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Real Madrid

Florentino vuelve a reventar el mercado de fichajes

A la espera de que Keylor Navas llegue en los próximos días, y probablemente también Falcao, el Real Madrid redondea una plantilla de ensueño

Florentino vuelve a reventar el mercado de fichajes belén díaz

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En la presentación de James las gradas se llenaron de banderas colombianas, el embajador extendió un vínculo afectivo con el club y las camisetas se vendieron instantáneamente, alcanzando la ideal aspiración del marketing: apropiarse simbólicamente del ídolo vistiendo su camiseta. Con James, las bondades del modelo de gestión que Florentino impuso en el año 2000 se manifestaron rápida y fácilmente, como si ya estuviesen asumidas naturalmente por el mundo del fútbol. No tuvo que mandar una carta de invitación a la embajada como hiciera el año 2009 con Cristiano y sus compatriotas.

Pero los fichajes de Florentino encontraron siempre una fuerte incomprensión. En primer lugar del antimadridismo. Laporta, que imitó el modelo, habló de imperialismo y prepotencia. El cardenal Sistach de austeridad cuando se fichó a Cristiano. A menudo se abusa de la palabra riesgo, incluso se lastran los fichajes con hernias y fatalismos.

Es más, antes de Florentino el gran fichaje era ejemplo de mala gestión. «El Sanzismo era lo de Figo todos los días», dijo él una vez. Era más bien culé, nuñista (Maradona, Schuster, Cruyff). Había un prejuicio en contra. Era un conejo que se sacaba de la chistera, la mágica pretensión de arreglar las cosas con figuras («Esto lo ficha mi portera»). Algo contrario al buen hacer deportivo. «El Barça tuvo a Maradona, ¿pero quién ganó?».

Antes de Florentino, el fichaje era ejemplo de mala gestiónFlorentino llegó fichando. Antes de ser presidente ya tenía a Figo. Al inicio, fichaje por año: Figo, Zidane, Ronaldo y Beckham. La Galaxia. Con el inglés, la implosión. Vendida la clase media y sin Makelele, el modelo Zidanes y Pavones se colapsa. Al año siguiente, aún llegaría Owen, que no tuvo ni sitio en el once. En 2005 Robinho, Ramos y jugadores como Diogo o Pablo García, que parece que nunca existieron. Florentino se marchó reconociendo errores: «He malcriado a los futbolistas». Los futbolistas, «activos estratégicos», no dejaban de ser niños. Florentino mantiene una mezcla de fascinación y fastidio por ese contraste entre la importancia económica del futbolista y su caprichosa veleidad.

La tercera galaxia

Su segunda etapa se inicia con nueva constelación galáctica: Cristiano, Kaká y Benzema. En los tres años siguientes, con Mourinho, buenas adquisiciones, pero no estrellas. Tras el portugués, Florentino camina hacia la tercera galaxia. Primero fue Bale, ahora Kroos y James, que sale estrella del Mundial y se ficha a precio de tal.

El Madrid ya se fija en futuros balones de oro. Y se observa en esta evolución un gradual aprendizaje, la integración del radical modelo de Zidanes y Pavones en las leyes del fútbol. Con la clase media, que se rechazaba; con los centrales, que al principio no eran dignos de fichar. Con Mourinho se acepta la figura del entrenador dominante y se sale del «perfil bajo». Y este año, con Hierro (Míster Motines) en el organigrama, se trata de atar en corto el vestuario con alguien que de vestuarios lo sabe todo.

En catorce años Florentino ha ido superando a todos sus rivales. Con los fichajes de Beckham y Cristiano le arrebató el cetro al Manchester. Al Milan de Berlusconi o a la Juve de los Agnelli ahora les coloca a Morata . Los ingleses ya no acomplejan. Se ha superado con éxito el reto de Abramovich y se planta cara a los jeques que amenazan desde PSG y City.

E incluso el Barcelona parece perder comba. Tras Gaspart, se repuso con Laporta. Ronaldinho fue seguido de una gran carambola canterana: Messi y los Iniesta, Xavi y compañía. El Madrid se resintió. Pero ahora asiste al cansancio de esa generación y a los problemas del Barça para seguir su ritmo. El ejemplo lo tenemos en las tribulaciones de Rossell con Neymar, no por casualidad el único fichaje reciente que se la resistido a Florentino. El más solido rival parece el Bayern, dominador de la Bundesliga sobre un modelo de exfutbolistas y una propiedad parcialmente participada. La inexorabilidad de lo alemán sería la mayor amenaza futura.

El gozo de imaginar a una estrella en el estadio es parecido al de la victoriaLos fichajes de Florentino son divertidos en sí mismos. Algunos se hacen por dinero, otros por seducción. Recordamos la servilleta de Zidane, el encierro de Ronaldo, los encuentros en yates. El «never, never, never». Novela de misterio por entregas, relato estival que se lee en la playa (con el misterio no dicho de quién ficha: «Los fichajes los hacemos todos», Florentino dixit). Y las presentaciones se ritualizan. Se entrega la camiseta como el mandil masón. Como una investidura, un rito de integración. Es el momento en el que se nos aparece Florentino y su particular santiaguina. Un discurso que otros clubes imitan, pero que ya parece propio del Madrid, con un lenguaje algo marciano de pertenencia, grandilocuencia y valores. «Has nacido para jugar aquí». La predestinación, incluso. El Hala Madrid, la foto con la junta, el codazo que Floren les pega siempre ante la última Champions.

Los fichajes son la clave de la gestión florentiniana. Tan importantes ya para el club como lo fuera el paternalismo visionario de Bernabéu. Cuando los equipos dejaron de depender de los ingresos por taquilla, se hizo importante el marketing. Mendoza hablaba de «La Sociedad» y ahora importa la marca. Bernabéu asentó el crecimiento en el estadio, Florentino lo saca al mundo y a la producción de contenidos.

El fichaje es, como dice siempre, estratégico. Genera el concepto florentiniano de la ilusión. En su doble acepción de esperanza y, sobre todo, de «viva complacencia en algo o alguien». El embeleso de imaginar a Messi de blanco. Curioso el éxito tan distinto de este empresario: de la construcción a lo inmaterial de la gestión deportiva.

Ilusión y victoria

La Ilusión ha acabado por ser un momento más del fútbol. El gozo de imaginar a una estrella en el estadio puede ser tan grande como el placer de la victoria. Es más, la temporada ya tiene tres momentos: la ilusión de la pretemporada y los inicios de otoño en que se materializa. La plena competencia, llegado el invierno. Y la resolución de la competición en primavera. Es decir: la ilusión, el juego (bello a veces), los títulos. Este modelo de gestión depende de lo económico (fichajes) y lo deportivo (títulos), que guardan una correspondencia grande, pero no absoluta. Entran en juego aquí el azar y aspectos como el sistema, el entrenador, la táctica, que Florentino ha tenido que aprender a respetar e integrar.

El fichaje de Florentino es la foto del verano, pauta de gestión, ilusión casi infantil del aficionado. Mueve el ciclo del fútbol, nos devuelve ansiosos a la tele cuando muere agosto. A Florentino le criticaban. «No ficha españoles». Querían reducir el Madrid a nacionales y canteranos. El fichaje ha sido la huida del cerco casticista (el viaje del fútbol). Lo vimos con James y su Colombia. Van incorporándose trozos del mundo al madridismo, que crece y crece, con goles, con títulos, pero también con fichajes.

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