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«Gimme Danger» (***): Vicio y locura en la desbocada huida hacia adelante

José Manuel Cuéllar

Ruido, esquizofrenia y pasión, todo ello aderezado con cierta locura desenfrenada, es lo que eran Los Stooges, la banda primitiva de uno de los mitos del rock: el gran Iggy Pop . La suerte de Iggy (que es mucha sobre todo teniendo en cuenta que aún no está dos metros bajo tierra con todo lo que se ha metido) es que es amigo de Jim Jarmusch, uno de los mejores directores del momento. Jarmusch , que tiene ojo de águila, vio el potencial de un documental sobre uno de los grupos iconos de la música: rock, prepunk, preRamones, preSisters of Mercy... Así pues, Los Stooges y su vitalidad quedan reflejados con mano maestra en la cámara del cineasta.

Viendo el filme, uno no sabe si está ante un documental o ante una comedia. Relatado en la voz de los supervivientes (incluido el papiro arrugado en el que se ha convertido el rostro de Pop ), Jarmusch adereza los momentos más cómicos con dibujos animados que restan dramatismo al hecho de que todo el grupo (como la mayoría en esos tiempos) se engancharan a la droga y acabaran tirando todo por la borda. En realidad el documental confirma lo que ya se sospechaba: que ninguno del grupo tenía idea de lo que estaban haciendo ni hacia dónde se dirigían. El mismo Iggy asegura que ni sabía lo que hacía. Es decir, que el untarse de chocolate, de crema de cacahuetes o cortarse la carne con vidrios no entraba en el programa. Y tal como son, tal los retrata Jarmusch: geniales en su locura, taradísimos e infernales. Un poco más y hubieran sido Ramones, y puede que hasta MC5. Ya les habría gustado...

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