacía con las mismas malas sensaciones que dejó en el Mundial: lento, impreciso y sin la jerarquía de antaño. Kroos, desplazado a la izquierda como volante, fue un grave daño colateral de la vuelta del tolosarra. El alemán perdió influencia en el juego y el Madrid protagonismo y presencia con el balón. O espabila Alonso o es carne de banquillo en el futuro. Y como las malas noticias nunca llegan solas, justo antes del descanso Cristiano se acercó a Ancelotti para decirle que andaba tocado de su maldito bíceps femoral de su pierna izquierna. El luso, por precaución, se quedaría en la ducha en la reanudación y dejaría su hueco a James Rodríguez. Hoy le harán pruebas.

El decorado no cambió a pesar de la entrada del colombiano y de la marcha del luso. El Madrid seguía sin encontrar ocasiones ni asociaciones de peligro y el Atlético se sentía cómodo con el resultado y con la dinámica del partido. Solo una internada de Bale finalizada con un disparo seco y un golpe franco del galés, ambas acciones despejadas por Moyá, crearon cierta zozobra en la zaga rojiblanca.

Entonces, a falta de un cuarto de hora para el final del partido, Ancelotti decidió subir la persiana y metió en el campo a Di María (recibido con una sonora ovación por la parroquia local). Curiosamente, con la entrada del argentino, llegaron los mejores minutos y ocasiones de los blancos. En una de ellas, James aprovechó un balón suelto en el área para, con su pierna derecha, hacer el primero del partido. Cinco minutos después, el talón de Aquiles de los blancos, el balón aéreo, propició el empate de Raúl García tras un saque de esquina botado por Koke en donde ni la defensa blanca ni Casillas se enteraron de que iba la fiesta. Fue un empate justo que bien pudo evitar el Madrid, pero que ahora le hará remar río arriba en la ribera del Manzanares si no quiere ver como a las primeras del cambio el sueño del Sextete se diluye cual azucarillo.

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