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Kore-Eda se lleva la Palma de oro de un palmarés solidario

La desoladora «Cafarnaúm», de Nadine Labaki, y la eufórica «BlacKkKlansMan», de Spike Lee, ganan los premios del Jurado

El director Hirokazu Kore-eda, Palma de Oro por «Shoplifters», tras recibir su premio de manos de Cate Blanchett Reuters
Oti Rodríguez Marchante

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No hubo conflicto entre los propósitos del Festival y su resultado en un Palmarés adornado por todos los títulos que llenaban de grandes intenciones esta 71 edición, sin duda dedicada a señalar algunas cuestiones esenciales de nuestro presente de indicativo: era el año de la mujer directora, de la crítica a la discriminación y a la injusticia, al repudio del abuso de la infancia y de los desheredados, a la lucha por la libertad y la dignidad…, y ahí está, un Palmarés lleno de esos propósitos que encabezó una magnífica Palma de Oro para el japonés Kore-Eda y su película «Mambiki Kazoku» («Shoplifters» se titula en inglés). La historia de una familia peculiar, de fácil acogida, y que incluye en su ambiente marciano a una niñita abandonada por sus padres en su propio hogar, proponía con enorme sentido del humor y con estampas vivas de rara convivencia grandes y profundos dilemas que no han pasado desapercibidos para el jurado que capitaneaba Cate Blanchett .

Y el resto del Palmarés está en sintonía con esos propósitos: el Premio Especial del Jurado fue para Spike Lee y su congestionada película antirracista, «BlaKkKlansMan», tan divertida e ilustrativa como feroz en su retrato de la discriminación racial, y el otro Premio del Jurado fue para la libanesa Nadine Labaki y su abrumadora «Cafarnaúm», una de esas historias sobre la infancia machacada y la pobreza absoluta , y con unos niños con gracia y eficacia demoledoras, que deja al espectador completamente acorralado. Era imposible que Nadine Labaki se quedara sin premio, incluso daba la impresión de que podía llegarle alguno más cargado de oro.

El que recayera el de Mejor Director en Pawel Pawlikowski no respondía tanto a las intenciones del programa como a que presentó una de esas películas, «Cold War», rodeadas por completo de la perfección: su romántica historia, también su drama ensordecedor, la música, una imagen cuidada hasta extremos inolvidables y unos personajes y unos actores maravillosos. Pero, además, cumplía a la perfección con la línea editorial del Festival. Aunque es un gran reconocimiento el que se llevan Pawlikowski y su gran película, no está a la altura del que realmente se merece la mejor obra vista en esta edición.

Los premios de interpretación fueron, no sé si justos, pero sin duda pertinentes: al italiano Marcello Fonte , la parte escuchimizada de ese tremendo dúo de la película, «Dogman», de Matteo Garrone , en la que ofrece una singular y brutal reflexión sobre la debilidad y la fortaleza. Y la femenina para la actriz de «Ayka», Samal Yeslyamova , con un personaje que sufre dolor, persecución y villanías desde el primer plano hasta el último. Antes de recoger su premio, la actriz Asia Argento , que fue quien se lo entregó, casi se come vivo a Harvey Weinstein . Afortunadamente, no vino. En ambos casos se reconoce la fuerza y calidad de los personajes, interpretados no por grandes y prestigiosos actores, sino por dos personas con esa manita de verdad que elevan su potencia al cubo. Con otro punto de vista del jurado, bien se podría haber premiado las interpretaciones enormemente profesionales de, por ejemplo, Javier Bardem en «Todos lo saben», la olvidada película de Asghar Farhadi , o la excelente de Zhao Tao , en el filme también olvidado de Jia Zhang Ke , pero…

Y el premio al Mejor Guion lo repartió el Jurado entre Alice Rohrwacher , por su extraña fábula titulada «Lázaro feliz», y los iranís Jafar Panahi y Nader Saeivar por «3 Caras». Panahi era uno de los dos directores que no pudo acompañar a su película al Festival por estar en arresto domiciliario en su país, y curiosamente al otro, el ruso Kirill Serebrennikov , que presentó la excelente «Leto», lo han dejado fuera de este reparto de premios tan solidario. Y eso que les sobraba alguno, pues a Jean Luc Godard le endiñaron una Palma de Oro honorífica por su película «Le libre d’images»… En fin, mejor ese premio forzado a que lo metieran de «exaequo» por cualquier sitio como en alguna y lamentable ocasión anterior.

Una edición de Cannes completa, acorde entre causas y fines, o entre propósitos y premios, y en la que tal vez dentro de ese solidario reparto haya habido un lamentable agujero, y es por el que se ha colado sin reconocimiento alguno la película coreana «Burning», de Lee Chang-dong , tal vez la única con un interior y un exterior comparables a «Cold War». Pero así son las cosas, o al menos los Festivales.

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