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Taxi Driver

La obsesión enfermiza del justiciero que intentó matar a Reagan inspirado en «Taxi Driver»

John Hinckley se obsesionó con Jodie Foster, que interpreta el papel de una prostituta de 12 años en la película, hasta el punto de querer matar al presidente para llamar su atención. No en vano, Travis, el personaje interpretado por Robert De Niro, protagoniza un amago de atentado contra un senador en la cinta dirigida por Scorsese

Robert de Niro en Taxi Driver
CÉSAR CERVERA

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La película «Taxi Driver» (1976), de Martin Scorsese, se convirtió rápidamente en una cinta de culto, entre otras numerosas razones, por la leyenda negra impregnada por John Hinckley Jr , el hombre que intentó asesinar al presidente Ronald Reagan en 1981. Como luego explicaría para justificar sus acciones, Hinckley Jr. cometió el intento de magnicidio con el único propósito de impresionar a Jodie Foster, cuyo personaje de prostituta adolescente en la película protagonizada por Robert De Niro le obsesionaba desde hace años.

En 1976, el director Martin Scorsese estrenó una de sus obras más recordadas, «Taxi Driver» , que obtuvo la Palma de Oro del Festival de Cannes y cuatro nominaciones al Oscar. La película narra la historia de Travis Bickle (Robert De Niro), un veterano de la Guerra de Vietnam que trabaja como taxista en la ciudad de Nueva York. Sumido en un proceso depresivo que le impide dormir por las noches y le lleva a frecuentar algunos de los rincones más sórdidos de Nueva York, como un cine porno; Travis compra un arma de fuego y comienza un entrenamiento físico intenso para terminar alzándose en una suerte de justiciero nocturno . Entre las acciones de este antihéroe, destaca el asesinato de un hombre que planeaba atracar una tienda.

En medio de este afán justiciero, Travis cruza su destino con el de Iris (Jodie Foster), una prostituta de 12 años que ejerce la calle coaccionada por un proxeneta llamado Matthew «Sport» Higgins. Finalmente, el personaje de Robert De Niro se enfrenta a «Sport» Higgings, al que mata a tiros, y rescata a Iris del burdel. Su buena obra permite a la joven regresar a casa con sus padres y le convierte en un héroe a ojos de la prensa.

John Hinckley Jr. afirmó haber visto «Taxi Driver» 15 veces en el cine, lo cual le llevó a obsesionarse de forma enfermiza con Jodie Foster y con las acciones protagonizadas por el depresivo personaje de Travis. Previamente a rescatar a Iris, Travis, que se afeita la cabeza como un mohawk para esta última incursión homicida, asiste a un acto político en la vía pública, donde baraja asesinar al ficticio senador Palantine, que se dispone a iniciar la carrera presidencial. Los agentes de seguridad recelan de él y, sin que tenga tiempo de sacar su arma, hacen huir al taxista. Un amago de magnicidio del que con toda seguridad tomo buena nota Hinckley .

John Hinckley pasó los siguientes años de su vida acosando a Foster por todo el país, e incluso se matriculó en un curso de escritura en la Universidad de Yale, en 1980, donde estudiaba en ese momento la joven actriz. Numerosas cartas y llamadas intempestivas se sucedieron hasta que Foster elevó el asunto al Departamento de Policía de Yale. A la vista de los pocos avances en lo que él consideraba una forma de enamorar a Foster, el joven de Oklahoma decidió, quizás rememorando el plan de Travis en «Taxi Driver», asesinar en un primer momento al presidente Jimmy Carter, aunque no tuvo tiempo de desarrollar el plan ante su breve estancia en la Casa Blanca; y más tarde a Ronald Reagan como forma de atraer el interés de Foster.

El atentado contra Ronald Reagan

El 30 de marzo de 1981, Ronald Reagan, que había sido nombrado presidente pocos meses atrás, pronunció un discurso frente a los representantes de AFL-CIO (la mayor central obrera de los Estados Unidos y Canadá), en el Washington Hilton Hotel. Cuando Reagan salía del hotel en dirección a su coche, Hinckley emergió de entre la multitud para disparar su revólver en seis ocasiones, antes de que el agente del Servicio Secreto Dennis McCarthy se abalanzara sobre él. El primer disparo alcanzó la cabeza del Secretario de Prensa de la Casa Blanca, James Brady, que quedó en silla de ruedas de por vida. La segunda bala dio en la espalda del oficial de policía del Distrito de Columbia Thomas Delahanty, afectando a su médula ósea sin consecuencias graves pero obligándole a retirarse del servicio. La tercera bala se perdió en la nada. La cuarta acertó en el abdomen al agente del Servicio Secreto Timothy McCarthy. Y la quinta golpeó la limusina presidencial. No en vano, fue la sexta bala, que también golpeó la limusina, la que salió rebotada contra el presidente causándole una herida en la axila izquierda.

Curiosamente, uno de los primeros agentes en alcanzar la posición del presidente fue Jerry Parr, quien se había unido al Servicio Secreto inspirado por la película «Code of the Secret Service» (1939), protagonizada por Ronald Reagan en sus tiempos de actor. El papel de Reagan de heroico agente del Servicio Secreto en este filme caló en la infantil mente de Jerry Parr, hasta el punto de alistarse en esta fuerza cuando se hizo adulto.

El atentado fue grabado por al menos cinco cámaras a muy pocos metros de donde se efectuaron los disparos. Es fácilmente identificable cómo el tirador es noqueado por media docena de agentes, algunos armados con subfusiles, y el presidente es evacuado de forma urgente. Trasladado al hospital de la Universidad George Washington, Ronald Reagan estuvo cerca de perder la vida en el quirófano. La bala de Hinckley había golpeado una costilla del presidente antes de alojarse en el pulmón, deteniéndose a unos 2,5 centímetros del corazón. Pero aunque perdió grandes cantidades de sangre en la operación y estuvo varias semanas ingresado, Reagan consiguió recuperarse plenamente del atentado.

Lo primero que Hinckley preguntó a los agentes que le detuvieron fue si la Ceremonia de los Oscar que tenía que celebrarse precisamente esa noche había sido pospuesta debido al atentado, como de hecho ocurrió. En su mente, lo único que importaba era que el suceso hubiera llegado a oídos de Foster. No obstante, el joven se libró de ir a prisión por motivos psicológicos, en contra de la opinión de la Fiscalía, permaneciendo bajo supervisión médica en un centro psiquiátrico desde entonces. Se aprecia en Hinckley, en opinión de los psiquiatras, el perfil de alguien que sufre erotomanía, un trastorno mental inusual en el que una persona mantiene la creencia ilusoria de que otra persona, generalmente de un estatus social superior, está enamorada de ella.

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